Capítulo 20

43 6 4
                                    

Encuentros reales

Creo recordar que tenía los labios separados, con la boca, ligeramente, entreabierta, esperando por el beso. Mi respiración estaba acelerada, y mi corazón latía con fuerza como si deseará gritar todo lo que mi cerebro le decía que callara. Con todo ello a cuesta, aguardaba por el beso, pero nunca llegó.

Después de unos segundos de espera, abrí un ojo, y luego el otro, solo para contemplar a Lyota a una distancia prudente, con la mirada puesta en el piso y actitud de resignación.

–¿Q... qué sucede? –inquirí confundido.

–Esto... no es correcto.

–No... pero pensé que lo deseabas.

–No se trata de lo que deseo, sino de lo que debe hacerse. Vos te vas a casar con Ilan y yo...

–¿Y nosotros? –lo interrumpí.

No obtuve respuesta. Imaginé que sería así, pero guardabas esperanzas de que me ofreciera alguna. Frente al silencio, me indigné, aunque no era el único sentimiento que experimentaba, me sentía avergonzada y humillada. Sí, con términos femeninos, estaba sufriendo un rechazo, pero como mujer.

No deseaba ser visto en esa forma, así que sin decir una palabra más, entré en mi habitación y cerré la puerta tras de mí, sin darle la posibilidad a que diga algo, si es que tenía la intención de hacerlo.

Apoyé la cabeza en el marco, un sin fin de sentimientos me invadieron. Mi respiración estaba agitada en una mezcla de rabia y excitación. Varias veces estuve tentado de abrir la puerta con la esperanza de que Lyota siguiera allí, pero me resistí a la tentación.

Me miré en el espejo de la habitación, que como siempre me devolví la imagen de una bella ¿princesa? No lo sé, supongo que sí. Pero había algo más profundo que debía admitir, por más que me costara hacerlo: lo había deseado, había deseado estar con él como mujer. Estaba completamente seguro de que si no se hubiera arrepentido estaba dispuesto a entregarme en cuerpo y alma. Estaba dispuesto... estaba dispuesta. Ya no tenía sentido negarlo, me veía como mujer, pensaba como una, y sin duda comenzaba a sentir como una.

Me recosté en la cama mientras seguía meditando hacia donde iba mi vida.

Alguien llamó a mi puerta interrumpiendo mis pensamientos. Sentí mi corazón acelerarse rápidamente, creyendo que si había arrepentido, que había recobrado el valor que perdió.

Como una doncella tonta corrí hacia la puerta pensando arrojarme a los brazos de mi amado, pero estaba equivocada. Frente a mi puerta quien aguardaba era Ilan.

–¿Ilan? –balbuceé.

–Princesa.

–¿Qué...?

Me cayó, colocando con delicadeza un dedo sobre mis labios. Luego puso sus manos sobre mis hombros desnudos. Estaba helada no sabía cómo responder. Comenzó a acariciarme mientras se animaba tímidamente a acercarse a mis zonas privadas. Estuvo a pocos centímetros de mis pechos, cuando hablé.

–Espera.

–¿Deseas que me detenga?

Cerré mis ojos, intentando poner en orden mis pensamientos, mis sentimientos.

–No –dije al fin, llevando sus manos hacia mis pechos.

La princesa interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora