Cap. 2

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- ¿Has estado enamorada alguna vez? – preguntó mi prima con su habitual  tono de a quién no le da tanta importancia la conversación aunque por dentro esté más que ansiosa.

- Yamileth, el amor tiene la horrenda costumbre de hacernos torpes. Yo  soy torpe por naturaleza, si estuviese enamorada… no quiero siquiera imaginarlo.

- No estoy de acuerdo contigo, en realidad “Todo es más claro cuando estás enamorado” – citó a John Lennon teatralmente.

- Tal vez para John Lennon todo era más claro, pero para el resto del mundo, él estaba cada vez más ciego. Ya sabes, con Yoko Ono…

- Suficiente, sólo cité una frase, no me has respondido.- me interrumpió.

- Ya te respondí.

- No, te pregunté si has estado enamorada alguna vez, tu contestación me deja en duda. Creo que trataste de evadir el tema. No te dejare en paz hasta que me dé por satisfecha.

- Mi respuesta es no. Nunca he estado enamorada, Yamileth. Y no pienso estarlo, al menos no por ahora. – contesté algo dubitativa.

- Bueno, bueno. – y con eso dio el tema por zanjado, o eso creía yo.

*

Era domingo, el calor era insoportable, me encontraba con Yamileth en el patio trasero donde había una piscina. 

-Quiero salir esta noche, ¿te parece si vamos a algún pub? – preguntó mi prima mientras se quitaba el pareo y entraba a la piscina. Vestía  un traje de baño realmente lindo color azul, yo traía puesto uno similar de color verde pero con una enorme playera de Joy Division encima, ya que no me sentía cómoda usando ese bikini.

- No me gusta ir a esos lugares y lo sabes – respondí.

- Sí,  pero una noche, anda. Hazlo por tu primita, ¿no querrás que muera de aburrimiento o sí?

- Está bien – puse los ojos en blanco – pero nada de emborracharse, ¿entendido?

- Sí mamá – respondió imitando la voz de una niña pequeña. – Bueno, ¿por qué no entras a la piscina? El agua está buena, quítate esa playera de hombre obeso que me das calor.

 -  No me quitare nada y no quiero entrar, aquí estoy bien – dije mientras volvía la vista a mi libro.

- Qué pesada.

- Ajam

- Vania.

-¿Sí?

- ¿Me puedes pasar mi limonada? No quiero salir del agua.

- Claro, ya voy – tome el vaso de la pequeña mesa redonda y me dirigí donde Yamileth.

Cuando me acerqué,  extendí el vaso a su alcance, pero en lugar de tomarlo, agarró mi muñeca y me jaló hacía el agua. Caí estrepitosamente dentro de la gran piscina. 

Él está casado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora