Cap. 8

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Edgar y yo nos encontrábamos en un restaurante temático de los años 60's, era un lugar realmente curioso y lindo. Había cuadros colgados en las paredes de los personajes más influyentes y relevantes que representaban esa bella época. Desde el ámbito musical: The Beatles, The Who, The Rolling Stones, Pink Floyd, Jimi Hendrix, Janis Joplin, etc., hasta el mundo de la moda, con fotos de la famosa modelo Lesley Lawson, o como muchos la conocían "Twiggy".

Jamás había ido ahí, todo había sido idea de Edgar, según él, el mejor sitio con la mejor comida rápida y para variar, con la mejor decoración y música.

- ¿Qué ordenarás? - preguntó cuando la mesera nos ofreció el menú.

- No lo sé - contesté mientras leía los distintos platillos que había, todo consistía en comida chatarra, hamburguesas, pizza, hot dogs y más - una hamburguesa con doble queso y sin cebolla, por favor. - ésta vez me dirigí a la mujer.

- Lo mismo - escuché al chico que tenía frente a mí - y dos refrescos.

En cuanto el pedido fue dicho, la empleada vestida con los típicos atuendos de la época representativa del restaurante se marchó.

No esperamos mucho cuando regresó con las hamburguesas y las bebidas. Sí que eran rápidos, pensé.

Cuando estuve a punto de dar el primer mordisco visualicé en la puerta a Susan con rostro de "pero qué sitio es éste", Gabriel y sus dos pequeños entrando.

"¿Pero qué rayos?" fue lo único que cruzó por mi mente fugazmente. Sí que el mundo era un lugar pequeño, demasiado para mi gusto, ¿Era en serio? ¿Pero qué tenían que hacer ellos ahí habiendo tantos restaurantes en la ciudad?

Sin querer llamar la atención y para que Edgar no se diera cuenta de quién estaba aquí (aunque dudaba que lo hiciera, estaba demasiado concentrado en su comida) me fui encogiendo en mi asiento, centrándome sólo en mi hamburguesa, como si fuese lo único que existiese en el universo.

- ¡Vania! - escuché una cantarina y aguda voz, levanté la vista con pesar y observé como la pequeña hija de Gabriel se acercaba con una hermosa sonrisa hacía donde me encontraba.

- Sofía... - aunque la niña me agradaba, le respondí forzando una sonrisa.

Al fin Edgar dejó de prestar atención a su hamburguesa y se giró para averiguar de donde provenía esa voz, en cuanto se dio cuenta noté su repentino cambio de actitud.

- Sólo espero que no se les ocurra sentarse justo aquí - le oí susurrar.

Yo también lo esperaba, pero con mi suerte, eso no sucedería.

- ¿Cómo estás? - preguntó Sofía sentándose en la silla contigua a la mía.

- Bien, linda. ¿Y tú?

- Bien - sonrió - ¡Mario! - llamó a su hermano, el niño se acercó y sentó a un lado de Edgar.

- Hola Mario - le saludé impaciente porque su madre les llamase para que se sentaran en otra mesa, pero en lugar de eso, Susan nos saludó igual o más efusivamente que sus hijos.

- ¡Qué casualidad! ¿Cómo han estado? - tomó un silla de una mesa vacía y se sentó con nosotros.

Observé a Edgar por el rabillo del ojo sin poder descifrar lo que su expresión reflejaba.

- De maravilla - contesté aún esperando un bendito milagro y que nos dejaran comer las hamburguesas de una vez.

- A nosotros igual - tocó su vientre, refiriéndose a su embarazo aunque aún no se notaba absolutamente nada.

Él está casado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora