Capítulo 4

868 110 32
                                    

Dos semanas después...



Para Freen todo fue como un suspiro... un suspiro que se inhala y se exhala con toda la lentitud del mundo... un suspiro que tarda sólo un segundo. La relatividad le había jugado sucio según su punto de vista.


Ahora se encontraba en la habitación que fue suya cuando vivía en casa de sus padres. Se miraba al espejo y no podía creerlo. Jamás imaginó que se sentiría así al mirarse vestida de novia. Nada de alegría, nada de emoción. Sólo tenía ganas de salir de aquel lugar y acurrucarse en su cama y olvidarse de toda la farsa que se había inventado.


Aquella mañana con Rebecca, después de ver sus tres casas, había elegido donde ésta creció. Era más pequeña que las otras y el lugar rodeado de lagos artificiales, le gustó mucho. Lo más difícil fue convencer a sus padres de que la ceremonia se realizara en su casa. Phong y Meena no estaban nada contentos con aquello, pero finalmente aceptaron. La lista de invitados que le envió a Tracey fue realmente corta, aparte de Nam y Owen, sólo había quince nombres más, todos amigos muy íntimos de la familia Chankimha. Los demás invitados eran por parte de Rebecca que también eran pocos e incluían a Irin, Anika y a Tracey, que, aun como invitada, tenía que estar atenta a cómo se realizaban las cosas durante la ceremonia.


Para elegir el vestido de novia, Freen se hizo acompañar por Nam . Por si sola estaba segura que no lograría nada. Escogió el más sencillo que fue de su agrado, con líneas slip dress, tirantes y escote apuntado; de color blanco, lo clásico nunca pasaba de modas. La estilista recogió su cabello en un elegante moño que lucía perfectamente con el vestido. Un maquillaje sobrio complementaba su imagen. Todos les decían que lucía hermosa.


Y allí estaba, mirándose a los ojos preguntándose si realmente sería capaz de llegar hasta el final. Pensó entonces en su padre y la respuesta fue, definitivamente, sí.


Un toque en la puerta la distrajo de sus pensamientos.


—Hey... —dijo Nam cuando se asomó por la puerta—. ¿Cómo estás? — preguntó mientras entraba a la habitación y cerraba la puerta.


Freen caminó hasta a la cama y se sentó.


—Con náuseas.


Nam sonrió y se sentó junto a ella.


—Yo también las sentí cuando me casé.


—Pero por razones distintas. ¿Ya llegó? —preguntó a su amiga incapaz de pronunciar el nombre.


—Aún no.


—Estoy rogando al cielo que se haya arrepentido. Se supone que era una soltera muy cotizada, que no era fácil de echarle el lazo, ¿cómo es que va casarse así de fácil?


—Tal vez te ganaste el premio mayor.


—¡Nam ! No estoy para bromas. Nam rió de nuevo.

Entregandome a tu amor (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora