Cap. 6 Parte II

1.5K 35 2
                                    

[Vania]



El tiempo transcurrió sin darme cuenta, la noche se hizo presente con distintos tonos de negro, sentía la brisa del viendo chocar contra mi rostro azotándolo con fuerza, pero nada de eso importaba, yo seguía ahí, tumbada en aquel viejo roble. Con la vista fija en ningún lugar. Con la mente en ningún lugar.



¿Pero qué había pasado ese día? Todo fue rápido, más de lo que podía soportar, más de lo que quería soportar.



¿Qué había pasado con Gabriel? ¿Tan despistada era como para no haberme dado cuenta de nada? Sí, sin duda alguna. Jamás había visto ninguna señal; ni siquiera en mí. Ante mis ojos él era un amigo, sólo eso. Pero no podía negar el hecho de lo que había sentido, era como si aquella confesión hubiera tocado algo muy profundo dentro de mí, algo dormido que con esas simples y directas palabras había despertado. Lamentablemente esos sentimientos se mezclaban con una culpabilidad demasiado pesada.



Si tan sólo no hubiese correspondido a ese beso...



Todo hubiera sido distinto, o tal vez no, pero qué más da, ya no había forma de averiguarlo.



Decidí que ya era suficiente, simplemente me alejaría de él. Era lo único que podía hacer para bien de todos.



Caminé hasta mi casa con paso lento, observando las calles desoladas, no tenía idea de la hora, más sin embargo sabía que era ya entrada la madrugada ya que los pocos locales con los que me había topado se encontraban cerrados y ni un alma se asomaba. Deseaba que mi madre se encontrara en el hospital, no quería llegar a casa y encontrármela ahí exigiendo explicaciones, ¿qué le diría? "Oye mamá, siento llegar tarde, es sólo que no me di cuenta del paso del tiempo; estuve en un parque meditando lo que me ha dicho mi profesor de literatura, el cual tú conoces, me confesó que está enamorado de mí, ¿sabías que tiene hijos, está casado y probablemente sobrepasa los 30?" Claro.



Un gran ruido me sobresaltó haciéndome agudizar los cinco sentidos, volteé y comprobé que sólo había sido un perro buscando comida entre los botes de basura metálicos, continué caminando y al avanzar un par de pasos más, sentí miradas clavadas en mi espalda, giré la cabeza de nuevo y nada. Extrañada retomé la marcha, pero esta vez más aprisa.



Empezaba a sentirme nerviosa, mis manos sudaban horrores. De pronto me inundó un miedo que no sabía que podía existir, alguien me seguía, estaba segura. Podía oír los descarados pasos, antes precavidos; parecía que querían hacer notar su presencia, hacer temer a su víctima.



De pronto sentí como era lanzada contra el tronco de un árbol. Levanté la vista tratando de averiguar la identidad de la persona que había hecho aquello, pero ésta traía una máscara que le cubría todo el rostro.



Me tomó con brusquedad de las muñecas y con voz amenazante me ordenó darle todas mis pertenencias.





No sabía cómo reaccionar, mi cuerpo estaba hecho piedra, mis manos no respondían, lo único que era capaz de hacer era sostener la mirada de aquel tipo.



- ¡Que me des todo! - vociferó desesperado al notar que yo seguía inmóvil. Un fuerte golpe en mi mejilla izquierda me hizo caer de nuevo al suelo mientras escuchaba una ronca carcajada salir de su garganta.





Balbuceó algo que no logré comprender y se abalanzó sobre mí, empezó a buscar en mis bolsillos, pero no encontró nada, gracias a esto, recibí otra cachetada, siguió buscando obteniendo el mismo resultado.



Mis ojos se abrieron de miedo al ver que de uno de sus bolsillos sacaba una navaja, no tenía ganas de quedarme y averiguar para qué la quería, así que saqué fuerzas de Dios sabrá dónde y lo pateé hasta lograr que me soltara.



Empecé a correr, corrí como jamás en la vida lo había hecho. Sentía el corazón salirse por mí boca, el denso aire me hacía respirar con dificultad. La noche parecía conspirar en mi contra, la luna se escondía haciendo lucir tenebrosas las calles, no había ni un solo atisbo de luz. La oscuridad reinaba en su totalidad.



Las lágrimas de desesperación brotaron de mis ojos, una tras otra recorrían mis mejillas muriendo en mis temblorosos labios, las maldecí, gracias a ellas mi vista se nublaba impidiéndome ver con claridad hacía donde me dirigía, no noté la presencia del pequeño bulto de piedra que se encontraba en frente mío, caí con un golpe seco boca abajo, sentí la sangre empezando a salir por mi nariz; el miedo era demasiado como para quedarme ahí tirada, logré levantarme y seguí corriendo hasta que ya no pude más.



Con el pánico inundando mi cuerpo giré y un suspiro de alivio se escapó de mis labios. Ya nadie me seguía, al parecer aquel ladrón se había dado por vencido. Rendida me recosté en una pared tratando de normalizar mi respiración. Me limpié la sangre que aún salía de mi nariz con la manga de mi playera. Cerré los ojos tratando de relajarme.



Me quedé más que paralizada cuando sentí unas manos ásperas rodear mí cuello. Tragué saliva con dificultad.



"Todo estará bien" repetía una y otra vez en mi mente tratando inútilmente de convencerme.



La misma amenazante voz que minutos atrás había escuchado reír me ordenó observarlo, pero el miedo me podía tanto que le ignoré, no quería abrir los ojos. Traté estúpidamente de protegerme abrazándome a mí misma.



"Todo estará bien"



"Todo estará bien"



Sentí como un frío metal atravesó mi abdomen, el sudor recorrió mi frente. Mis ojos se mantenían cerrados; haciendo uso de la poca conciencia que me quedaba, me transporté a un lugar agradable y cálido, suprimiendo el dolor con toda la fuerza que mi débil cuerpo podía proporcionar en esos instantes.



Parecía que la herida dejaba salir con cada gota de sangre las energías que me restaban.



Poco a poco me sentí caer.



Desvanecer.



_______________





La segunda parte del capítulo 6 es muy corta, lo sé. Así que éste mismo capítulo tendrá cuatro partes que iré subiendo lo más rápido posible.

Él está casado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora