Un ave maría, dos padres nuestros

47 8 2
                                    

—¡Pinga! ¿Dónde pinga están mis dulces! —sigo mirando el plato vacío frente a mí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Pinga! ¿Dónde pinga están mis dulces! —sigo mirando el plato vacío frente a mí.

La parte consiente de mi cerebro me recuerda que no hay luz y no puedo dejar que se siga escapando el frío. Cierro la puerta de un solo golpe.

—¡Espíritu aparécete! —grito al vacío desde el fondo de mi alma. —¡Aparécete! —si es inteligente no lo hará, porque lo voy a mandar al otro mundo de un solo viaje.

Primero por su culpa se me rompe la computadora y ahora, se come mis dulces.

¡Con mi comida nadie se mete! De esta si no sale vivo, o muerto. Ya ni sé.

—¡Esta me la pagarás, oíste! ¡Me la pagarás!

Espero que me esté oyendo —¡Más te vale estarme oyendo! —mis manos se mueven solas como si fuesen capaces de ahorcar a alguien, necesito ahorcar a alguien, pero necesito a alguien que al menos sea sólido.

Necesito ideas, necesito una solución para esto.

Busco mi celular y veo todavía hay conexión.

—Bueno, señor google veamos cómo puedes ayudarme.

"Como saco un espíritu de mi casa" —tecleo en la pantalla y abro el primer articulo disponible.

—Método 1: Descartar posibilidades no paranormales —Esto está más que comprobado.

—Método 2: Evaluar posibles apariciones —¿Del uno al cinco como en la uni? ¿O de Excelente, bien o MB? Porque a mí me dejan mal, muy mal.

—Método 3: Hazte una evaluación psiquiátrica —Lo estoy considerando seriamente, pero de que me sirve saber que soy esquizofrénica y no tener las pastillas. Además la comida en mazorra no debe ser muy buena.

—Método cuatro: Pedir con gentileza al fantasma que se vaya. —Yisus, como si no se me hubiera ocurrido, ¿Quién mierda escribe estas cosas? — ¿Señor fantasma, puede dejar de comerse mi comida e irse de aquí?

Casi puedo escuchar una pequeña risa venir de algún lado, él muy pendejo sabe lo que hizo y no piensa dar la cara.

—Método cinco: Haz un exorcismo —Bueno, al fin algo con un poco de lógica.

Aquí no dice mucho de cómo hago uno, pero si algo me enseñaron las películas de El Conjuro, es que necesito un cura, que me dé la cura para mi dolor.

Cerca de aquí me parece que hay una iglesia.

Busco un par de sandalias en el closet y el primer vestido que aparece; a donde voy dudo que me dejen entrar en lo que llevo puesto.

Primero me exorcizan a mí y luego al muerto.

Camino un par de cuadras guiada por la app de mapa del teléfono —si no la uso me pierdo y soy capaz de acabar en Oriente —hasta que veo alzarse ante mí la ostentosa estructura, ya a falta de una manita de pintura y con olor a una sustancia, que no es la sangre de cristo, en sus esquinas.

Mi muerto no paga alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora