Capítulo 14

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Freen despertó muy temprano. Aprovechó que Rebecca continuaba profundamente dormida para ir a asearse y luego se dispuso a preparar el desayuno. Quería estar libre para ayudarla a que también se aseara antes que llegara la enfermera.


Cuando terminó en la cocina fue a la habitación y encontró a Rebecca ya sentada en la cama. Estaba muy adolorida, su rostro estaba totalmente fruncido.


—Ayúdame con esto —le pidió en cuanto la vio y desabotonó la camisa del pijama—. Dejaste que me durmiera en pijama, no me gusta dormir con ropa. Es la última vez que duermo así.


—Buenos días —dijo ignorándola por completo.


—Necesito ir al baño.


—Lo sé, pero debes tener cuidado —se sentó junto a ella ayudándola a quitarse la camisa. Se tensó al estar tan cerca de ella medio desnuda. No pudo evitar pasar sus ojos por sus senos. Nerviosa se concentró en desabrocharle el cabestrillo con cuidado de no lastimarla. Luego se lo quitó. Rebecca gruñó cuando bajó el brazo—. ¿Estás bien? —su voz le sonó extraña.


—Sí.


—¿Quieres que quite las vendas del abdomen?


—Si, por favor.


Freen asintió y, a continuación, quitó las grapas que sujetaban las vendas. Tuvo que rodearla con los brazos para desenrollarla. En unos de los movimientos del brazo rozó los senos de Rebecca. Se quedó paralizada por un par de segundos, pero luego se recuperó y continuó. Cuando terminó, las manos le temblaban.


—¿Qué quieres hacer? —preguntó para tener algo que hacer. Rebecca respiró profundo conteniendo el dolor.


—Creo que será mejor que lo intente con las muletas. Me dará más libertad.


—Recuerda bien las indicaciones del médico.


—Lo recuerdo bien.


Rebecca estaba de mal humor. Todo le dolía, hasta respirar y si a eso le añadía que no podía ir a donde quisiera, lo empeoraba todo. Por eso estaba haciendo un gran esfuerzo por no gritarle a Freen que sólo intentaba ayudarla. La vio salir de la habitación y regresar con las muletas. El verlas la descompuso más.


Freen las puso frente a ella.


—Recuerda no forzar el lado izquierdo.


Rebecca asintió. Entonces Freen se acercó, la rodeó por la cintura y ayudó que al levantarse no hiciera tanto esfuerzo. Luego se alejó y le dio las muletas. Las puso bajo sus brazos y se acomodó para dar el primer paso.


Sintió que se quedó sin aire cuando se movió. Freen se acercó a ella de inmediato cuando vio su gesto de dolor.


—¡Maldición! —gruñó—. Duele más que ayer.


Entregandome a tu amor (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora