Capitulo 32

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Rachell POV

Me siento perdida.

Estoy perdida.


En instantes como estos observo toda mi vida pasar frente a mis ojos, y me molesta no haber hecho algo antes, me molesta no haber actuado en el momento exacto... me molesta ser yo. Es como si el mundo se revelara contra mí, como si me quisieran fuera de este planeta de una vez por todas, pero la necesidad de torturarme cada vez peor, persiste. Mis pensamientos son depresivos, lo sé, pero ¿Qué quieren que haga? ¿Qué sonría porque perderé mi dignidad? ¿Qué piense en las cosas buenas de la vida en momentos como estos? ¿Qué piense que me vendrá a salvar Superman o Batman? Desearía volver al pasado, exactamente en el momento en el que me puse frente a Alex y recibí ese disparo; desearía tomar esa pistola y apuntarla contra mi cabeza... simplemente, no desearía estar acá, solo quiero desaparecer, es lo único que anhelo.

Estoy colocada en la misma posición hace más de 5horas, si, cuento cada segundo ¿acaso tengo algo mejor que hacer? No, solo esperar. No puedo moverme, siento la piel desgarrada en mis muñecas y piernas por causa de la soga y el movimiento brusco que hice. La sangre se encuentra allí postrada, seca, como un tatuaje... la luz de la luna que se asoma por la ventanilla la hace ver así, como tatuajes (quisiera que fuera eso)

Me pregunto qué pasa en la Universidad; ¿las chicas se habrán percatado de mi ausencia? Bueno, creo que eso sería obvio. Lo que menos quiero es que se preocupen, y George... él es tan bueno y tan, ¿lindo? Bien, no hablo de lo físico (sabemos que es hermoso físicamente) hablo de ''su interior''. Es comprensivo y detallista, me ayuda a olvidarme de los problemas cuando estoy con él, pero hasta ahora me doy cuenta de su valor, hasta ahora que... no está a mi lado y que tal vez no lo volveré a ver en mucho tiempo, o tal vez, nunca más.

-Todo es tu culpa, Rachell- murmuro- Deja de pensar idioteces y de lamentarte, no puedes hacer nada, todo esto pasa por tu culpa, no lo podrás remediar...

Las lágrimas saladas caen por mi mejilla mientras sigo observando la pared de concreto, pero no hago ningún tipo de sonido, solo dejo mis ojos secarse, solos.

-Rachell- escucho entre hipo- Amor, ¿Dónde estás?

Mi corazón se acelera rápidamente, mi estómago se inunda de sensaciones que odio; el miedo se adueña de mi cuerpo, el cual, comienza a temblar sin freno.

-Esto es una pesadilla... es una pesadilla- pienso tratando de convencerme de ello.

Esto no puede pasar.

-¡Rachell!- grita

Mi corazón se acelera aún más y mis ojos se tornan como platos.

La puerta (o lo que queda de ella) Se abre bruscamente chocando contra la pared, derrumbándose en pedacitos, dejando solo un hueco sin vacío y a él a la vista.

-¿Estas dormida?- balbucea acercándose con pisadas tontas.
-Sebastián, por favor- suplico entre lágrimas e intento acurrucarme en mi propio cuerpo.
-No llores- exige acostándose a mi lado, chocando su pecho contra mi espalda- No te haré daño.
-Te lo suplico, no lo hagas- digo cerrando los ojos y tragando saliva.
-¿Qué quieres que no haga?

Siento como un dedo de su mano avanza por mi espalda.

-¡Por favor!- digo moviéndome, lo que provoca que las heridas de mis extremidades vuelvan a arder conforme la sangre se abre paso entre la soga.

Él se levanta entre risas, falsas... de borracho.
Se acerca a el respaldo de la cama en el cual se encuentran atados mis pies y se posiciona de manera que puedo ver su figura.

-¿Te duele?- pregunta refiriéndose a la atadura en mis pies.

Me limito a no responder.

-¿Te duele?- pregunta nuevamente, pero con tono amenazante.

Trago saliva.

-¡He preguntado que si te duele, estúpida!- grita

Asiento dejando escapar un sollozo.

-Como lo siento- dice sarcásticamente- No era mi intención amarrarla tan fuerte.

Sus manos se acercan a mi pie derecho, justo en el nudo que une la soga con mi piel. Por un momento tengo la esperanza de que la aflojara, pero ese pensamiento se borra al sentir un agudo dolor. Él ríe mientras aprieta aun con más fuerza la soga.

Mis gritos inundan la habitación.
Jamás había experimentado un dolor como este, es odio mezclado con sangre.

-Mucho mejor, ¿no?- dice soltándome luego de unos segundos.

Trato de recuperar el aliento y de alejar las lágrimas.

-Al parecer también te duele esta otra atadura- dice ahora refiriéndose a mi pie izquierdo.

No respondo, solo cierro mis ojos y espero la tortura nuevamente.
El dolor de la sangre llenando cada centímetro de piel en mi tobillo es reconfortarle al pensar en todo y en que en realidad estoy al borde de la muerte... duele pensarlo y duele aún más saber que quieres que pase de una vez por todas sin aun poder dar lo último de ti, pero que prefieres eso en lugar de estar sufriendo esto 4 veces, en cada una de mis extremidades... duele saber que ni siquiera pude despedirme de los que más quiero, duele saber que... no lo haré.

Luego de minutos infernales, se aleja de mí y se recuesta a la pared. Suena exagerado, pero la sangre recorre mis brazos, mis pies... esto no es una broma, no es mentira, lo hizo.

-Eres un maldito psicópata- digo en un hilo de voz.

Mi garganta duele por culpa de los gritos, que eran inevitables, claro. Mi cuerpo duele también, y mis pensamientos me torturan, ¿hay algo peor?

-Es excitante- dice levantándose- Aún más si estas tomado y tienes una hermosa mujer a tus pies.
-No estoy a tus pies grandísimo imbécil- respondo- Eres tan asqueroso que siquiera puedes conquistar a una mujer como tiene que ser, solo la lastimas.
-Me encanta recibir clases de cómo debo ser- ríe- Pero no es algo que me interese.

Su mano se adentra en el bolsillo de su vaquero.

-Hoy será la mejor noche de tu vida, y supongo que la mía también- dice observando lo que se haya en su mano.
-Sebastián- digo invadida por el miedo- Yo... yo prometo estar contigo, prometo ser todo lo que quieras, pero no lo hagas... te suplico, te lo ruego- agrego entre sollozos- No lo hagas.

Ríe desatando la faja de su vaquero.

-Es inevitable, cariño- menciona recostándose sobre mi cuerpo.
-¡No lo hagas!- grito- ¡Por favor!
-Grita todo lo que quieras, te hará falta- sonríe de lado.

Cierro mis ojos y aunque esté pasando, aunque mi mundo se esté derrumbando en este mismo instante, trato de pensar en cómo sería mi vida alejando todo lo malo que me paso... solo lo imagino y trato de encontrarme allí, viviéndola y siendo feliz... por unos pequeños segundos.

Escapando nuevamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora