Me han moqueado

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—Is qui ni mi diji nidi —la voz de Daniela es chillona y aguada como rana que agoniza

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—Is qui ni mi diji nidi —la voz de Daniela es chillona y aguada como rana que agoniza.

Me recuerda a mi el día que se rompió mi laptop, pero mis mocos me daban menos asco y los de ella están llenando la funda de mi almohada.

—Is qui ni mi diji nidi —vuelve a repetir.

No quiero decir lo que pienso, no quiero describir las veinte mil maneras en las que quiero destripar a ese hijo de su madre por meterse en un proceso inmigratorio sin decirle nada a su novia.

A todas estas con tanto llanto y tanto moco no me he terminado de enterar del chisme.

—¿Y a esta que le pasó? —pregunta el muerto levitando directo a la puerta del refrigerador como perro por su casa.

Qué bonito, que bonito.

—Nada, que el novio se le va para el más allá.

—¿Se murió el de la moto? —dice cerrando la puerta con el mismo impulso. No sé qué se esperaba encontrar ahí.

—No, se va del país. —al oírme el llanto de Daniela cobra fuerza y sus mocos también. Me levanto a buscarle algo de agua —Aunque es posible que no llegue si lo mato yo primero —le susurro al muerto. —Toma.

Daniela se traga el vaso de agua de un sopetón y respira aliviada con su garganta despejada.

—Mucho mejor.

—Ahora, deja de babear y cálmate mujer. No es el fin del mundo.

—Tienes razón, tienes razón.

—Todavía está aquí, así que cojamos torturémoslo por esperar al día antes de irse para contárselo y mandémoslo a visitar al muerto.

—La idea es tentadora, la verdad. ¿Qué voy a hacer Cecilia? ¿Qué voy a hacer? —pregunta ya más racional llevándose la mano a la cabeza —Teníamos planes, vivíamos juntos. Dice que después tiene planes de reclamarme pero...

—No puedes vivir de promesas. Por ahora puedes volver al plan inicial y mudarte aquí. Ya después las cosas cogerán su orden.

—Eso espero.

—¿Espera que? —pregunta el muerto —¿No te parece mucha gente pa esta casa? Al menos deberías consultarme antes.

—Cuando pagues alquiler tienes voto.

—¿Dices que no contribuyo a la casa? —alega él —Porque estoy trabajando y contribuyendo y todavía no veo mis dulces.

—Daniela mañana trabaja y te traerá dulces para que dejes de estar resongando tanto.

—Solo exijo el pago que se me prometió por mis servicios.

—Si, don empresario.

(...)

Mi muerto no paga alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora