Capitulo 27

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1 mes después.

Bien, ¿Qué ha pasado? Nada interesante, bueno, podría decirse;

Miranda aún sigue acá, han logrado convencer al director de que añada una cama más a nuestra recamara y así, estar juntas, y aun no entiendo cómo ha cabido en este lugar tan pequeño.

George y yo aún no somos nada, pero... cada vez siento que es aún más tierno, comprensivo, increíble. Si, ha donado su herencia a muchas caridades de niños tanto como de adultos, y aun así, no se le acaba; es lo que más quiere y dejar de lidiar con su familia. Su prima viene mañana a ''tomarse un café'' con nosotros (hoy es sábado)

He logrado esconder a Miranda de Jeremy por un largo tiempo, pero creo que poco a poco esto se va complicando y pronto se encontraran, lo peor es que... Jeremy aún sigue con la plástica de Nicol, y le he preguntado a Miranda de él, adivinen; no lo olvida. Complicado.

Alex... aun pensar en el me duele, pero creo que mi herida se está sanando, aunque ese sentimiento de culpa no se aleja, aun convenciéndome de que es lo mejor. No lo volví a ver ni a saber nada de él, pero de lo que estoy segura es de que Miranda se encuentra con él todos los fines de semana; no le pregunto sobre él, me duele solo pronunciar su nombre.

Zoe se lleva muy bien con Miranda, como es de esperarse, son tal para cual, y como lo ha dicho mi mejor amiga hace un mes; somos el trio incontrolable (por decirlo de alguna manera) Mi estudio es exactamente igual al del colegio, pero la gran diferencia es que acá no soy ''la rarita''.

Las plásticas; creo que se imaginaran lo que pasa, no... no nos dejan en paz, y en más de una ocasión nos han hecho burla por toda la Universidad, tanto en esta área (recamaras) como en las aulas; es abrumador, pero creo que no me molesta tanto, es costumbre. Tener acá a las chicas, lo hace más fácil.

Respecto a mi vida... no hay nada interesante, mis sentimientos hacia Alex siguen vivos, y temo perderlos, pero es difícil. Ahora todos los sábados salgo a correr al parque, mientras Zoe prefiere ahora correr por las calles principales; si, siempre voy sola, Miranda ni loca lo haría.

Termino de hacerme la coleta y me pongo los lentes.

-Un día mas- me digo a mi misma mirándome en el espejo- Un día más para lamentarte de todo.

Si, cuando corro (cosa que antes para mí era imposible de hacer) dejo salir todo, no importan las lágrimas, tampoco los sollozos, solo lo dejo salir.

Troto hacia la salida de la Universidad y comienzo el trayecto hacia el parque.

New Jersey es un gran lugar y es maravilloso, pero extraño Oregón y no veo la hora de que lleguen las vacaciones para volver a ver a mi madre, mi padre, Amanda... nada como la familia.

Luego de unos minutos siento como el sudor comienza a recorrer mi cuerpo, y como siempre, el cosquilleo en mi cuello. Todos los sábados, sin falta, aparece este cosquilleo; alguien me mira detenidamente, pero aun no logro encontrar quien es, admito que no le tomo importancia y sigo con mi camino, pero aun así me siento extraña.

Llego al parque y lo primero que hago, es sentarme en una de las bancas, lo cual me trae malos recuerdos, pero trato de superarlos, aun cuesten lo que cuesten.

Siempre el cosquilleo desaparece en este preciso instante, pero hoy... persiste, lo cual me preocupa.

Vuelvo mi vista y observo a todas las pocas personas que se encuentran acá; no, ninguna está pendiente de mí, mis instintos nunca fallan y sé que algo no está bien, ¿pero quién diablos es? Trato de visualizar absolutamente todo, pero no... no hay rastros de algo extraño. Me levanto desconfiada de allí y comienzo a caminar hacia otro lugar.

Luego de unos segundos tengo la esperanza de que este sentimiento desaparezca, pero no es así...

-Dios- susurro y vuelvo mí vista hacia atrás sin dejar de caminar.

No, no hay nadie, ni una sombra... vamos, son las 6:00am ¿Cuántas personas habrían? Con dificultad hay tal vez 10, pero de esas 10 ninguna viene detrás de mí. Me siento impotente y abrumada; asustada.

Camino más rápido tratando de convencerme de que es mi imaginación, pero no... no me calmo y siento como mi corazón palpita aún más rápido de lo que quisiera.

Siento algo en mi espalda, lo cual me obliga a parar en seco. Algo tapa mi boca y aprieta con fuerza.

-Shhh- susurran a mi oído.

Me muevo con fuerza tratando de desatarme del agarre de quien sea que me mantiene de esta manera, pero al mirar lo que se encontraba en mi espalda me detengo; un cuchillo de un gran tamaño.

-Te dije que serias mía Rachell Smith- escucho- El problema es que no dije cuándo, pero aun así, estoy acá amor.

Pongo mis ojos como platos al recordar quien es.

-Suéltame- digo tratando de que me entienda, ya que su mano sigue en mi boca.
-¿Soltarte?- responde sarcástico- No, claro que no, no sabes cuánto tiempo he esperado este momento. Ahora, si no quieres que esto atraviese tu estómago, harás lo que yo te diga, ¿de acuerdo?

Pongo mis ojos como platos.

-¡¿De acuerdo?!- dice rozando la punta del cuchillo en mi espalda.

Asiento con lágrimas en los ojos.

-Así me gusta- dice jalando mi cabello hacia atrás con fuerza, haciendo que pueda verlo a los ojos- Espero que me recuerdes hermosa, si no... esto no tendría mucho sentido, ¿cierto?

Lo fulmino con la mirada.
Maldito psicópata.

-Camina- dice señalándome una camioneta que se encuentra a la orilla de la calle- Muévete.

Me suelta y comenzamos a caminar hacia allí.

Esto es una pesadilla, esto es una pesadilla, esto es una pesadilla, una pesadilla. Lo sé, vamos ¿Cómo puede estar Sebastián acá? ¿Cómo se pudo dar cuenta? Esto no puede ser real.

-Claro que lo es- pienso

Llegamos a la camioneta y él me indica que suba a la parte trasera de esta; quiero correr, pero sé que me atraparía y lo peor es que aún me señala con el cuchillo; no quiero pasar por esto nuevamente.

Él sube conmigo y alguien enciende el motor.

-Increíble- dice alejando un cabello de mi cara- Ahora eres toda mía.

Alejo mi cabeza con fuerza y le doy una bofetada.

-Eh- dice tomando mis muñecas con fuerza.
-¡Suéltame estúpido!- grito

Él toma una soga; la misma con la que me amarro en aquel callejón. Suelta mis manos y las amarra con fuerza bruta en mis manos y piernas, y aunque trate de hacer lo posible por salir de allí, es aún más fuerte...

-Sabes que no me gusta que te comportes de esta manera- dice serio- Lo bueno es que ahora no tendrás cinta en tu boca- sonríe irónico.

Toma un pañuelo y lo llena de un líquido extraño. Lo acerca a mi boca; alejo mi cara cada vez que intenta acercarlo a mi nariz, pero en un momento él toma mi cabello y lo tira con fuerza; duele como si no hubiera un mañana. Acerca esto a mi nariz y aunque trate de gritar, es imposible que me ayuden.

Luego de inhalar esto unos segundos, mis ojos comienzan a hacer peso, logrando que así se cierren y que mi vista no sea nada más que un hoyo negro.

La misma historia se repite, el pasado me vuelve a encontrar. Estoy cansada de todo esto, ¿Cuándo se acabara? ¿Cuándo? [...]



Escapando nuevamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora