Capitulo 38

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No sé cuantos minutos llevo corriendo sin detenerme en ningún instante, pero no veo ningún indicio de que haya personas cerca, no hay ninguna marca de auto en la tierra, ni mucho menos cultivos, por lo que siento como el miedo comienza a despertar en mí.

Sebastián sigue detrás de mí, pero lo suficientemente lejos como para no lograr dispararme, o por lo menos, que me pueda apuntar con éxito.

La adrenalina ya se está alejando de mi cuerpo, logrando así despertar el dolor de mis piernas y manos, de esta manera, pierdo velocidad y mi garganta comienza a secarse aún más, dejándome con menos aire, aunque, hasta ahora me doy cuenta de que me encuentro sin calzado, y esto empeora más la situación. Pero aun así, me obligo a seguir, no puedo detenerme, no es opción.

Entrecierro los ojos y logro observar una camioneta, en una curva, a unos cincuenta metros de mí. Un sentimiento de alivio invade mi cuerpo y mente, y en menos de un minuto, me encuentro allí, pero está abandonada, aunque no parece en realidad, así que creo que es el auto en el que venía Angie, ya que tiene las llaves aun allí. Miro hacia atrás y observo como Sebastián se acerca cada vez más rápido, así que sin pensarlo más, quiebro la ventana del asiento del piloto y quito el seguro de este, subo deprisa e intento encender el motor.

-Vamos- murmuro luego de dos intentos fallidos- Por favor, enciende, maldita sea...

Lo intento nuevamente y este no cede.

-¡Rachell!- escucho, haciendo que me precipite.

Golpeo cerca del volante con fuerza, sin importarme las heridas de mis manos.

-¡Enciende!- grito agitada.

Intento otra vez y por suerte, se enciende.
No se manejar, pero aun así, es mi única salvación. He visto a mi padre utilizar la palanca de cambios (si, es un carro manual) Pero no se para que se utiliza cada una, solo he visto que la pasa cambiando cada 30segundos, a veces.

-¡Rachell!- escucho nuevamente.

Siento como una gota de sudor cae de mi frente, así que solo muevo rápidamente la palanca y me pongo en marcha, dejando atrás a Sebastián, pero escucho un disparo y un dolor agudo se hace presente en mi hombro. Escucho más y bajo mi cabeza, lo suficiente para ver el camino y para ocultarme de estos. Luego de unos segundos, no lo veo más, así que sigo moviendo el volante, aunque no sirve de mucho, sigo yendo por la peor parte del camino, tomando en cuenta que no traigo conmigo los lentes, aun así unas lágrimas de felicidad comienzan a brotar de mis ojos, pero recuerdo a Angie tirada en el suelo y eso hace que me sienta un asco, y aun peor, culpable.

-Gracias- susurro queriendo que ella lo escuche.

Aprieto más el acelerador y otro pedal que esta junto con el freno y el acelerador y siento como voy más rápido, pero al hacer cambios con la palanca, la camioneta frena de repente y luego sigue normal. Odio los autos.

*****

Alex POV
Ese mismo momento en la comisaria.

-¡¿Ya puedo irme?!- grito por milésima vez, es tarde y no han dejado que salga de este asqueroso lugar.
-¡Es lunes, maldita sea, cállate!- grita una persona de una de las otras celdas.

Ruedo los ojos.

-¿Alex Johnson?- dice un hombre acercándose a mi celda.
-Si.
-Ahora sí, ya puedes salir- sonríe sarcásticamente y abre la reja.

Me levanto de lo que sería ''una cama'' donde no dormí nada y salgo de allí, lo más rápido que puedo.

-¡Aprende a respetar más, niño!- grita el comandante antes de que pueda salir de la comisaria.

Escapando nuevamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora