Intimidad real
Entregarme a un hombre, debía entregarme en cuerpo y alma a un hombre. Desde luego no tenía claro cómo debía hacerlo, porque simplemente nunca lo había hecho, ni siquiera se me había cruzado por la cabeza.
Sin embargo, allí estaba con un hombre que luego de acariciar mis senos, poco a poco me fue despojando de mis ropas. Sabía de la ambigüedad que aún presentaba mi cuerpo, no me asustaba, pero me preocupaba como podía reaccionar Ilan, aunque me reconoció saber cómo era mi cuerpo, y sí le molestaba o le causaba alguna expresión negativa, jamás me la hizo notar.
Mientras todas esas ideas corrían por mi cabeza, Ilan no se detuvo en su aventura de desvestirme, y antes que pueda meditarlo fríamente ya me encontraba en ropa interior. Debo reconocer que sentía algo de vergüenza, pero interiormente se despertaba una llama de pasión y deseo, deseo por ver aquel príncipe también desnudo. Ya no había caso negarlo, lo deseaba, lo deseaba como mujer.
Mis manos se movieron casi sin pensarlo. Desabroché su camisa, botón por botón, luego se la quité, dejando frente a mí un torso marcado, decorado por algunas cicatrices dándole un aire más varonil. Mi respiración se aceleró al igual que mi corazón.
Nuestros ojos se conectaron durante unos breves segundos, hasta que los labios se unieron con pasión y excitación. Las pocas prendas que aún nos cubrían fueron arrebatadas con violencia.
Caímos en la cama, donde continuaron las caricias y los besos. Me di cuenta que en el cuerpo de una mujer las sensaciones son muy distintas, el cuerpo está lleno de puntos erógenos que transmiten distintas sensaciones, e Ilan parecía conocerlos a la perfección y me hacía explotar de placer. Soltaba gemidos y gritos sin ningún control, pero también sin pudor.
No sé cuánto tiempo transcurrió entre caricias y besos. Pero en un momento sentí la necesidad de ser penetrada, de sentirlo dentro de mí. No se lo dije con palabras, pero se lo hice saber con mis ojos.
Mi ausencia de genitales femeninos nos obligó a recurrir a otros métodos. Ilan me sonrió con dulzura, mientras acariciaba mi larga cabellera rubia. Con delicadeza me hizo girar hasta darle la espalda. Sentís sus manos pasando suavemente de mi espalda a mis nalgas.
-¿Estas segura? –me pregunto mientras seguía acariciándome.
¿Lo estaba? Es difícil de decir, después de todo una serie de circunstancias me había empujado a este punto ¿Todo era parte del destino o mis acciones y decisiones habían jugado un papel importante?
-Sí –afirmé finalmente aun insegura.
No era una decisión menor lo que estaba a punto de hacer. Estaba segura que luego de esto mi cuerpo se modificaría completamente, quizás incluso despertaría esa magia interna que aseguraban que tenía.
"Adiós Antonio" me despedí, mientras una lágrima me acariciaba la mejilla.
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La princesa interior
RomansaLas fuerzas del mal crecen en la oscuridad y amenazan romper con la paz. Se ha profetizado que la princesa Anastasia, reencarnaría si el reino de Riverlane corre peligro, ya que solo ella puede salvarlo... pero la princesa ha renacido en otra realid...