CAPÍTULO CATORCE

32 4 5
                                    

Abro mis ojos y todavía siento las manos de Natasha en mi cintura, quiero sonreír porque está mi hermana aquí a mi lado pero no lo hago, suspiro y siento que esas ganas de querer llorar vienen de nuevo pero suelto un suspiro ahogado y paso saliva ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Abro mis ojos y todavía siento las manos de Natasha en mi cintura, quiero sonreír porque está mi hermana aquí a mi lado pero no lo hago, suspiro y siento que esas ganas de querer llorar vienen de nuevo pero suelto un suspiro ahogado y paso saliva una y otra vez. Son las nueve de la mañana y mi padre no tarda en despertarse y levantarnos, así que yo me levanto y voy al baño. Cuando me siento solo soy capaz de pensar de nuevo en esa escena, la mirada de Mike, la chica… ya no quiero sentir esto, ¿cómo lo puedo parar?

Unos toques fuertes a la puerta hacen que interrumpan mis pensamientos, sobresaltándome y noto como mis mejillas están húmedas, ¿de verdad llore? Escucho como mi padre dice que ya nos levantamos, que iremos a almorzar con Mabel y yo trago saliva una y otra vez mientras froto mis manos sobre mis piernas, mi corazón late con mucha fuerza y mi pie está inquieto. Un ataque de ansiedad por solo pensar que lo veré, espero no verlo.

Cuando salgo del baño, Natasha está en el marco de la puerta, no dice nada y niega con la cabeza porque nota mi cara mojada por un intento de disimular que llore.

Voy saliendo al patio, inhaló profundamente mientras esa sensación de malestar viene de nuevo y deseo con todas mis fuerzas no verlo, siento la mano de Natasha entrelazándose con la mía y me mira y puedo leer en su rostro: «Tranquila Paige, yo estaré aquí» me da una sonrisa y caminamos juntas a la casa de Mabel.

Cuando Natasha abre la puerta me permito pasar saliva una y otra vez porque ya soltó mi mano y está hablando con Megan y yo no sé qué hacer.

Lo veo acostado en el sofá, juego con las mangas de mi pijama que decía en grande «Folklore, Taylor Swift» junto con una imagen de ella en esa era en todo la prenda.

Al menos me sentía acompañada por mi Tay.

Muerdo mis labios y sigo parada, acomodo mi mechón de cabello detrás de la oreja y veo a Mabel estar de un lado hacia otro sirviendo, mis pies no quieren responder porque lo vi.

Me permito mirarlo unos segundos pero cuando quiero apartar la mirada de él, hacemos contacto visual. Aún así siento como mi cuerpo se eriza y las mariposas quieren aletear pero no quiero esto, así que aparto la mirada y Mabel me pregunta que quiero comer.

—Sopa estaría bien —respondo sentándome al lado de Natasha y Mabel asiente mientras me acerca un plato lleno de sopa pero con estás emociones dudo que me acabe todo lo que me ha servido.

—Está muy bonita tu pijama, Paige —me halaga Mabel sonriendo mientras sirve otro plato, ¿pero ya somos todos…?

—Gracias —digo sonriendo incómoda.

—¿Mike? Vente a comer, mi niño.

No, no, no y claro que no.

—Si.

De reojo veo como se levanta y pone a cargar su teléfono y se acerca a la cocina y no dice nada, Mike se sienta frente a mí y lo veo tenso porque apenas sí habla y cuando lo hace, es un tono muy inaudible.

Todo el cielo y el infierno que me diste ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora