Es un honor para mí darles la bienvenida al infierno, literalmente el infierno; ese lugar mencionado en la Biblia, descrito como el peor lugar donde un humano puede terminar. Y si bien el cielo y el infierno existen, estos no tienen nada que ver con lo que se describe en ese libro religioso.
De hecho, nosotros los demonios existimos ocultos del mundo humano, solo interactuando con ellos cuando es necesario. Ambos mundos son tan avanzados como el de los humanos: tienen televisores, shows de entrenamiento, parques, cines, etc. Y sus habitantes son tan humanos como tu querido lector, mostramos nuestras alas solo cuando es necesario...
Pero no vine aquí solo para hablarte de estos mundos. Te contaré la historia de la guerra entre el cielo y el infierno: la guerra de las creencias, la cual tuvo lugar muchos años antes de que la actual gobernante de este mundo naciera. Por lo tanto, nos remontaremos mucho tiempo atrás en el pasado. Bueno, ¿empezamos?
Nuestra historia comienza en el año 10.600 del calendario demoníaco. En pleno apogeo de la guerra de las creencias, un suceso hermoso estaba ocurriendo: el emperador del infierno, quien debe llevar el título de Lucifer, se encontraba dando vueltas con desesperación fuera de sus aposentos, mientras su esposa gritaba de dolor en plana labor de parto acompañada de su servidumbre en el interior.
Es ahí donde al cabo de unas tortuosas seis horas, unos tiernos sollozos hicieron que el rey rompiera en llanto.
—Es una niña, Su Alteza. Es una princesa —dijo un médico emocionado después de abrir la puerta del lugar donde se encuentra la emperatriz.
El hombre de cabellos oscuros no perdio tiempo entrando a ver a su primera hija, la cual ya se encontraba acurrucada en los brazos de su madre.
La niña habia heredado los ojos verdes de su padre y los cabellos dorados de su madre; sin duda, la nueva princesa era hermosa.
—Tu nombre será Katarina. Katarina Flame —expreso el padre primerizo emocionado, sosteniendo a su hija en brazos mientras ella solo balbuceaba un poco, descubriendo así por primera vez el rostro de sus padres.
Como todo un padre orgulloso, con su actitud presumida, el emperador ordeno que se notificase el nacimiento de la princesa en todos los medios de comunicación.
—Emperador, felicidades por el nacimiento de nuestra princesa.
—Hammer, querido amigo, tus palabras siempre son un aliento para mi cansado cuerpo.
Hammer, era consejero del emperador y su mejor amigo, es un hombre delgado, pero con una lengua que podia ser mordaz o muy amable dependiendo de la situación. Era la persona más importante en el castillo después del gobernante y su esposa.
—Por cierto, amigo mío, las noticias se propagan rápidamente. ¿Es cierto lo que escuché sobre la familia Serverus? —pregunto el mandatario con una mirada atenta y triste a la vez.
—Así es. Es una tragedia, es su primer hijo. Ambos están devastados.
—¡Cielos! Y justo en el nacimiento de mi Katarina. Pobre pequeño... Iré a verlos de inmediato.
Sin pensarlo dos veces, el emperador tomo uno de sus mejores autos, conducido por su chofer más competente, y se dirigio a la casa de los Serverus, una familia noble que ha mantenido una gran amistad con la familia real durante generaciones. Con cortesía, el gobernante toco la puerta.
Fue recibido como corresponde a alguien de su calibre; sin embargo, no se quedo mucho tiempo saludando y, después de preguntar por el hombre de la casa, subio al segundo piso donde encuentra al Conde Serverus sentado, sosteniendo a un bebé en sus brazos.
—Serverus.
Al escuchar su nombre, el hombre se levanto rápidamente acercándose a su amigo para recibirlo adecuadamente.
—Joseph, tú y Isabella, reciban mis felicitaciones por el nacimiento de Katarina.
—Gracias, viejo amigo. Escuché lo de tu pequeño; aún me rehúso a creerlo... ¿Puedo cargarlo? —dijo Joseph, a lo que Serverus le entrego en brazos a un pequeño de ojos carmesí y cabello plateado que, tristemente, habia nacido con una enfermedad crónica que afecta los huesos.
Causa un dolor inmenso, y los médicos, sin ninguna piedad, le habian dado menos de 3 meses de vida.
—¿Tiene nombre?
—Por supuesto... Es el pequeño Fernando —respondio el conde con cortesía y tristeza, lo que provoco la ignorancia del gobernante.
Joseph observo detenidamente al recién nacido.
—¡Lo sabía! Este niño se ve muy fuerte. Confía en mí, amigo, sabes que tengo buen ojo para eso. Dale los mejores tratamientos y crecerá para convertirse en todo un casanova —dijo Albert con una sonrisa que alegro a su amigo.
Después de conversar un rato con Serverus y su esposa, el emperador regresaron al castillo para continuar con su agenda y revisar el progreso de la guerra. Sin embargo, fue detenido por Hammer, quien deseaba discutir un asunto importante.
Sin poder negarse, el emperador es llevado a una amplia habitación donde se encontraban dos niños de aproximadamente 6 años. Presentando un aspecto descuidado y sucio. Hammer hizo que Joseph se sentase frente a los niños explicándole que estos niños fueron encontrados entre los escombros de una de las ciudades del norte, que había sido bombardeada por los ángeles días antes.
—Vaya... Es triste tener a personas tan afectadas por la guerra tan cerca de nosotros. Como gobernantes, a veces creemos que lo tenemos todo. Me disculpo por eso —dijo el mandatario con un tono de arrepentimiento. Es evidente que los niños habian perdido todo. La guerra es algo terrible, ¿no les parece?
—Cielos, en un día tan especial, el día del nacimiento mi pequeña... Pero eso significa que sus vidas también serán igualmente especiales —agrega Joseph acariciando el cabello de ambos niños—. Tranquilos, chicos, todo estará bien, se los prometo.
Sin duda, este día quedo grabado en la historia del infierno de formas que no podiamos ni imaginar.
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Inferno (Inferno 1)
FantasyInferno nos pone en la piel de Katarina Flame, princesa de la dimensión que milenarias tradiciones nos han presentado como "infierno", pero lejos de las clásicas estampas con fuego y tormentos, los "Inferneses" son una sociedad que goza de trabajos...