Salvada por Daniela

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Tal vez estar de espaldas es lo único que me da valor

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Tal vez estar de espaldas es lo único que me da valor. Tal vez el haber perdido un pedazo de mi alma junto con mi computadora ha quitado lo último de cordura en mí, pero ahora mismo nada me importa. Si quiere coger mi alma o alarme por una pata, que lo haga, ya todo da igual.

—¿Esta vez no vas a gritar y salir corriendo? —vuelve a decirme esa voz que por primera vez no eriza mis vellos.

Hay demasiada rabia en mi, mucha ira, rabia y desolación por mi pérdida.

—¡Cállate! —le reclamo, ahora quiero estar sola. Me quedo pensando unos segundos en el hecho de que si no viviera con el alma en vilo todo el tiempo por su culpa, mi computadora seguiría viva —¡Esto es tu culpa! —grito aun incapaz de girarme, el valor no me da para tanto —Todo es tu culpa.

—Pero si yo ni estaba aquí. —excusa barata, ¿Cómo se supone que yo sepa si está o no aquí? ¿Con un radar de los caza fantasmas? —Mira la loca esta, a uno le quieren echar el muerto arriba. —

Un muerto es lo que me quiero quitar de arriba —se hace un silencio algo duradero pero puedo sentirlo a mi lado.

—Oye, ¿y tú no piensas hacer comida hoy? Aunque sea pal gato. —¿este no conoce limites de descaro?

¿Qué se piensa que soy? ¿Su chef personal?

Como oyendo la conversación mis tripas suenan para recordarme que es bien tarde y yo con el lio de la laptop ni siquiera almorcé o comí. Solo tengo el café con chícharo del desayuno en el estómago.

¿Pero si el café tiene chícharo no cuenta cómo almuerzo?

"Rrrrr" —me vuelven a sonar las tripas, pero no pienso darle por la vena del gusto.

Si yo me muero de hambre, él también. Aunque debo considerar el hecho de que ya está muerto.

"Rrrrr"

—No te hagas la dura —insistente el muchacho —Tu también tienes hambre. Dale la mía, has alguito ahí pa' los dos.

—Tú aquí ni pintas ni das color, ni compras aceite o arroz. Ni eres santo para estar echándote comida. —pero a mi barriga si hay que echarle algo porque tengo hambre. Me lanzo de la cama sin voltear la espalda para no perder el impulso, o mejor dicho, no ganar uno que me haga perder la cordura — Voy a hacer comida pero es para mí y para mi gato,—camino hacia la cocina —mira a ver si él quiere compartir contigo aunque lo dudo

—No puedes ser más tacaña.

—¿No se supone que estás muerto? ¿Para qué quieres comida?

—¿Qué te crees que uno no pasa hambre? ¿De dónde crees que salió la frase de muerto de hambre?

Para mi sorpresa siento el retumbar de la puerta de la sala, hay alguien tocándola con fuerza.

— ¡Cilia, ábreme!

Mi muerto no paga alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora