ᴏᴍɴɪꜱᴄɪᴇɴᴛ ʀᴇᴀᴅᴇʀ'ꜱ ᴠɪᴇᴡᴘᴏɪɴᴛ
Dicen a menudo que los detalles pequeños son los que hacen de la vida algo hermoso. Shin Haenul no buscaba eso, sino detalles grandes. Deseaba encontrar un mayor sentido a la vida de mierda, pero de su gusto, por...
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"Dicen que la gente ve pasar su vida antes de morir, para encontrar entre sus recuerdos algo que pueda salvarlos."
~ Shinobu
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Amenazas, errores, sin arrepentimientos. Era gracioso el cómo se había desarrollado el clímax del escenario, aún sabiendo como reaccionaria cruelmente el rastrero Dokkaebi de nivel intermedio.
Las acciones de Shin Ender Haneul le llevaron a invocar todas sus almas castigadas alrededor del trono. Desde humanos en blanco hasta mamíferos gigantes y extranjeros de este mundo. En Kronos llegó a sentir el dolor físico a pesar de ser una constelación, aún si no fue a causa de la probabilidad. A mitad del desastre por el precio y premio por la cabeza de Dokja, también se añadió una por la de Shin. Los esfuerzos enemigos se multiplicaron.
Pelea. Sangre. Maldiciones. Muertes. ¿De eso se trataba todo el mundo de TMSA? Incluso las constelaciones no estaban más allá de los escenarios. Eran seres como ellos, que ahora se masacraban entre sí. «Será mejor empezar a verlo como un juego o mis neuronas se derretirán...», pensó Haneul en su momento, ahora flotando en incontables pensamientos en la penumbra de la oscuridad.
«¿Y Seúl?»
Se burló de sí mismo al mismo tiempo en que se avergonzaba por su pregunta obvia. La rabieta del supervisor del escenario fue la causa de que a todos los, que siguieran vivos, rodearan un aura amarilla brillante y desaparecieran desvaneciéndose. Fue igual en su caso.
El sueño vivido no era parte de ello. Quizás sí del juego de esa masa de pelos humanoide y macabra...
La brisa era alta, más de lo que sería en suelo firme. El suelo era plano, pero por alguna razón se sentía inestable. Dos pies en tierra, mirando al horizonte del atardecer de una Corea. Descendió la mirada encontrando un abismo, una calle al final infestada de carros, motos, camiones y demás. Lucían como hormigas para Haneul. Alzó la mirada y agitó la cabeza cuando sintió algo vibrar contra su muslo en su bolsillo.
Recordó. Reconoció.
Estaba al borde en la cima del techo del edificio industrial de su padrastro. Algo lo había detenido de dar un paso al frente o siquiera inclinar y dejar que la gravedad hiciera su trabajo perpetuo y acabará con sus males.
