Capitulo 34

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Alex POV

-¡Cálmate, por Dios!- grita Miranda.
-¡¿Cómo quieres que me calme?!- respondo- ¡No entiendo como mierda puede estar diciendo esto!
-Sera mejor que se calme- exige el policía mirándome con las manos encima de la mesa de su escritorio.

La furia me invade, siquiera puedo pensar con claridad.
Hace unos minutos Miranda y yo, vinimos a reportar el desaparecimiento de Rachell, pero el hombre que nos atendió (que al parecer es el comandante o el de mayor autoridad aquí) dijo que no podían hacer nada, que pudo ser que se escapara y que solo si pasan 48horas atenderán el caso.

-¡¿Acaso se puso a pensar que le puede pasar en esas horas?!- digo señalándolo- ¡Dígale a toda esta maldita gente que salga a buscarla!
-¡Alex!- grita Miranda.
-No sé cómo explicárselo, muchacho. Este caso es muy típico acá, y siempre son escapes- menciona
-Bien- digo sentándome en una silla al lado de Miranda, frente al hombre- Dígame, comandante Wilson- agrego mirando la placa en su pecho- ¿Cuántos casos de este tipo han encontrado muertos?
-¿A qué se refiere?
-Cuantas personas que buscan, aparecen muertas (?)
-Esa no es información que le interese.
-Diga, ¿Cuántas personas?- exijo sintiendo como la sangre dentro de mi comienza a arder nuevamente.
-Se lo repetiré otra vez, señor Jonhson. Este no es caso de urgencia, ¿de acuerdo? Si no aparece en un poco más de 48horas, iremos a buscarla, en menos de ese tiempo, no.

Me levanto bruscamente de la silla y me acerco a su cara, mirándolo fijamente a los ojos.

-Hace falta solo 5segundos para que una persona deje de respirar, y en esos malditos segundos usted y todas estas estúpidas personas no hacen absolutamente nada- menciono con la respiración agitada.
-Alex... ya, por favor- menciona Miranda levantándose- Vámonos, acá solo estamos perdiendo tiempo- agrega jalando de mi brazo.

Miro por unos segundos los ojos de ese hombre, quien no tiene ningún tipo de expresión en su cara. Maldito imbécil.

Me alejo de él y me vuelvo para irme, soltándome bruscamente del agarre de Miranda.

Cuando estamos a pocos centímetros de salir del lugar, escucho murmuros y entre esos, risas. Me vuelvo y observo como el comandante y otro policía se ríen juntos, susurrando cosas entre ellos.

-Hijos de...- susurro y me vuelvo instintivamente acercándome hacia él.
-¡Alex!- grita Miranda.

Él me mira y se levanta rápidamente, mientras, yo aprieto mis puños, haciendo que las venas de mis muñecas se enmarquen... no puedo esperar a verle la maldita sangre bajarle de la nariz.

A solo unos centímetros de él mi puño se levanta y logra chocar contra su cara, logrando mi objetivo, pero luego de unos segundos, siento como alguien toma mis manos, atándolas con un objeto de metal.

-Pasaras esta noche dentro de una jaula- dice el hombre alejando la sangre de su nariz- Esperemos que así aprendas algo.
-¡Espere!- grita Miranda acercándose- No, no haga esto, por favor.

Él se limita a mirarla.

-Ojala se pudran- digo escupiendo las palabras.

El policía que me ha atado me empuja hacia un pasillo de rejas, separadas por solo una pared de concreto. Pasamos por varias en las que hay personas que murmuran cosas... pero no les tomo importancia, en mi mente solo hay una cosa que me preocupa; ella.
En menos de dos segundos me encuentro dentro de una maldita celda, escuchando como Miranda trata de convencer al hombre.

-Que has hecho, Alex- menciona ella recostándose a las rejas.
-Se lo merecía- respondo mirando mis manos.
-¿Se lo merecía?- repite irónica- Si, pero no era para que lo hicieras. Ahora tendrás que estar acá toda la noche y yo, tendré que irme sola... y bueno, muchas cosas más, eh.
-Perdón- murmuro pasando una mano por mi cara- Ve y dile a los chicos que mañana buscaremos otra vez.
-Bien- responde- Pero sabes lo que significa esto, ¿no?

La miro.

-¿Qué?
-Tendremos que avisarles a sus padres, y...- dice en un hilo de voz- Tengo miedo, no de eso si no de que... de verdad sea algo malo y que...
-No pasara nada- la interrumpo- La encontraremos o ella nos encontrara, lo prometo.

Ella esboza una sonrisa triste.

-Te veo mañana, tonto- dice enviándome un beso imaginario.
-Cuídate- murmuro y ella desaparece de mi vista.

Paso una mano por mi cabello e inhalo una gran bocanada de aire, para luego exhalarla. Esto es un verdadero caos, peor aun si estoy encerrado.


Escapando nuevamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora