Capítulo II - Helado feliz

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Ese día Faris estaba más desanimada de lo normal, sentía cierta dificultad para alegrarse, aunque el hecho de que se alegrara ya fuera raro para ella. Blark se percató de eso estando a un par de habitaciones lejos gracias a su habilidad de omniciencia y fue a donde estaba Faris dejando lo que estaba haciendo para ver en qué podía ayudarla.

-Faris, ¿te sientes bien? No pareces estar bien.

Faris no respondía y simplemente da la espalda sentada en el piso.

-¿Está llorando? -pensó-. No, parece que no, nunca antes la he visto así. ¿Qué se supone que haga ahora?
Blark se sentó en el piso para estar cerca de Faris.

-¿Puedes contarme cómo te sientes?

-He pensado mucho sobre mis ojos últimamente, durante el tiempo que estuve en la guardería los niños y Kido se habían asustado al verme, incluso Alma al principio. No me malinterprete, realmente me da igual lo que piense la gente, pero todos ellos tenían ojos normales y eso me da una duda muy incómoda del porqué mis ojos son así. Sobre todo por el hecho de que mis ojos los uso para hacer cosas sobrenaturales que nadie más puede, todo el tiempo que estuve aquí sin salir no le vi ningún problema, pero se vuelve algo extraño.

-¿Pero entonces cómo te sientes al respecto?

-No lo sé...

-Tus ojos son sin duda muy particulares, tienen capacidades antinaturales que incluso para mí resultan muy extrañas, pues nunca he visto nada similar antes y créeme que he visto de todo en la vida. Pero a todo esto, ¿qué es lo que te preocupa realmente?

-¿No sabes nada sobre el porqué mis ojos son así? Me da igual lo que mis ojos puedan hacer mientras me permitan comer sin tener que tocar la comida, masticar la comida me da asco; pero quiero saber más al respecto.

-Bueno..., no es algo que pueda explicarte todavía, lo siento. Solo no te preocupes por eso ahora.
Ante la negativa, Faris sigue desanimada y sin ganas de hacer nada mientras que Blark solo la miraba.

-Blark, deja de estar en silencio y haz algo para animar a Faris -sugirió Felis apareciendo de la nada.

-¿Qué puedo hacer por ella?
Felis mostró un periódico donde se mostraba publicidad de una heladería conocida como la heladería Feliz Feliz.

-¿Helado? Puedo traer un poco del que tengo guardado en alguna habitación.

-No trates de evitar lo que ya sabes que estoy proponiendo. Llévala a la heladería; de acuerdo con este periódico, el cien porciento de clientes salen de ahí contentos incluso después de un día pesado.

-Pero entonces tendría que llevar a Faris afuera de la casa, otra vez...

-Ya sé que no te gusta en lo absoluto salir, pero esta vez la vas a acompañar todo el rato dentro de la heladería. Comen helado, se alegran por lo que sea que tenga de ingrediente esos helados; esperemos que nada raro, y regresan. No es nada del otro mundo.

-No soporto estar afuera de casa tanto tiempo -decía Blark sumamente estresado por la idea-. Pero bueno, ¿qué opinas, Faris?

Faris estuvo pensando durante todo ese tiempo que Felis y Blark discutían y simplemente asintió con la cabeza sin hablar.

-¿No vienes, Felis? -preguntó Faris.

-El helado no es saludable para los gatos, de todos modos no puedo salir de la casa.

-Todo listo entonces -afirma Blark-, solo espérame un segundo mientras termino de atender a unos amigos que dejé plantados en otra habitación por venir hasta acá. Ya vuelvo.

FarisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora