Capítulo 15

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A regañadientes, Rebecca volvió a la habitación, luego que despertó.

La enfermera llegó a las 7:00 pm, le vendó el abdomen, limpió su herida, cambió las vendas, le puso la medicación y también volvió a ponerle la camisa del pijama.

—No voy a ponerle el cabestrillo para que no esté tan incómoda —dijo la enfermera—, pero no haga ningún esfuerzo con su brazo.

Freen pudo ver con asombro como ella se las ingenió para quitarse la camisa en cuanto ésta se fue.

—Si no lo hago ahora, me dormiré de nuevo con ropa —alegó al ver la mirada reprobadora—. No me mires así, ninguna mujer se ha quejado antes.

Definitivamente no había manera de que se mantuviera vestida.

—Como si sirviera de algo.

—Tienes razón. ¿Me puedes ayudar con el pantalón?

Freen sonrió rodando los ojos. Resignada por la terquedad de su esposa y segura que lo intentaría y podía lastimarse, le quitó el pantalón.

—¿Contenta? —preguntó.

—Mucho —respondió la paciente con una traviesa sonrisa a la que Freen no pudo evitar corresponder.

—¿Quieres algo en especial para la cena?

—No voy a cenar. Aún me siento satisfecha del almuerzo.

—Está bien. Yo si voy a comer algo ligero. Regreso en unos minutos. Rebecca asintió conforme.

Freen fue a la cocina. Buscó una galleta integral, se sirvió un vaso de yogurt y tomó asiento en uno de los asientos de la encimera. Mientras comía, pensaba en lo que le había dicho Nam. Que debía acercarse a Rebecca. Pero, ¿cómo hacerlo?

No tenía idea, pero si comenzaba a pensar que tal vez era la solución a su inquietud. Como en otras ocasiones, en su cabeza comenzó a surgir imágenes de ella y Rebecca y, de inmediato, su corazón se aceleró y la excitación invadió su cuerpo.

—¡Dios! ¿Cómo puede esto ser posible? ¿Cómo puede ser? —se cuestionó—. Yo con una mujer.

La idea la sorprendía, pero también lo hacia el que no sintiera rechazo por ello. En el primer momento en que surgió la posibilidad de casarse con

Rebecca, besar, estar con una mujer, le pareció extraño. Sólo eso. Ella tenía amistades homosexuales, hombres y mujeres, ella no tenía ningún prejuicio. Cada quien debía vivir de acuerdo a lo que dictaban sus sentimientos. Todos tenemos derecho a la libertad y eso es libertad. Esa es la verdad. Tal vez por pensar de esa manera era la razón por la que no le era traumático enfrentar su nueva, posible, orientación sexual. En ese momento, no estaba segura de nada. Sólo que quería una respuesta y nadie más que ella podía dársela.

Cuando terminó de comer, volvió a la habitación. Como lo esperaba, Rebecca dormía. Se acercó a la cama para arroparla mejor, su torso desnudo dejaba a la vista sus senos y esa imagen no era buena para su salud mental. Ni fisica.

Entregandome a tu amor (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora