Capítulo 18 Eres mi luz

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Ethan

Después de que los camareros se retiraron, mi suegro, el señor Blair, sirvió vino en la copa de cada uno. Cuando el líquido rojo llenó la de Seth, él la tomó con sus temblorosas manos, tras olfatearlo un poco, decidió darle un sorbo, entonces arrugó su cara en una mueca y se sonrojó. Yo reí un poco.

-¡C-cállate! Puedo con esto -afirmó el rubio, frunciéndome el ceño. Rodé mis ojos y asentí, después me acerqué a su oído.

-Confío en ti, pero si te pones como la última vez, no prometo controlarme -susurré y luego me aparté con una sonrisa inocente. Seth se sonrojó hasta las orejas y tragó saliva.

-¡Toda la comida luce estupenda! -exclamó Johanna, dando pequeños aplausos. Marcos asintió.

-Si me lo permiten, me gustaría proponer un brindis por su relación, espero que sean muy felices -propuso mi suegro, levantando su copa con entusiasmo. La madre de Seth sonrió ampliamente y asintió.

Al escuchar su propuesta, jadeé sorprendido y me sonrojé un poco, entonces agaché mi cabeza y miré mi reflejo en el líquido rojo.

Mis padres jamás habrían hecho algo así por mí... Probablemente habrían estado toda la cena cuestionando a mi novio para determinar si cumple o no con sus expectativas.

-¿Quién es el apenado ahora? -preguntó Seth, mirándome de reojo, luego me dio un codazo. Lo fulminé con la mirada y dejé escapar una risita.

Todos levantamos las copas y las chocamos con suavidad, la colisión de los cristales provocó un débil sonido que lentamente desapareció en el silencio.

-¡Salud! -exclamó Marcos y se bebió todo el contenido de su copa de un solo sorbo.

Me sorprendí mucho al ver eso, pues la única persona que había conocido con la capacidad de beber así era mi padre.

Después del brindis, comenzamos a comer. El filete tenía un sabor único. Mientras comía, tuve una idea, así que... Tomé un cuchillo y corté un trozo de carne, lo tomé con el tenedor y luego lo acerqué a la boca de Seth.

-Di ahh -pedí y sonreí. Él rio avergonzado y abrió su boca.

Metí la carne en su boca, sus hermosos ojos miel brillaron como estrellas cuando el sabor del filete invadió su paladar. Johanna nos miraba con una sonrisa cálida, mientras que el señor Marcos dejó escapar una carcajada al ver a su hijo apenado.

-Y cuéntame, Ethan, ¿Cómo se conocieron? -preguntó el señor Blair y metió un rollo de sushi a la salsa de soya con ayuda de los palillos.

Ante su cuestionamiento, Seth y yo abrimos los ojos como platos y nos miramos con terror. (¡Mierda! Ni borracho les puedo decir lo que ocurrió ese día), pensé y tragué saliva.

-E-este... M-mamá, papá, disculpen, tenemos que ir al baño -notificó Seth nervioso.

Ambos asintieron, entonces él se levantó, me tomó de la muñeca y me arrastró al baño.

Y como no, el maldito baño también es realmente lujoso. El suelo es de cerámica negra, tan brillante que puedo ver mi reflejo en él; las paredes son blancas igual que el techo. Hay varios cubículos con puertas plateadas muy relucientes.

También hay enormes espejos frente a los lavabos de porcelana, en el techo hay candelabros muy ostentosos.

Seth me arrastró hasta un cubículo y cerró la puerta a sus espaldas.

-Ni locos podemos decirles cómo diablos nos conocimos, seguramente les daría un ataque de pánico o algo -dijo Seth, mirándome con terror. Solté un largo suspiro y asentí.

Tormenta de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora