Capitulo 40

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Ya han pasado al menos dos horas desde que llegamos acá. Hace poco me dieron de alta; me hicieron una pequeña cirugía para quitar la bala y saturar las heridas.

Alex, por el contrario, se encuentra en sala de recuperación, ya que al parecer tiene dos costillas rotas y una pierna también, aparte de todos los otros golpes que recibió. Admito que acá trabajan rápido, muy rápido en realidad.

Me encuentro sentada en una fila de unas seis sillas color azul marino, las cuales combinan con todo el lugar que es color celeste y los azulejos color blanco pálido, y una puerta de manera enfrente de mi (la sala en la que esta él). Mis manos se encuentran apoyadas en mis rodillas, y siento como mi pierna se mueve al compás de mi pie, el cual hace un movimiento rápido con una cuarta parte de los dedos, dejando arriba el talón.

Aun no termino de creer todo lo que ocurrió. ¿En serio Sebastián hizo lo que hizo conmigo? ¿Tan poco corazón tenia? Es extraño recordar cuando veía los noticieros con mi madre, y el cómo aparecían varias chicas que sufrieron de este problema, pero jamás pude imaginar que me ocurriría a mí, no creí vivir esa experiencia en carne viva, es solo que... bueno, no hay palabras para describir lo que siento ahora, me siento sin nada, no sé qué más me podrían quitar, ¿Qué mierda me arrebatarán ahora? Estoy cansada de que mi vida sea una maldita tormenta.

-Rachell Smith, ¿cierto?- dice un señor frente a mí.

Levanto mi vista y me topo con un hombre mayor. Su cabello se encuentra sin forma, y de un color que combina con su bata blanca, la cual le cubre todo el cuerpo y sus zapatos, que se camuflan con los azulejos. Sus ojos son color marrón oscuro, pero de manera que se note el café vivo de estos, sus labios ni tan gruesos ni tan delgados, una mezcla ligera de ambos.

-Si- respondo levantándome.
-Pregunta por ti- comenta señalándome la puerta con la mirada y una suave sonrisa en su rostro.

Agradezco con la mirada y me acerco a la sala.

Lo miro instantáneamente. Esta sentado, una pierna un poco levantada por un gancho y obviamente, enyesada. El lado derecho de su torso hasta su cintura, se encuentra vendado.

Sonríe forzadamente.

-Hola- murmura
-Hola- digo sin poder evitar que un nudo se forme en mi garganta.

Es mi culpa que este acá.

-¿Estas mejor?- dice señalándome las vendas que tengo tanto en mi hombro como en mis extremidades.
-Lo suficiente- replico

Suspira.

-Ve a la comisaria.
-¿Qué?- digo tratando de entender lo que dijo.
-Por favor- suplica con voz ronca- Has que ese maldito se pudra en la cárcel.
-Es solo que yo...
-Acércate- me interrumpe.

Cierro la puerta y me acerco lentamente hacia él.
Toma mi mentón y me obliga a verlo a los ojos delicadamente, y no puedo evitar que mi vista se nuble de lágrimas.

-Tiene que pagar- susurra lo suficiente para poder oírlo.

Su mirada azul me pide que lo haga, lo noto, yo también quiero que lo haga.

De un pronto a otro la mirada se Angie se hace presente en mis pensamientos, su risa, su voz, sus consejos, hasta el momento en que me obligo a odiarla por unos instantes... ahora, ¿está muerta? ¿Todo por salvarme?

Las lágrimas salen de mis ojos sin permiso y trato de acurrucarme en la palma de Alex.

-¿Por qué?- balbuceo- ¿Por qué todo tiene que ser así?
-Tranquila...
-¡¿Cómo quieres que me tranquilice?!- grito sin pensar y separándome de él lo suficiente- ¡Cuando todos los que están cerca mío salen lastimados, Alex!

Sus gritos, sus atrevimientos, sus insultos, sus amenazas, todo se hace presente en mi mente, y aunque parezca que lo merecía, recuerdo de repente cuando me salvo en aquel callejón, todo acompañado con una voz: ''Todo es tu culpa''

-¡¿Cómo?! ¡Angie está muerta por mi culpa, maldita sea, solo por mi culpa!- grito entre sollozos, lagrimas brotan desesperadamente y un nudo molesto en mi garganta que agita mi respiración- ¡¿Cómo si tu estas en esa puta cama lastimado por mí?! ¡Estoy cansada de esto!

Mas imágenes regresan a mi mente; Celeste arrebatando mis cuadernos y tirándolos al suelo. Erick y Alex peleándose, Amanda tratando de que despierte de mi desmayo... tantas cosas que en realidad, nunca habían parecido tan dolorosas como ahora lo son.

-Dímelo- balbuceo y siento como mi garganta quema...

Él me mira con ojos brillosos, tratando de entenderme, pero no puede, claro que no.

-Rachell...

Él trata de levantarse apoyándose de sus brazos, pero la pierna que tenía sobre ese gancho, cae directo a la cama. Mis ojos se tornan como platos, y noto el dolor en su cara. La puerta se abre en seguida y el doctor ingresa a la sala.

-¿Pero?...- dice apurándose a auxiliar a Alex.

Sacudo mi cabeza tratando de alejar todo. En este momento me están torturando, mi mente no me deja descansar; la culpa me está matando por dentro, me desgarra.

-¡Rachell!- dice

Lo miro.
Noto que estoy caminando hacia atrás, hasta el punto de salir de la sala. Inmediatamente me vuelvo y comienzo a correr con lágrimas en los ojos, para salir de este lugar.

Esto me recuerda cuando vine a un lugar cómo este con una bala en mi estómago, cuando me dijeron que tenía cáncer, cuando vi la mirada de mis padres, cuando vi a mi abuela.

-¡Alto!- grito sin pensarlo- ¡Ya basta!

Aun así las imágenes aparecen, las voces siguen atormentándome, todo me está quitando la vida de a pocos en estos momentos.

Salgo del hospital y siento como el aire choca contra mi rostro. Sin pensarlo más sigo corriendo, no siento las heridas, no siento dolor externo, solo sé que no quiero seguir sintiendo esta culpa.

-¡Rachell!- grita una voz detrás de mí y de un pronto a otro me encuentro en el suelo frente a una carretera- ¡¿Pero qué mierda?! ¡¿Acaso te quieres matar?!

Miro detrás mí, y con dificultad lo observo.

-¿Erick?- murmuro

Escapando nuevamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora