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La relación entre TN y Athanacio había florecido en una hermosa historia de amor que culminó en su unión como emperadores de su reino. Su primer bebé, un hermoso niño llamado Aleron, se había convertido en el centro de su felicidad. Sin embargo, esta dicha no era compartida por todos. Claude, el hermano de Athanacio, había sido comprometido con TN antes de que el destino decidiera otro camino para ellos.
Claude, consumido por los celos y la frustración, había desarrollado una inquietante costumbre de espiar a TN y Athanacio. Desde las sombras, observaba sus momentos más íntimos, su deseo y amor, sintiendo una mezcla de rabia y añoranza por lo que él consideraba que le habían arrebatado.
Una noche, mientras la luna llenaba el cielo con su resplandor plateado, Claude decidió llevar su obsesión un paso más allá.
TN y Athanacio estaban en su dormitorio, la atmósfera impregnada de amor y deseo. La suave luz de las velas arrojaba sombras danzantes en las paredes mientras ellos compartían caricias y susurros.
Athanacio..Te amo más de lo que las palabras pueden expresar
murmuró Athanacio, acariciando el rostro de TN.
TN. Y yo a ti
respondió TN, sus ojos brillando con devoción.
Sin embargo, esa noche no sería como las demás. Sin que ellos lo supieran, Claude había decidido actuar. Sigiloso como un felino, se acercó a la puerta de su habitación y, aprovechando un momento de distracción, la abrió con cuidado.
Claude se deslizó en la habitación, su presencia pasando desapercibida al principio. Sus ojos se clavaron en la pareja, llenos de envidia y deseo.
TN y Athanacio, absortos en su amor, no notaron la intrusión hasta que fue demasiado tarde. Claude se acercó más, incapaz de contenerse.
