El Guion del Absurdo

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Por Victor D Manzo Ozeda.

Me llamo Daniel y estoy atrapado en una realidad que me jode a cada paso. El mundo, mi mundo, no es más que una broma cruel. Todo está programado para hacerme sentir como un ratón en un laberinto sin salida, con paredes que se mueven solo para hacerme chocar una y otra vez.

Cada mañana es una lucha para salir de la cama, sabiendo que la simulación se ha levantado antes que yo, afilando sus garras digitales para rasgarme el ánimo. El despertador suena y ya sé que el tráfico será un caos, que la máquina del café en la oficina estará rota y que cada colega se comportará como un NPC con un único objetivo: hacer mi vida miserable.

-Buenos días, Daniel -dice Fabiola, con su sonrisa de plástico y sus ojos huecos. Sé que detrás de esa fachada, su código corre para encontrar la manera más efectiva de sabotear mi día. Ayer fue el informe perdido. Hoy, quién sabe. ¿Una reunión sorpresa? ¿Un error en el sistema que me deja como el incompetente de turno?

La frustración se acumula. No es paranoia. Es una certeza tan firme como el cemento bajo mis pies. Esta realidad está diseñada para derribarme, para contradecirme en cada pensamiento. Digo "sol" y el mundo grita "luna". Decido ignorar algo y, como si una mano invisible dirigiera la escena, se me lanza a la cara con la fuerza de mil bofetadas.

No puedo evitar imaginar a los creadores de esta burla cósmica. Cabrones en batas blancas, riéndose mientras ajustan los parámetros de mi desgracia desde algún rincón inaccesible de esta simulación. ¿Qué les motiva? ¿Diversión? ¿Un experimento sociológico? ¿O simplemente el placer sádico de ver a alguien retorcerse bajo el peso de una realidad que nunca le da tregua?

-Daniel, necesitamos que revises estos pronósticos -dice el jefe, arrojando un montón de papeles sobre mi escritorio. Su voz es como el zumbido constante de un mosquito que no puedes matar. Mi respuesta es automática, un reflejo condicionado de la sumisión a este guion absurdo. Pero en mi mente, las ideas se agitan, buscando una salida, una grieta en la fachada.

Si esta es una simulación, debe haber un modo de jugar con las reglas, de encontrar un error, un glitch que pueda usar a mi favor. Empiezo a observar, a tomar nota de los patrones. El tráfico siempre se congestiona a la misma hora, los sistemas fallan en ciclos predecibles. Si ellos pueden manipular la realidad, ¿por qué no puedo yo?

La furia hierve dentro de mí. No es justo. No hay justicia en un mundo diseñado para hacerte tropezar. Quiero ver a esos creadores, quiero destrozarlos con mis propias manos. Pero sé que eso es tan probable como que el sol salga por el oeste mañana. Entonces, la pregunta es: ¿cómo juego su juego y les gano?

En medio de esta maraña de programación y codificación cruel, decido que no seré el peón. Si me han dado un papel en esta farsa, entonces seré el protagonista que se rebela contra el guion. Cada obstáculo será un reto aceptado, cada caída, una oportunidad para levantarme con más fuerza.

Al final del día, cuando el sol se pone y las sombras se alargan, miro al cielo y desafío a esos creadores invisibles. Si esta es su obra, entonces convertiré cada escena en un acto de mi voluntad. Y tal vez, solo tal vez, encontraré la manera de romper la simulación y verles la cara.

Porque en este guion del absurdo, no seré la víctima de su juego. Seré el escritor de mi propia historia, y la última página la escribiré yo.

Ad Nihilum (Hacía la Nada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora