La Corporación

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Por Victor D Manzo Ozeda.

Imagínate esto: hay un edificio en el centro de la ciudad, uno de esos que brilla de limpio con vidrios impecables, tan alto que parece que quiere penetrar el cielo. Nadie sabe realmente qué sucede ahí dentro. Lo que sí saben es que se llama *Monolith Corporation*, y su logo está en todas partes. Autos eléctricos, aviones, satélites, comida, medicinas, incluso en el agua que bebes. Monolith no es solo una empresa. Monolith es el aire que respiras. Pero nadie sabe quién la dirige. Nadie tiene idea de cuántos tentáculos tiene esa bestia metidos en la garganta de todos nosotros.

Y lo que pocos saben es que Monolith está cansada de nuestra existencia.

Sí, tú. Yo. Todos. El planeta está jodido, eso lo sabemos. El aire está tan contaminado que respirar es como fumar cigarrillos industriales, el agua es cada vez más escasa, y los recursos... bueno, los recursos son la moneda del poder ahora y siempre. Porque, en este punto, el dinero no es lo que importa. Lo que importa es lo que queda por expropiar. Y Monolith lo sabe mejor que nadie.

La población es demasiado grande, demasiado hambrienta, demasiado insaciable. La humanidad es un enjambre de langostas que devora lo poco que queda. Pero Monolith tiene una solución. Y esa solución, mi amigo, es brutal.

Lo que casi nadie sabe es que Monolith ha estado manejando los hilos desde la antes que nacieran tus abuelos, durante décadas, siglos incluso. ¿Gobiernos? Juguetes. Presidentes, senadores, generales... todos tienen un precio, y Monolith es el comprador. Han estado financiando campañas, sobornando funcionarios, y haciendo desaparecer a cualquiera que se cruce y estorbe en su camino. Pero su último plan es el más mórbido. Algo tan grande que haría que cualquier conspiración anterior pareciera una broma de mal gusto.

La Tercera Guerra Mundial.

Sí, ya sabes lo que dicen: si quieres control, crea caos. Y Monolith sabe cómo hacerlo mejor que nadie. Lleva casi un siglo preparando el escenario. Todo lo que has visto en las noticias en los últimos años, todas las tensiones entre países, todas las disputas por territorios, por religiones, por recursos... todo eso es Monolith. Los conflictos por el petróleo, el agua, los minerales, el litio... ¿de verdad pensaste que eran casualidades? No. Cada fosforo que desencadenó una guerra local, cada golpe que dio un país a otro, cada maldita disputa en la ONU... Monolith las diseñó.

El plan es simple: desatar el infierno. Crear una guerra a una escala que el mundo moderno nunca haya visto. Armas nucleares, biológicas, químicas, todo lo que se te ocurra. Pero no de una vez. Eso sería demasiado obvio. No. Esto es gradual. Un conflicto aquí, una crisis allá. Las piezas se colocan lentamente, hasta que la reacción en cadena se vuelve inevitable.

¿Y por qué? Porque el planeta se está agotando. Ya no hay suficientes recursos para todos. Pero Monolith no va a dejar que todo se venga abajo sin antes sacar el máximo provecho. No, Monolith va a tomar el control. Pero primero, necesita deshacerse de una gran parte de la población. Porque, ¿de qué sirve ser dueño de todo si el mundo está lleno de bocas hambrientas que no pueden pagar lo que vendes?

Así que aquí estamos, en el borde del abismo, sin siquiera saberlo. Mientras los líderes de las superpotencias se pelean en conferencias de prensa, mientras los ejércitos juegan a las maniobras de soldaditos de plomo y las bombas siguen cayendo sobre países que ni siquiera puedes localizar en un mapa, Monolith se frota las manos desde su maldita torre de cristal.

La guerra hará lo que siempre ha hecho: barrer con millones. Pero esta vez no es por territorio, ni por ideologías, ni por libertad. Esta vez es por supervivencia, pero no la nuestra. Es la supervivencia de Monolith. Porque, una vez que el polvo nuclear se asiente, Monolith será el único que quede de pie. Será el propietario de lo poco que quede. El dueño del aire, del agua, de cada maldito grano de trigo que quede en la Tierra.

¿Recuerdas cómo empezó todo esto? Claro que no. Porque fue sutil. Todo lo que tomaste por conflictos geopolíticos, rivalidades históricas, diferencias culturales... todo fue manipulado. Todo fue planeado. Monolith financiaba a ambos lados. Vendía armas a los enemigos de siempre y sonreía tras el telon mientras los veían matarse entre ellos. El miedo, la paranoia, todo eso les convenía. Porque cuanto más miedo tengas, más control tienen ellos sobre sus esclavos.

Y lo peor de todo es que ni siquiera puedes detenerlo. Porque ¿quién va a creer esto? ¿Quién va a creer que una corporación es capaz de manipular gobiernos enteros? Que pueden jugar con el destino de millones de personas como si fueran fichas en un tablero. No, la mayoría no va a creerlo. Seguirán encendiendo sus televisores, bebiendo su agua embotellada Monolith, tomando sus pastillas Monolith, mientras el mundo arde a su alrededor.

Así que aquí estamos, viendo cómo Monolith juega su última mano mientras apuesta todas sus fichas. Van a destruir el mundo tal como lo conocemos, reducir la población a cenizas radiactivas y, cuando todo termine, serán los reyes de un nuevo mundo. Un mundo que habrán construido a partir de las ruinas de nuestra civilización. Un mundo en el que ellos decidan quién vive y quién muere, quién bebe agua y quién se queda seco.

Pero ¿sabes qué es lo peor? Que todo esto lo permitimos. Que vimos las señales, los fragmentos de la verdad, y no hicimos nada. Porque somos demasiado jodidamente ciegos o demasiado jodidamente cómodos. Y ahora, es demasiado tarde.

El juego ha terminado. Y Monolith ha ganado.

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⏰ Última actualización: Sep 28 ⏰

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Ad Nihilum (Hacía la Nada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora