Aquí, vuelve la narradora habitual, Vania. La historia continúa desde el beso con Edgar del capítulo 4 parte II.
*
El beso se intensificó, ni siquiera yo podía creer lo que estaba haciendo, las veces en las que me había besado simplemente me quedaba parada, como una estatua esperando que él se alejase, pero esta vez no fue así.
Le estaba correspondiendo.
Lo estaba besando.
Pronto su boca se alejó de la mía, sus ojos me observaron con una mirada cargada de sentimiento haciendo a mi corazón latir estrepitosamente, tanto que casi podía asegurar que él lo escuchaba.
- Lo siento - dijo en un susurro, no sabía qué contestar, simplemente me limite a asentir. - Es la primera vez que correspondes a un beso mío, claro, exceptuando la vez que estábamos en mi auto - una sonrisa llena de picardía se dibujó en su rostro, haciéndome sonrojar.
Antes de que pudiera decir algo en contra de eso, volvió a hablar.
- Bueno, suficiente por hoy muchachita. Si sigue provocando a su maestro no aprenderá nada. - dijo con fingida seriedad.
- ¿Qué? Yo no estoy provocando a nadie, mucho menos a ti. - me defendí.
- Con el simple hecho de estar cerca de mí me provocas, Vania. - ¿Es qué siempre tenía que decirme cosas así? Pensé. Estar con Edgar siempre era un "más roja que un tomate" constante.
Después de un pequeño silencio, volvió a hablar.
- Sigamos - extendió la guitarra hacía a mí - veamos qué tal vas.
Después de unas cuantas horas en las que me rendía y él me incitaba a seguir intentando por fin había logrado tocar Blackbird, sonreí satisfecha ante tal logro.
-¡Muy bien! - me felicitó - te dije que podrías.
- Si pude fue gracias a ti, créeme que de otra forma no lo hubiera hecho. - respondí sincera.
- ¿Entonces soy bueno?
- Claro que lo eres.
- ¿Lo suficiente como para reemplazar a tu profesor original?
- Oye... - de acuerdo, no sabía que responder a eso. ¿Por qué tenía que ser siempre tan directo?
- Tomaré eso como un no - dijo con un tono de tristeza que no pase por desapercibido, haciéndome sentir culpable.
- Pero si no me dejaste terminar... - traté desesperadamente que esa tristeza desapareciera de su rostro y lo logré, sustituyéndola por una chispa de esperanza en sus ojos azules.
- ¿Y? ¿Puedo ser yo tu maestro de guitarra, entonces? - inquirió observándome fijamente.
¿Qué estoy haciendo? Maldición, ¿qué se supone que le diga? No quiero hacerlo sentir mal, pero sé que si le digo que sí, tendré que decirle a Gabriel que ya no necesitaré de su ayuda, cosa que en realidad no me gustaba mucho.
- Claro, tú serás mi nuevo profesor - respondí sonriente sin pensar en las consecuencias, ¿por qué había dicho eso? Supongo que el hecho de que hace unas horas Gabriel se fuera con su esposa sin siquiera despedirse, había influenciado en la decisión de cierta forma. Aunque no estaba muy segura cómo.
Me dedicó una sonrisa reluciente, una sonrisa que me hizo olvidar el hecho de que mañana tenía literatura, que Gabriel era mi maestro y tenía que comunicarle mi decisión respecto a las clases de guitarra, sólo espera que no me preguntase el por qué. Pero con mi suerte, no ponía muchas esperanzas en ello.
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Él está casado.
RomanceVania es una chica que empieza a tener sentimientos por un hombre que ella considera fuera de su alcance, él está casado y eso la hace sentirse culpable, más por el hecho de que él tiene hijos, trata de evadirlo y olvidarle con Edgar, un chico que a...