Uno - ¿Cómo, Cuándo y Dónde?

13 4 0
                                    

Encontrar, 2015.

Temprano por la mañana, despierto gracias a la alarma de mi celular. Mi canción favorita, siempre me levanto con buenos ánimos gracias a eso.
He oído que nunca debes poner una canción que te guste como alarma porque empezará a parecerte
fastidiosa, gracias a Dios no es mi caso.
Me doy una ducha rápida y me pongo mi uniforme tan pronto como salgo del baño, intento arreglar mi
cabello pero es en vano, tan rebelde como siempre.
A veces odio tener el cabello ondulado-casi-rizado.

—¡Bell, baja a desayunar!

Escucho a mi madre llamar desde la planta baja, recorro las escaleras lo más rápido que puedo y no
detengo mi paso hasta que llego hasta la mesa.

—Termina de comer rápido o se te hará tarde en tu primer día. Debes dar una buena impresión ¿Puedo confiar en que harás al menos eso?

Para ser sincera dar una buena primera impresión es algo que yo también quiero conseguir, pero ya he fallado en dos de las tres cosas que me propuse para hoy:
1- Dormir bien la noche anterior para tener el rostro descansado y no parecer un fantasma aterrador. No
pude dormir por la emoción de que hoy sería mi primer día de clases ¡Reintegrándome a la sociedad!
2- Llevar el cabello decente. Ya vimos cómo me fue con eso, no creo que necesite más explicación.

—Si mamá, te preocupas demasiado, todo saldrá bien. Sé cómo cuidarme.—Le digo en un intento de calmarla, se pone muy nerviosa por todo. Me levanto del comedor junto a mis platos y me dirijo a la cocina para lavarlos.

—Gracias, por favor pórtate bien y trata de no hablar demasiado durante clases o los profesores te
regañarán. Deja esos platos ahí y vete de una vez, se te hará tarde. —Me enternece que crea que hablaré allá.

—Está bien mamá, me iré en bicicleta así que es imposible que llegue tarde hoy.

—¿No prefieres que te vaya a dejar? De todas formas me queda de camino al trabajo, que puedo pasar
dejándote.

—De acuerdo, me parece bien.

Y nuestra conversación termina ahí. Mi relación con mi madre es... buena, supongo.
Desde la muerte de papá se ha vuelto una madre sobreprotectora, así que a veces me resulta un poco asfixiante, pero está bien, entiendo que solo está
preocupada. Al ser hija única enfoca toda su atención en mí, supongo que es por eso.
No quiere que se repita la historia, dice que perdió a mi padre y que no me perderá a mí.
Fue difícil para ambas pero más para ella, lo sé porque desde mi habitación la escuché llorar cada noche.
Él falleció en un accidente, un conductor ebrio e irresponsable se cobró la vida de un peatón que a su vez era un padre de familia ejemplar y dos años han pasado desde el incidente.
Nos mudamos luego de eso, mamá no podía sobrellevar las cosas y cada vez que pasaba cerca de la calle en la que todo pasó rompía en llanto.

Yo estaba siendo educada en casa, mamá se negaba a dejarme salir sin ella. Finalmente empezó a ir a
terapia y hoy por fin volveré a la escuela.
Tampoco es como si yo hubiese salido ilesa de ese suceso, tengo ataques de pánico de vez en cuando y
aún no identifico el detonante de ellos.

—Aquí estamos. ¿Trajiste todo? ¿No se te ha quedado nada? ¿Y tus pastillas?—Mamá me quita el
cinturón de seguridad aunque yo misma puedo hacerlo, ya hemos llegado y es hora de bajarme del auto.

—Si, no, estoy bien. Puedes seguir tu camino tranquila, entraré.
—Bell, sé que dije que empezaría a soltarte un poco pero dame tiempo. Es difícil para mí.

—Lo sé, mamá. No te preocupes, te entiendo.—Le dije mientras agarraba mi mochila y abría la puerta
del auto, me bajé rápidamente y me despedí de ella agitando efusivamente ambas manos. Obtuve un
beso volador de respuesta por su parte.

Sentir sin sentir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora