Capítulo 17

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Su lengua dejaba un camino húmedo y fresco en su recorrido por su estómago. Se detuvo para dibujar la circunferencia de su ombligo; en el travieso jugueteo sus ojos encendidos se encontraron con los suyos. El deseo resplandecía en ellos como el fuego en medio de la noche. Después de humedecer la sensible piel sopló suavemente y el leve frescor la hizo estremecerse. Ella sonrió satisfecha por haber logrado su cometido, entonces siguió adelante. Dejó un reguero de besos por todo su vientre y con impaciencia bajó un poco más hasta...

Freen despertó con la respiración agitada, el corazón golpeándole con fuerza en el pecho y un intenso ardor en sus entrepiernas. Apretó los muslos para apaciguar la sensación, pero en cambio las pulsaciones en el interior de su vientre le dieron un poco alivio.

En medio de la oscuridad, por unos segundos, no supo dónde se encontraba. Su mente y su cuerpo seguían perdidos en las eróticas sensaciones que Rebecca le había provocado en su sueño. Revivió la imagen de sus ojos observándola en medio de deseo y una llamarada recorrió su vientre haciendo la humedad desbordarse sin pudor.

Respiró fuerte y profundo para aclarar sus pensamientos. Entonces nerviosa miró hacia el medio de la cama. Para su suerte, Rebecca no estaba a su lado, de lo contrario seguramente se habría dado cuenta de que lo que pasaba.

Su cuerpo húmedo y caliente era evidencia de su excitación. El sueño que tuvo había sido intenso y muy erótico. Recordó a Rebecca besando su cuerpo, sus manos recorriéndola y se agitó de nuevo. La intensidad de lo que estaba sintiendo la hizo desear que ella estuviera allí para calmar sus ansias. En ese momento, sus pensamientos no eran muy claros, su cuerpo era el que llevaba la batuta en esa obra llamada deseo y que pedía a gritos que el telón se elevara para dar riendas sueltas a la seducción en la que la envolvió esa mujer que irrumpió en su vida para quitar la vendas que toda su vida había llevado en sus ojos.

¿Cómo sería dejarse llevar por ella?

Desde hacía muchos días, Rebecca y ella se habían acercado bastante. Se besaban con frecuencia, a veces tiernamente, otras, no tanto; dormían abrazadas y ésta siempre estaba tocándola como si necesitara estar segura que era real. Ella lo disfrutaba y cada día que pasaba junto a esa mujer la convencía que sus brazos era el lugar donde siempre debió estar, pero aún no estaba del todo segura de dar el siguiente paso.

¿Había llegado el momento?

Si su cuerpo respondía a esa pregunta, la respuesta era absolutamente, sí. No podía dejar de imaginarse a Rebecca haciéndole el amor y eso la encendía. Lo que le asustaba un poco era que no estaba segura de qué hacer, pero también sabía que Rebecca la guiaría, así que ella sólo debía dejarse llevar. Pensando en ello, con el corazón acelerado, el día anterior repasó las escenas del libro que le recomendó Rebecca, Por toda la eternidad. Con esa lectura, la primera vez, se había dado una idea de cómo era todo el asunto entre chicas,

pero era fácil leerlo, la cuestión era si sería lo mismo hacerlo.

Tras un par de minutos pensándolo, se sentó en la cama. Ya había amanecido, las cortinas apenas dejaban pasar un poco luz a la habitación, por lo que casi todo era penumbras. La luz del baño estaba encendida y se escuchaba levemente el agua correr.

Rebecca.

Un estremecimiento recorrió su cuerpo y su corazón palpitó fuerte como una señal de que ambos deseaban lo mismo. Entonces la decisión llegó.

Entregandome a tu amor (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora