Perdóname-HOMELANDER x BILLY BUTCHER

Parte sin completar...

Frenchie: ¡Billy, ven rápido!

Billy, con una mirada hacia el hombre en el suelo, soltó su agarre y siguió a Frenchie hacia otra parte de la instalación. Mientras se acercaban a una sala iluminada, Billy vio algo que heló su sangre. Dentro de celdas transparentes, algunos niños pequeños, con heridas visibles y moretones marcando sus cuerpos frágiles, estaban atrapados. Algunos de ellos agitaban sus manos débilmente, mientras otros yacían en un profundo sueño, pero sus rostros mostraban el dolor grabado en sus rasgos.

Se detuvo frente a una niña. Sus ojos grandes y llenos de lágrimas lo miraban con una mezcla de esperanza y desesperación. Recordó las historias de la infancia de Homelander, las cicatrices emocionales que llevaba consigo. El odio que había cultivado hacia él se desvaneció hace mucho, reemplazado ahora por un sentimiento más profundo de empatía y el deseo de proteger.

Un nudo en su garganta le recordó que estos niños no eran diferentes a él mismo cuando era joven, perdido en un mundo de crueldad y abandono. Se arrodilló frente a la niña, encontrando fuerzas en su determinación renovada.

Billy: (con voz suave y firme) Voy a sacarlos de aquí. Todos ustedes.

Las palabras resonaron en la sala, una promesa hecha no solo a los niños frente a él, sino también a su propio yo vulnerable y asustado del pasado. Se juró a sí mismo que no permitiría que Vought continuara con sus atrocidades impunes.

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Homelander se sintió aliviado al ver que la pareja había comprendido la gravedad de la situación. Sabía que tenía que recuperarse antes de continuar su huida, y este pequeño pueblo le proporcionaba el refugio temporal que necesitaba. Con la promesa de la pareja de mantener su secreto, Homelander se preparó para descansar y curar su herida.

Los días pasaron lentamente mientras Homelander se recuperaba bajo el cuidado de la pareja. La infección comenzó a ceder, aunque la debilidad persistía. Durante su convalecencia, escuchaba noticias dispersas sobre la intensificación de la búsqueda de Vought y Pussycat en las cercanías. Cada rumor y cada ruido le recordaban el peligro que acechaba fuera de la seguridad relativa de ese hogar anónimo.

Una mañana, sintiéndose lo suficientemente fuerte como para moverse, Homelander pidió prestado el teléfono celular del anciano para hacer una llamada crucial. Marcó el número de Annie, sabiendo que ella no respondería de inmediato a un número desconocido.

Annie: (voz cautelosa) ¿Hola?

Homelander respiró profundamente antes de hablar, sabiendo que necesitaba convencerla de su identidad.

Homelander: Soy yo, Annie. Necesito tu ayuda urgente.

Hubo un momento de silencio al otro lado de la línea mientras Annie procesaba la voz familiar y la urgencia en las palabras de Homelander.

Annie: (con preocupación evidente) Homelander, ¿dónde estás? ¿Qué está pasando?

Homelander explicó rápidamente su situación, la persecución de Vought, y su necesidad desesperada de refugio temporal.

Homelander: Los ancianos aquí saben dónde estoy. Por favor, ayúdanos. Necesitamos escondernos rápidamente.

Annie asintió, tomando nota de la información.

Annie: Entendido. Nos dirigimos hacia tu ubicación lo más rápido posible. Permanece donde estás y mantente seguro.

Homelander colgó el teléfono con un sentimiento de alivio mezclado con ansiedad. Sabía que la ayuda estaba en camino, pero también que el tiempo apremiaba. Con su hija durmiendo tranquilamente en la cama prestada, se sintió atrapado por una oleada de pensamientos y emociones abrumadoras. La culpa por abandonar a los niños que lo habían ayudado, el cansancio mental por toda la sangre derramada para salvar a su hija, y el peso de sus acciones lo agobiaban profundamente. Su cabeza le dolía intensamente y el pánico comenzaba a apoderarse de él.