Doce

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Culpa.

"Saber que alguien está sufriendo por tus decisiones es terrible, pero ese sentimiento se amplifica cuando sabes que pudiste evitarlo y.. Simplemente no lo hiciste, es un castigo sin duda terrible. Te hundes en un abismo en el que no puedes dejar de cuestionarte a ti mismo. "Tal vez si hubiera dicho.... Tal vez si hubiera hecho..."
El castigo es la incertidumbre. No hay forma de saber qué habría sucedido si hubieses tomado otro camino, que hayas tomado una mala decisión no significa que hayas provocado el mal suceso, tal vez estaba destinado a suceder y tú solo fuiste un intermediario. Eso o, tal vez si fue tu culpa."

—Untitled (fecha desconocida)



—Idiota —Dijo en voz baja, Ivan la miró aterrado mientras nosotros nos limitamos a mirar.

Inesperadamente, y a pasos lentos, Maia se acercó a él y continuó hablando.—No vuelvas a dirigirme la palabra en tu puta vida o te juro que te mataré. Recuérdalo, fue tu culpa.

De repente dejó de hablar ¿La razón? Lágrimas. Ivan estaba llorando.
Toda la furia que Maia estuvo destilando cambió al mismo tiempo que su semblante, pero fue durante un lapso tan breve que resultaba apenas perceptible.

—Sé que pedir perdón no hará que las cosas cambien... Pero... Por favor, escúchame al menos por un momento.

Para cuando terminó la oración ella ya se había ido, secó sus lágrimas y nos miró apenado. —No la culpen, tiene razones más que válidas.

Sophia subió sus manos y se cubrió los labios, David abrió los ojos como platos y yo alcé mis cejas tanto como pude.
Desde su lenguaje corporal hasta su tono de voz, todo en Maia gritaba que algo grave había pasado entre ellos.

Luego de escuchar eso, Ivan agachó la cabeza y se alejó sin emitir sonido alguno. Sophia no sabía qué hacía sucedido así que decidimos preguntarle a David (quien siempre parecía saberlo todo) pero su respuesta no satisfizo nuestra curiosidad.
«Estoy igual de perdido que ustedes» fue la respuesta que nos supo dar.

Y creo que no hace falta aclarar pero, no volvimos a cruzarnos con Ivan en lo que quedaba del evento.
Mientras más vueltas le daba al tema, menos sentido tenía. ¿Ellos dos se conocían? ¿Cómo? No logro encontrar conexión alguna entre ambos.
Veamos, Maia ha estudiado aquí toda su vida mientras que Ivan ha sido educado en casa la misma cantidad de tiempo ¿De qué otra manera podrían haberse conocido?

De acuerdo ¿tal vez fueron vecinos? Ivan dijo que la última vez que se mudó tenía 14 años así que sería un poco complicado que algo grave suceda antes de esa edad pero, ¿Maia se ha mudado alguna vez? Podría empezar a investigar desde ese cabo suelto.

—¿Otra vez pensando en el tema? Ya te dije, lo sabremos cuando sea momento. —Sophia llegó y me sacó de mis pensamientos abruptamente. Había comprado hot-dogs para David y para mí así que estábamos en una mesita de madera esperándola.

—Sé que Maia nunca habla de sí misma, pero apuesto a que tiene sus razones. Cuando se sienta lista nos contará algo al menos, estoy segura.

David asintió y yo me limité a darle un mordisco a mi hot-dog, pensando en lo que ellos no sabían y yo si. Algo parecido a culpa estaba por empezar a invadirme, pero Maia acudió en mi rescate justo a tiempo.

—Bell ¿Puedo hablar contigo un momento?

Al escucharla estuve cerca de atragantarme, hay algo en su voz que hace que suene diferente pero no identifico el qué.

Rápidamente me levanté del que antes era mi asiento y la seguí.
Caminé detrás de ella un largo rato, lo suficiente como para acabar en el viejo salón de música.
Al llegar tomó asiento frente al piano y yo hice lo mismo.

—¿No preguntarás? —Soltó de repente, se ha vuelto una especie de costumbre.

—¿Me responderás si te lo pregunto?

El lugar se vio invadido de duda, ella estaba pensando en algo para responder pero, hasta lucía un poco aturdida. El silencio inundó la habitación. Pasamos minutos mirando a la nada, inmóviles.

—Quisiera poder hacerlo. —Contestó al aire.

—¿Hacer qué?

—Contarlo todo y deshacerme de esas cargas, quisiera ser sincera con ustedes y conmigo, quisiera dejar de correr. Estoy cansada de correr.

—¿Quieres detenerte? O podemos correr juntas, también tengo cosas de las que corro ahora mismo.

—¿También sientes que hay cosas que no te dejan respirar?

—Por supuesto que si, y es desesperante. Pero estamos atravesando un procesos para cada aspecto de nuestras vidas. —Contesté y ella, mirando al suelo, asintió leve e imperceptiblemente. Su rostro lucía preocupado pero aún algo desorientado, no dijo más y empezó a tocar.

Nunca supe cómo lo hacía, pero ella sabía cómo transmitirte diferentes emociones incluso cuando tocaba la misma pieza. Nunca he sabido interpretar música incluso cuando tiene letra, así que jamás intenté siquiera aprender a interpretar instruméntales,  pero ¿Maia? 

Maia podía hacer que lloraras escuchando Ronda Alla Turca de Mozart* o que tus pies quisieran bailar con Valse Sentimentale de Tchaikovsky**, sus dedos bailaban sobre cada tecla y observar el acto de cerca se sentía casi pecaminoso.

Incluso sin conocerla cualquiera podría haberlo notado, Maia tocaba con amor y yo la admiraba infinitamente por eso.
Podías sentir si Maia estaba feliz, si estaba triste, molesta, disgustada, si tenía ganas de morir o si quería salir y hablar.

Fue gracias a las veces que la vi tocar que aprendí a leerla, la velocidad con la que movía sus dedos, la posición de sus cejas o la dirección en la que su cabeza estuviera inclinada, me acostumbré a fijarme en cada uno de los detalles que la conformaban.
Empezó siendo un hábito para cuando la observaba tocar, pero luego leerla se volvió parte de mi vida diaria.

Maia se convirtió en alguien que me parecía transparente; lo cuál es irónico porque, si bien es cierto que podía notar lo que sea, me resultó IMPOSIBLE notar lo que sentía y tampoco entendí su odio hacia Ivan hasta que ella misma me lo confesó (que fue mucho tiempo después de los hechos actuales.)

No tengo arrepentimientos, al menos no que yo recuerde hasta este punto de la historia.
Su cabello sacudiéndose con el viento quedó grabado en mi memoria desde esa noche en el parque, cuando intenté curar sus heridas y ella sin saber terminó curando las mías.

Compensó sus heridas físicas con mis heridas emocionales. Yo no dejé de hacerle preguntas y ella no dejó de esperarlas y contestarlas.

Solo hubo una pregunta que le hice y que jamás me contestó; me es difícil de creer porque, es una pregunta tan simple, tan breve y ambigua, tan... tan sencilla, que aún ronda mi cabeza. ¿Por qué?
Nunca recibí respuesta, ha pasado tanto tiempo que sé que debería olvidar siquiera que alguna vez tuve esa duda; pero, inconscientemente, una parte de mí sigue esperando.






Mozart* : Compositor, pianista, director de orquesta y profesor alemán famoso del siglo XVIII.

Tchaikovsky** : Compositor ruso también famoso del siglo XIX

Sentir sin sentir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora