Melodías del Corazón

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Los días siguientes al primer concierto clandestino fueron una mezcla de euforia y cautela para "Do-Re-Mi Libertad". La emoción del éxito se mezclaba con la constante preocupación por la seguridad, y los cinco amigos se movían entre la excitación de sus planes musicales y la sombra del régimen que los perseguía.

En medio de esa dualidad, el vínculo entre Pablo y Sara se fortalecía con cada ensayo, con cada conversación, con cada mirada compartida. La música era el lenguaje que los unía, pero sus corazones hablaban un idioma propio, lleno de miradas cómplices, sonrisas tímidas y un amor que florecía en medio de la adversidad.

Una tarde, después de un intenso ensayo en el sótano de Reza, Pablo y Sara se quedaron solos, mientras los demás salían a tomar un descanso. La atmósfera en el pequeño espacio se tornó más íntima, cargada de una tensión dulce y expectante.

— Sara... —comenzó a decir Pablo, con la voz un poco temblorosa.

— ¿Sí? —respondió ella, girándose hacia él con una sonrisa que le robó el aliento.

— Quería agradecerte... por todo. Por tu amistad, por tu apoyo, por creer en mí.

— No tienes nada que agradecer, Pablo —dijo ella, con dulzura—. Somos amigos, ¿no? Y los amigos se apoyan en las buenas y en las malas.

— Sí, pero... tú eres más que una amiga para mí, Sara.

Las palabras de Pablo quedaron suspendidas en el aire, cargadas de un significado que ambos comprendían. Sara bajó la mirada, un ligero rubor tiñendo sus mejillas.

— Pablo, yo... —comenzó a decir, pero las palabras se atragantaron en su garganta.

Pablo se acercó a ella con delicadeza y le tomó la mano. — Sara, no tienes que decir nada. Tus ojos lo dicen todo.

Sara levantó la mirada y se encontró con los ojos de Pablo, llenos de amor y sinceridad. En ese instante, supo que no podía negar lo que sentía.

— Pablo, yo... también siento algo especial por ti.

Las palabras de Sara fueron como una melodía que llenó el corazón de Pablo de alegría. Se acercó a ella y la besó con ternura, un beso tímido y dulce que sellaba el inicio de su historia de amor.

El beso fue suave, casi tímido, pero lleno de una emoción contenida que hizo vibrar a ambos. En ese pequeño sótano, rodeados de instrumentos musicales y el eco de sus sueños, Pablo y Sara se encontraron en un abrazo que sellaba un pacto silencioso de amor y complicidad.

Al separarse, se miraron a los ojos, con una sonrisa que no podían ocultar. El silencio que los envolvía era más elocuente que cualquier palabra.

— Wow —dijo Sara, con la voz un poco temblorosa.

— Sí —respondió Pablo, con una sonrisa radiante—. Wow.

Se quedaron un momento en silencio, disfrutando de la magia del momento. Pablo acarició suavemente la mejilla de Sara, y ella cerró los ojos, sintiendo el calor de su mano y la intensidad de su mirada.

— No sabes cuánto tiempo he esperado este momento —dijo Pablo, con sinceridad.

— Yo también —confesó Sara—. Desde que te conocí, sentí algo especial por ti.

— ¿De verdad? —preguntó Pablo, con una mezcla de sorpresa y alegría.

— Sí —dijo Sara, con una sonrisa—. Tu pasión por la música, tu fe, tu valentía... me enamoré de todo eso.

— Y yo de ti —dijo Pablo, con ternura—. De tu energía, tu alegría, tu forma de ver el mundo.

Se volvieron a besar, esta vez con más pasión, dejando que sus emociones fluyeran sin reservas. En ese pequeño sótano, en medio de la opresión y el miedo, habían encontrado un refugio de amor y esperanza.

Do-Re-Mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora