Un nuevo amanecer

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El sol se alzaba sobre el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Un nuevo día nacía en Teherán, trayendo consigo la promesa de un nuevo comienzo para "Do-Re-Mi Libertad". Tras el rescate de Pablo, los cinco amigos se encontraban reunidos en un lugar seguro, un pequeño apartamento clandestino que Anahita les había proporcionado. Las emociones se agitaban en su interior como un torbellino: alivio, alegría, gratitud, pero también incertidumbre y miedo.

Pablo, aún con las marcas del maltrato en su rostro y cuerpo, se sentía renacer entre los brazos de sus amigos. La experiencia en la prisión lo había marcado profundamente, pero también lo había fortalecido. Había descubierto en su interior una reserva de valentía y resistencia que no sabía que poseía.

— No puedo creer que esté aquí, con ustedes —dijo Pablo, con la voz entrecortada por la emoción—. Pensé que no volvería a verlos.

— Nunca dudé de que te rescataríamos —dijo Sara, con una sonrisa llena de amor.

— Somos un equipo —dijo Marcos—. Y los equipos no se abandonan.

— Gracias a todos —dijo Pablo, con gratitud—. Y a Anahita. ¿Dónde está ella?

— Tuvo que irse —dijo Gabriel—. Tenía otros asuntos que atender. Pero nos dejó un mensaje.

Gabriel sacó un pequeño papel de su bolsillo y lo desplegó. — Dice: "No se preocupen por mí. Estoy bien. Sigan adelante con su música. La libertad los espera".

— Anahita es increíble —dijo Sara—. No sé qué habríamos hecho sin ella.

— Le debemos mucho —dijo Pablo—. Espero volver a verla pronto.

— Yo también —dijo Gabriel—. Es una gran aliada en esta lucha.

Los jóvenes se quedaron en silencio durante un momento, reflexionando sobre los acontecimientos de los últimos días. Habían vivido momentos de gran tensión y peligro, pero también habían experimentado la fuerza de la amistad, el amor y la fe. Y habían descubierto que la música podía ser un arma poderosa en la lucha por la libertad.

— ¿Y ahora qué? —preguntó Amir, rompiendo el silencio.

— Ahora seguimos adelante —dijo Pablo, con determinación—. No podemos dejarnos vencer por el miedo. Tenemos que seguir cantando, seguir luchando por nuestros sueños.

— Pero el régimen ha prohibido la música occidental —dijo Marcos—. ¿Cómo vamos a hacerlo?

— Encontraremos la forma —dijo Sara—. Podemos dar conciertos secretos, en lugares clandestinos. Podemos usar internet para difundir nuestra música.

— Y podemos seguir componiendo canciones que inspiren a la gente a luchar por la libertad —dijo Gabriel.

— Sí —dijo Pablo—. Nuestra música es una luz en la oscuridad. No podemos dejar que se apague.

Los cinco amigos se miraron con determinación. Sabían que el camino sería difícil, pero estaban dispuestos a seguir adelante. La música, la fe y la amistad eran sus armas en la lucha por la libertad. Y no iban a rendirse hasta alcanzar su sueño: un mundo donde la música pudiera sonar libremente, sin censura ni opresión.

Pablo observó a sus amigos, uno por uno. En sus rostros veía la huella del cansancio y la preocupación, pero también una luz de esperanza y determinación que lo conmovía. Se sintió afortunado de tenerlos a su lado, de contar con su apoyo incondicional.

— No saben cuánto los extrañé —dijo Pablo, con la voz cargada de emoción—. Allí dentro, en la oscuridad, lo único que me mantenía con fuerzas era pensar en ustedes, en nuestra música, en nuestro sueño de libertad.

Do-Re-Mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora