El fantasma no invitado

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—Más a la derecha —lo muevo un poco —más a la izquierda —¡Decídete de una vez! —Sabes, no veo que se me parezca

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—Más a la derecha —lo muevo un poco —más a la izquierda —¡Decídete de una vez! —Sabes, no veo que se me parezca.

Dejo la figura de yeso donde me lo pidió el muerto.

—Era esto o una estatua de San Lázaro, y san Lázaro no es conocido por dar consultas al otro mundo. Además que quieres, no hay forma de moldear una sombra negra. Pero si quieres le pongo una sábana al palo de la escoba, eso te representaría muy bien. —empujo los muebles para darle espacio a mi nueva adquisición que queda céntrica entre las dos butacas.

—Es que es un gato.

Sí, es lo único que había por un precio razonable, una estatua de un gato egipcio de postura esbelta.

— ¿Qué? La gente cree que los gatos tienen un poder especial para atraer espíritus y alejar almas malignas. El mío viene defectuoso.

—Miau —protesta Kiro quien estudia con sus ojos amarillos la estatua y la olfatea.

—Lo importante es que la gente aquí pueda dejarte sus ofrendas, que no formaran parte del precio del servicio.

—¡Cecilia! —grita Daniela y voy a abrirle la puerta.

—¿Podrías tocar como una persona normal y no avisarle a todo barrio que estas aquí?

—¿Y perder mi suin? Claro que no —entra como dueña de la casa, suelta sus cosas y se queda mirando la estatua del gato —Está chula, —opina —pero como que no representa a nuestro fantasma.

¿Nuestro? Que yo sepa a mi me toca aguantarlo.

—Eso le dije —replica el muerto poniéndose de lado de Daniela.

—No empieces otra vez —lo regaño y me giro hacia Dani —Y tú, ¿trajiste las cosas?

—Sip, —saca de su mochila una bola de cristal que tiene un sistema en la base para cambiar de color —La mítica bola de adivinar.

—El engaña bobos, lo que para bien de los bobos la vamos a utilizar para que no sepan lo del espíritu real y no para estafarlos.

—¿Y ya tenemos algún cliente?

Y dale con el plural

—Publique lo que me dijiste en Facebook pero no he revisado para ver si funciono.

Tampoco es que esté muy convencida que la campaña de "marketing" de Daniela vaya muy bien. Poner una imagen de una bola de cristal y un anuncio que diga: ¿Tienes asuntos pendientes pero tu familiar estiró la pata? ¿Necesitas saber cómo se llama el ancestro que tienes en el yuma o el cofre con dinero de tu tío tacaño? Escríbeme al privado, podemos contactar con el más allá. Resultados garantizados o le devolvemos el dinero.

—Pues abre los datos, a ver qué tal nos fue —me ordena Daniela y mientras y voy al cuarto a buscar el teléfono ella pone un mantel sobre la mesa que colocamos en la sala y la bola de cristal.

—¿Oye tú y lo mío? —escucho que el muerto le dice a Daniela. Debe estar hablando del trato que hicieron.

—¿Ya tienes lo mío? —le responde ella —porque no te daré lo tuyo hasta que tenga lo mío.

—Que desconfiada eres asere —que boca la de este —. Dice tu abuela que quiere algo a cambio de decirte donde las dejó.

—¿Mi abuela o tú, pequeño monstruo extorsionador?

Estos dos hacen una clase liga.

—¿Quieres las escrituras o no?

—Ni modo, dime que es lo que quiere mi abuela.

El muerto podría pedirle su alma y ella cedería por esa casa.

—Tu abuela quiere que des una carne asada en su honor. Que mates tres puercos para que toda la cuadra coma y beba en su nombre.

¡Está loca esa vieja!

—¡Esta loca esa vieja! —grita Daniela conectada a mi por telepatía.

Al parecer estaba dispuesta a vender el alma, pero no la casa para pagar eso.

—¿Qué clase de petición es esa hacia una nieta? ¿En qué tiempo piensa ella que uno vive? Explícale que desde que se murió a ahora las cosas han cambiado mucho, que uno si apenas ve el puerco en fin de año para andar regalando.

—¿Entonces le digo que no quieres la casa?

Casi me meo con la pregunta del muerto.

—Dile que me pida otra cosa. Y dile que la carne de puerco está a cuatrocientos cincuenta pesos la libra. Que con lo que gano no da para comprar ni medio cochino enfermo. Que pida algo normal, no se, una botella de vino, un tabaco.

Los cuatros puntos azules de Facebook Lite terminan de cargar y el botoncito de las notificaciones está cargado. Algunos son me diviertes, de alguien a quien el post le hizo gracia. Voy a los comentarios y encuentro una gran cantidad de personas interesadas en nuestro servicio.

—¡Daniela! —grito dando brinquitos hacia ella —Tenemos muchos comentarios. O tu promoción estuvo muy buena o la gente se ha vuelto anormal.

—Es que soy una bárbara con el hacha. Te dije que mi marketing funcionaria. Ahora respóndeles y dales cita. —Dani recoge sus bolsos —Me voy, que hasta que esto no nos haga millonarias tengo que trabajar.

—¿Y lo mío? —le pregunta el muerto.

—Lo tuyo aparecerá junto con mis escrituras. Así que bájale toda la muela que puedas a mi abuela. Si no te remplazaré con el Padua, que me parece más fiable hallando cosas.

Daniela me da dos besos y se marcha para seguir facturando.

—Mira a esta loca. —protesta el muerto.

—Ponte para las cosas que te remplazan —le contesto.

—¿Y tú a dónde vas?

—A empezar mi tesis de cero, gracias a ti.

—Todas se las echan al muerto.

Ay si, pobrecito.

Tocan a la puerta. Debe ser Daniela que dejó algo regado, pero que raro que llame como persona civilizada y no como si hubiera sido criada en un solar.

—A ver mijita, que dejaste... —mis palabras se cortan al mirar al frente.

—¿Qué pasa mulata? —dice quitándose las gafas con lo que él debe pensar que es un gesto sensual —¿Te comió la lengua el gato?

El gato no, pero la última vez que nos vimos, él si.

Mi muerto no paga alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora