DevonHacía una eternidad que no me reunía con mis amigos del instituto, y la conversación fluía entre anécdotas y risas, hasta que el toque de Zein en mi brazo me devolvió al presente, guiando mi mirada hacia la escalera. Su intención era clara: que viera a mi hermana. Sin embargo, mis ojos se negaron a obedecer, anclándose irrevocablemente en Luna. Estaba... jodidamente arrebatadora. La niña que conocí años atrás se había desvanecido por completo, dejando paso a una mujer que encendía una chispa desconocida en mi interior. Aquella pequeña me exasperaba sin que pudiera comprender el porqué, aunque la calidez de sus ojos seguía intacta, como un rescoldo familiar en medio de la sorpresa.
Tras la trágica pérdida de sus padres, Luna encontró refugio en nuestra casa. Mis padres la apreciaban profundamente, y ella era, además, la mejor y única amiga de Clara. A mis dieciocho años, la necesidad de forjar mi propio camino me impulsó a abandonar el nido familiar y cruzar el Atlántico para estudiar Negocios y Administración en la Universidad de Harvard, un paso crucial para, algún día, tomar las riendas de las empresas de mi padre.
La vida en Harvard me ofreció una libertad embriagadora, lejos de la supervisión constante de mis padres. Aunque mis estudios siempre fueron una prioridad, la rebeldía floreció en mí. Las citas se volvieron incontables, y pronto me gané el infame apodo de "Rompecorazones". Ninguna relación superaba las dos semanas; me aburría con una rapidez pasmosa, y la verdad es que no sentía remordimiento alguno. Aquello se convirtió en una rutina: una chica nueva cada quince días, sin ataduras, solo buscando una diversión efímera. Sin embargo, el tiempo implacable comenzó a erosionar esa fachada de indiferencia. Extrañaba a mi familia, las Navidades solitarias, los cumpleaños ausentes, las festividades perdidas en un torbellino de fiestas y amigos. La осознание de mis errores y la necesidad de recuperar el tiempo perdido me impulsaron a regresar a Madrid.La voz de Zein, grave y cercana, interrumpió mis cavilaciones, arrancándome de la profunda inmersión en los ojos de Luna.
-Hey, tío -dijo Zein, su mirada desviándose hacia Clara con una picardía que entendí al instante-. Tu hermana está... increíble esta noche.-¿Qué has dicho? -pregunté, la sorpresa tiñendo mi voz.
-Nada, nada... solo que tu hermana está... floreciendo.
-Zein -advertí, un tono protector impregnando mis palabras-, puedes salir con Clara siempre y cuando recuerdes que eres mayor que ella, y que si la haces sufrir, te juro que te arrepentirás.
-Sé cuánto amas a tu hermana -respondió, haciendo una pausa significativa antes de que su mirada volviera a posarse en Luna-. Y Luna... Luna no se queda atrás. Está... diferente.
-Uf -dije, esbozando una sonrisa irónica-.
En ese momento, vi a las chicas acercándose a nosotros.
-¡Hola, hermanito! -me saludó Clara, con una energía que parecía inagotable, por quinta vez en el día.
-Hola de nuevo, Clara -respondí, con una sonrisa resignada.
Luego, mi atención se centró en Luna.
-¿Y tú, pequeña? -pregunté, dejando que un matiz de burla se filtrara en mi voz-. ¿No piensas saludarme después de tantos años?Percibí la chispa de furia encendiéndose en sus ojos al escuchar el diminutivo, y una leve sonrisa se dibujó en mis labios. Sin embargo, ella simplemente se acercó y depositó un suave beso en mi mejilla. El aroma de su perfume, una exquisita fragancia a rosas, me invadió los sentidos, y sin poder evitarlo, mi mano se deslizó hasta su cintura.
-Diablos, enana -susurré a su oído, la proximidad de su cuerpo despertando sensaciones peligrosas-, te ves jodidamente... irresistible.
Luna se separó de inmediato, con una expresión entre sorpresa e incomodidad, mientras yo solo podía ofrecerle una sonrisa enigmática. Por un instante fugaz, había despertado en mí una punzada de... locura. Clara saludó a Zein con entusiasmo, luego tomó la mano de Luna, aún visiblemente afectada, y la arrastró hacia un grupo de chicas que las esperaban.
Decidí apartar de mi mente el breve pero intenso encuentro y continué la conversación con mis amigos. Entre la música vibrante y los sorbos ocasionales de tequila, mis ojos volvían a buscar a Luna, que reía y bailaba animadamente con las otras chicas, sosteniendo una copa cuyo contenido no lograba distinguir. En ese instante, la suave presión de una mano en mi hombro me sobresaltó.
Era Lia Thompson. Mi primer amorío fugaz en Harvard, durante las vacaciones de mi segundo año. Un romance de un par de noches, intenso pero breve. Era atractiva, con un cuerpo curvilíneo y unos labios carnosos que invitaban al pecado, pero su intensidad me resultaba sofocante. Yo solo buscaba un juego pasajero, y ella parecía dispuesta a complacerme.

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El Peso Del Deseo
Romance[HISTORIA COMPLETADA] Luna Steve perdió a sus padres a los 12 años y los padres de su mejor amiga y a la vez sus vecinos se conviertieron en sus tutores legales.Clara y Devon son hermanos hijos de este maravilloso matrimonio que acogió a Luna.¿Que p...