El sol apenas comenzaba a despuntar cuando Pablo llegó a la universidad al día siguiente. Aunque apenas había dormido, sentía una energía renovada gracias a la reunión de la noche anterior. Se dirigió a la cafetería del campus, un lugar que, a pesar de estar vigilado, ofrecía un respiro de la opresión constante del régimen.
Encontró a Gabriel y Marcos ya sentados en una mesa, con tazas de café humeante frente a ellos. Gabriel, con una expresión pensativa, sostenía un pequeño papel en sus manos, leyendo algo escrito en él. Marcos garabateaba en un cuaderno, probablemente trabajando en alguna nueva melodía. Pablo sonrió al ver a sus amigos tan concentrados.
—¡Buenos días! —saludó, tomando asiento junto a ellos.
Gabriel levantó la vista del papel y le devolvió la sonrisa.
—Buenos días, Pablo. Estaba leyendo algo que me recordó a nosotros. Escucha esto: "Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" —dijo, citando Mateo 18:20 de memoria.
—Eso es reconfortante —respondió Pablo—. Especialmente después de anoche.
Marcos asintió, dejando su cuaderno a un lado.
—Anoche fue increíble. A pesar del susto, creo que nos unió más. Tenemos algo especial aquí, y deberíamos aprovecharlo.
Justo en ese momento, Sara se acercó a la mesa con una bandeja de desayuno. Su presencia siempre traía una chispa de energía al grupo.
—¡Hola chicos! Espero que haya espacio para una más —dijo, sentándose junto a ellos.
—Siempre hay espacio para ti, Sara —respondió Marcos con una sonrisa.
Con todos reunidos, comenzaron a hablar sobre la noche anterior y lo que significaba para ellos. Pablo se sintió impulsado a compartir más sobre su historia personal, abriendo una ventana a su vida que aún no había mostrado del todo.
—Quiero contarles algo —dijo, su tono serio captando la atención de todos—. Mi pasión por la música comenzó con mi madre. Ella era una cantante increíble, pero tuvo que dejarlo todo cuando el régimen comenzó a perseguir a los cristianos. Me enseñó a cantar en secreto, diciéndome que nuestra voz es un don de Dios y que debemos usarlo para su gloria, sin importar las circunstancias.
Sara, conmovida, le puso una mano en el hombro.
—Eso es hermoso, Pablo. Creo que todos tenemos historias similares, donde la fe y la música nos han salvado de una forma u otra.
Gabriel asintió, sus ojos brillando con emoción.
—Para mí, la música es una forma de oración, una manera de conectarme con Dios y con los demás. Estoy agradecido de haber encontrado amigos como ustedes que comparten esa visión.
Marcos, con una sonrisa, agregó:
—Y yo siempre he creído que la música tiene el poder de cambiar el mundo, de tocar corazones y abrir mentes. Juntos, podemos hacer algo realmente significativo.
Pablo sintió una oleada de emoción al escuchar a sus amigos. Sabía que estaban en algo grande, algo que trascendía las barreras de la represión.
—Creo que deberíamos formar un grupo oficialmente —dijo, su voz firme y decidida—. No solo para nosotros, sino para todos aquellos que necesitan esperanza. Podemos usar nuestra música para llevar un mensaje de fe y resistencia.
La idea resonó con todos, y la determinación en sus rostros fue clara.
—¿Qué tal si nos llamamos "Ecos de Luz"? —propuso Sara.
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Do-Re-Mi Libertad
General FictionEn un Irán bajo el yugo opresivo de un régimen totalitario, la fe es un crimen y la música es el arma secreta de unos valientes jóvenes dispuestos a desafiarlo todo. Pablo, un talentoso cantante universitario, descubre un mundo clandestino de creyen...