Una decisión real
Quería besarlo y quería que él me besara. Quería sentir sus labios sobre los míos, quería que ese instante no terminara nunca. Pero no fue así, nada de lo que deseaba sucedió.
Se apartó antes de tener contacto físico.
–Lo siento –se disculpó dándome la espalda.
–No... no pasa nada –respondí apenado.
Los dos teníamos cosas para decirle al otro, pero los dos nos guardamos todo ello en nuestros corazones. Yo aún no lograba atravesar la barrera social autoimpuesta de besar a un hombre. Lyota, por su lado, era una persona honorable, y no estaba dispuesto a anteponer su felicidad al bienestar del reino.
Cuando tuve el valor de levantar mi mirada para observar a mi acompañante, permanecía dándome la espalda. Lo contemplé en todo su esplendor, no entendía cómo podía sentir tanta atracción hacia una persona a la que había conocido solo un par de semanas atrás.
Sin decir una palabra más caminó unos pasos con la intención de retirarse.
–Lyota –llamé casi sin pensarlo.
–¿Si? –Detuvo su andar, pero continuaba sin mirarme.
Vacilé unos pocos segundos, mi lengua no quería expulsar las palabras que mi corazón gritaba. Estrujé la falda de mi largo vestido como si esa tonta acción fuera suficiente para tener valor.
–Buenas noches –dije al fin simplemente.
–Igualmente... su majestad.
Me quedé solo en aquella enorme sala, apenas acompañada por las velas cuyo fuego jugueteaba con mi sombra.
La mañana siguiente se presentó gris, como era habitual en aquel lugar donde los colores eran escasos. Necesitaba otro paseo, pero no por un palacio amurallado y rodeado de guardias. Quería conocer el pueblo, mi pueblo en la teoría.
–No sé si es buena idea –exclamó Mirra cuando le conté de mi deseo.
–No es una opinión lo que necesito, sino alguien que me acompañé, y vos vas a ser esa persona.
–Bueno... desde luego, pero deberíamos llevar a unos soldados, para que la protejan.
–No será necesario, pienso de ir de incognito, búscame ropas más sencillas.
Mirra no estuvo de acuerdo con mi plan, pero bien sabía que no me podía hacerme cambiar de opinión. Me consiguió ropas oscuras y sencillas como vestían las mujeres campesinas. Oculté mi largo cabello tras una capucha y salimos al mundo real.
Vagamos cerca de una hora por el pueblo, cada persona cumplía con la labor asignada, herreros haciendo herramientas, campesinos cargando distintos objetos en carruajes, casas fabricadas rudimentariamente con madera en fin lo mismo que había visto en cientos de películas medievales.
–Creo que ya es hora de regresar su majestad –me sugirió por lo bajo la mujer que me acompañaba.
La oí, pero mis ojos estaban deseosos de ver más, de llegar a comprender ese mundo donde la suerte me había traído. Miré por la ventana abierta de una vieja choza. Dentro había niños comiendo un poco pan duro. Cuando finalizaron, exigieron por más.
–No –dijo la madre con pena –, lo que queda debe alcanzar para mañana.
Nunca había sido una persona con especial empatía, pero la imagen me destrozó el corazón.
–Nuestro pueblo pasa por un período de escases de alimentos –me explicó Mirra –. Desde que no hay magia aquí, las cosechas han ido de peor en peor.
–Pero hay comida... en el palacio.
–Sí, pero los graneros reales comienzan a vaciarse, necesitamos racionalizar la comida.
Un fuerte viento me azotó en el rostro, como un golpe de realidad. Empezaba a entender las penurias de aquel reino sin mi presencia, y sin la presencia de la magia.
Con las imágenes desgarradoras de un pueblo sufriendo regresé al palacio. Allí las imágenes era diferentes: me encontré con miembros del concejo, todos estaban bien alimentados y con ropa fina, incluso algunos estaban excedidos de peso.
Durante el almuerzo exigían más de un plato de comida.
Sentí una fuerte indignación en mi interior. Llamé por con un gesto a unas de las sirvientas que aguardaba en un rincón.
–Ordené su majestad –dijo con la mirada baja.
–Por favor, retira los platos de todos, y guarda las sobras.
–Por supuesto.
En pocos minutos el almuerzo daba por finalizado por decisión mía.
–Esto es inaudito, recién comenzábamos –exclamó uno de los miembros más obesos.
–Nuestro pueblo pasa hambre –me puse de pie –. Racionalizan los alimentos, pues bien nosotros haremos lo mismo, hasta que las cosechas mejoren.
–Eso es una tontería, podrían pasar años hasta que eso suceda.
–Esperemos que no –respondí con firmeza –. Pero si sucediera no debería preocuparse, según veo se ha hecho de una gran reserva de alimentos.
El hombre no dijo más, pero sin duda había logrado herir su orgullo, estaba rojo de vergüenza. Por su lado Lyota a mi lado no paraba de sonreír divertido por la situación.
Cerca de la tarde me encontraba mirando por unos de los balcones del palacio, sentí unos pasos a mi espalda y vi a Lyota acercándose.
–Lo hecho hoy fue una muestra de verdad amor a su pueblo –reconoció.
–Gracias –sonreí – . Pero no es suficiente para nuestro pueblo.
–Lo sé, sin embargo es una gran paso –hubo una breve pausa –. Anastasia lo que sucedió anoche... yo...
–Tengo más ideas –lo interrumpí volviendo a mirar por la ventana, sabía que no había caso de hablar sobre lo sucedido –. Pero voy a necesitar tu ayuda.
–Yo estoy para ayudarte... en todo.
Mis ojos variaron entre el rostro del hombre y pueblo. Si el destino me había traído a ese lugar al menos haría todo lo que estuviera dentro de mis posibilidades para ayudar.
![](https://img.wattpad.com/cover/356447423-288-k284680.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La princesa interior
RomanceLas fuerzas del mal crecen en la oscuridad y amenazan romper con la paz. Se ha profetizado que la princesa Anastasia, reencarnaría si el reino de Riverlane corre peligro, ya que solo ella puede salvarlo... pero la princesa ha renacido en otra realid...