San muerto

34 7 0
                                    

La paleta de Daniela cae al piso cuando pegamos el salto por el susto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La paleta de Daniela cae al piso cuando pegamos el salto por el susto. —Mierda —muisita ella. Kiro viene por detrás y comienza a pasarle la lengua, sacude la cabeza y se va.

—Ves Daniela, hasta el gato tiene mejor gusto que tu, toma —le paso la mía, —ya no quiero —opino y otro movimiento de la silla me hace llevar mis ojos al frente.

—¿Ustedes no pueden verlo? —nos pregunta el muerto y negamos con la cabeza —¿Eh, y por que?

Si supieramos no estariamos aquí.

—¿Quién es? —pregunta Daniela.

—Es el Padua, —le explico un tanto acojonada —es la silla donde amarré al santo ese que me dijiste. —le señalo el cordon de mi tenis y al verlo ella entiende y aferrada a mi brazo da un paso atrás.

¿En que nos metiste ahora Daniela?

—Pues este dice que está bueno ya de andarlo amarrando por la gente ser regada. Que es abuso nero.., necro, —el muerto se traba al intental pronunciar la palabra —Oye, que está bueno de acabar con él. Y que le vas a cortar la circulacion con lo duro que lo amarraste.

¿Circulación el muerto? ¿o por ser Santo es diferente? Ay, no sé.

—Dile que se deje de andar reclamando, —eso, ponte dura Cecilia —y que si no quiere que lo amarre por otro lado, que no es la pierna, que aparezca mi cartera.

—El puede oirte —informa el muerto como si fuera obvio.

—¿Pues que espera?, que mueva su fantasmórico culo y me diga donde está mi cartera.

El muerto se queda en silencio mirando al vacío donde se supone que está el santo.

—Dice que revises en el cesto de la ropa sucia en el baño, enredado en la blusa que te quitaste cuando fuiste a limpiar

Ay no puede ser. Ya me acuerdo, es verdad.

—Daniela, ve y comprueba que es cierto. —ella feliz de salir de la situación se mueve hacia el baño mientras yo espero mirando al muerto y a la pata de la silla.

—¡Está aquí! —grita Daniela y escucho sus pasos acercarse con la cartera en mano sacudiendola como dueña del premio.

—Dice este que ya cumplió, que lo sueltes, —me informa el muerto.

¿Y como hago yo eso? Al parecer Daniela leyó mis pensamientos porque me da la respuesta que necesito.

—Solo tienes que deshacer el nudo mientras dices: "San Antonio de Padua te libero", tres veces.

Se me escapa un suspiro.

Me acerco a la silla y me agacho para quedar a la altura del nudo que hice. Esto me parece un poco espelusnante de solo pensar que puede hacer alguien verdaderamente amarrado. Al parecer apreté el nudo más de lo que debía y ahora ni mis uñas lo pueden safar, no puedo picar el cordon porque lo necesito para poder usar los tenis. Así que solo me queda meterle el colmillo al nudo, esperando no chupar espectro de muerto.

Cuando logro aflojar el nudo lo suficiente para poder safarlo con los dedos digo la frase.

"San Antonio de Padua te libero"

"San Antonio de Padua te libero"

"San Antonio de Padua te libero"

—Y se fue —dice el muerto y yo caigo sentada de nalgas al piso del alivio.

—Que bien —le contesto —me basta con un muerto. Aunque al menos el Padua es útil apareciendo cosas.

—Pero acuérdate de quien te sirvió de traductor —me responde sarcástico.

Lo voy a mandar para una agencia de turismo paranormal.

—¿Y puedes hablar con cualquier muerto? —pregunta Daniela.

—Pues claro que sí, ¿a poco ustedes no?

—¿Y por qué solo te vemos a ti? —pregunto yo y Daniela me interrumpe.

—¿Pero ves a todos, todos los muertos?

Que si mujer, no creo que hayan clases sociales de muertos.

—Bueno, a todos los que están de este lado.

—¿Y los otros dónde están? —pregunto. ¿O caso no solo existe el más allá y el más acá?

¿También existe un más, más allá? ¿Dónde queda eso?

—Del otro lado. Que no sé dónde queda ni quiero averiguarlo, yo soy muy feliz de este lado.

Claro, viviendo de a gratis en mi casa y comiéndose la comida del gato, ¿así quien no? Pero a lo mejor solo podemos ver este muerto, porque está en el más allá del más acá y no, en el más allá del más allá. Clase trabalenguas.

—¿Entonces, tú puedes hablar con mi abuela?

Y dale Juana con la palangana.

—Daniela, mijita, deja la casa de Alamar tranquila.

—¿Qué cosa? Que cosa la costurera, pero esa casa es mía porque me llamo Daniela. —se gira hacia el muerto —¿Puedes o no puedes?

—Puedo —le confirma el muerto sacándole brillo a los ojos de Daniela —pero te va a costar unos cuantos dulces y una pastica de maní molido.

—Trato echo. —Daniela estira la mano que atraviesa el brazo humanoide de sombra negra. —Bueno, tú entendiste.

No puedo creer que está loca se deje extorsionar tan fácilmente.

Espera, aquí hay algo. Mis neuronas de emprendedora se alumbran.

Daniela nota mi mirada de Tiburón.

—¿En qué andas? ¿Qué piensas?

—En que tengo una manera en que mi inquilino molesto me pague el alquiler.

—Oye de mí no vas a andar hablando como si no estuviera aquí.

—Si hablo porque estas.

Suena el pito de una motorina fuera de la casa.

—Ño, ahora que se puso bueno el chisme tengo que irme —protesta Daniela —Bueno, me actualizas por Whattsap. —me da dos besos y se despide del muerto con la mano —Después te traigo lo tuyo, así que ten listo lo mío.

Se marcha hacia su caballero de plástica armadura y yo me quedo con el muerto.

—¿Entonces cuál es el negocio?

—Fácil, damos consultas a quienes necesite comunicarse con un muerto, a gente como Daniela con asuntos pendientes.

—¿Y por qué yo haría eso? —ahora se va a poner melodramático.

—Porque yo necesito comprarme una laptop nueva y tú debes empezar a contribuir en esta casa que no es un hotel para que te pasees.

—Todavía no me convences.

Está bien, me rindo.

—Y porque con la ganancia te voy a dar dulces, es más hasta un altar te hago con velitas y ron del bueno.

San muerto.

—Eso si me cuadra.

Mi muerto no paga alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora