POV Daniela
Madre mía, yo me meto en cada cosas, con lo pendeja que soy. Bueno, será rápido. Entrar, dejar la comida, rellenar el agua y ya que el gato se las arregle como pueda.
Giro la llave y la puerta se abre.
Mis rodillas tiemblan un poco, no es lo mismo sin Cecilia. Dejo que la puerta se abra todo lo que pueda. Todo se ve bien, se ve tranquilo, no hay indicios de ninguno de los dos bichos.
Dejo la puerta abierta por si tengo que salir corriendo.
Entro paso a paso, casi de puntillas para no hacer ruido. Llego hasta el pasillo de la casa, miro a ambos lados, nada. Sigo avanzando hacia la cocina donde está el plato del gato. Saco de mi bolso de forma rápida las sobras de pescado que les traigo.
Siento un ruido detrás de mí pero prefiero no mirar que es, sigo en lo mío y abro la puerta del refrigerador. Saco un pomo de agua fría y lo vacío en el pozuelo correspondiente.
Vuelve a sonar un ruido, esta vez más fuerte, y veo la sombra negra frente la puerta de la sala. Me congelo. La sombra está de espaldas y no se mueve, puedo ver por abajo el retazo de algo o alguien tirado en el piso.
—Oye, este se desmayó —me dice el fantasma girando su cabeza a mi dirección y mirándome con sus ojos rojos.
Creo que yo también me voy a desmayar, espera, ¿también?
Me fijo bien en el cuerpo en el piso y puedo distinguir que es un hombre. Demasiado que procesar.
—Oye tu loca, —me dice el fantasma y mi vista regresa a él —¿A mi no me trajiste nada de comer? Ño, que suerte tiene el gato ese.
—¿Y ese quién es? —digo acercándome a la sala guardando las distancias entre yo y la sombra.
—No sé, cuando entre ya estaba en la sala agarrando las cosas. ¿En serio no me trajiste nada?
Ay Dios, yo dejé la puerta abierta y por poco dejo que despalillen a Cecilia por mi culpa.
—¿Y ahora que hago?
—Primero un cura, ahora un tipo. Que manía la de ustedes dos de tener gente desmayada.
—¡Pero si se desmayó por tu culpa!
Y menos mal, porque si no se lleva la casa y sabe dios lo que pudo hacerme.
—Al menos yo soy útil para algo, tú vienes a darle comida al gato nada más y se te mete este.
Que buena propaganda, lleve su casa embrujada, a prueba de ladrones. Aparto con el pie del hombre la mochila donde se robaba las cosas.
¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer?
—Bueno, yo me voy, si no hay jama no tengo nada que hacer aquí.
—¡Ni se te ocurra irte! —lo regaño no se con que cordura —Ni se te ocurra perderte como le hiciste a Cecilia. No me vas a dejar sola con este, que encima pesa el doble que yo.
¿Debería llamar a alguien? ¿A mi novio? ¿A Cecilia? ¿A la policía?
¿Lo despierto? ¿Lo entierro?
—Tengo una idea —el muerto me mira —Vi algo en una película.
—¿Qué quieres y por qué estoy metido?
—Si lo haces prometo traerte comida más tarde cuando salga del trabajo.
—¿Más dulces?
—Si, más dulces —pongo los ojos en blanco. Es muy básico el muertico.
—¿Qué hago?
—Cuando se despierte asústalo para que salga corriendo, atraviésalo, ponle ojos rojos, no sé. Pero has algo que haga que nunca más pise esta casa.
—Eso será fácil.
El vivo empieza a moverse, es mi turno de apartarme, me escondo detrás de un mueble lejos de su vista. Puedo observar como el hombre se reincorpora, busca su mochila a su alrededor y de pronto, el muerto se hace presente.
—¡Aléjate de esta casa! —dice con una voz gruesa y aterradora que gracias a Dios no utiliza nunca.
El hombre al verlo casi se caga en sus pantalones y sale corriendo olvidándose de su mochila, y espero que de esta dirección.
—¿Lo hice bien? —me pregunta el muerto con su voz normal.
—Si genial, —digo recogiendo mi bolso.
Como dice Dora la exploradora: Mission acomplish.
—¿Me vas a traer lo dulces?
—Lo prometido es deuda.
—Me estás cayendo mucho mejor.
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Mi muerto no paga alquiler
ParanormalCecilia, la mulata más codiciada de Cuba, siguiendo su sueño de independizarse aún siendo universitaria, se muda a un alquiler cerca de su Universidad y se encuentra con un inquilino que: ¡ Ave María.! 🔥Apagones 🪄Mosquitos 🍪 El pan de la bodega...