CAPITULO #24

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Esta es una adaptación de la historia de Lynne Graham llamada "Dinastía Griega".

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-¿Camila...? -preguntó desde la puerta del enorme baño. No había vuelto a ver el baño desde la primera visita a la casa y, al entrar en él, no pudo dar crédito a sus ojos. Todavía se podía apreciar la decoración victoriana en una mitad del cuarto de baño, pero en la otra mitad habían instalado una ducha de hidromasaje y estaba reformada siguiendo un estilo muy moderno de decoración.

-Dios mío...

-Esta es mi parte del baño y esta otra, la tuya -Camila se echó el pelo hacia atrás con un grácil movimiento de su mano-.

-Es una solución temporal hasta que al arquitecto se le ocurra alguna idea mejor. Lauren no pudo apartar los ojos de él. Con tan sólo una toalla cubriéndole las caderas y las gotas de agua deslizándose por su pecho, Camila tenía un aspecto que la dejó sin aliento.

-He estado pensando,... quiero decir: reconsiderando tu idea sobre la luna de miel -masculló Lauren-.

-Creo que antes reaccioné de una forma un poco desconsiderada. Lo siento, estoy preocupada por el refugio. Pero, de todas formas, tienes razón, ahora tengo un ayudante, así que quizá no debería preocuparme tanto.

-Exacto. No deberías preocuparte en absoluto confirmó Camila-.

-Estás tan preciosa vestida con mi camisa que me entran ganas de arrancártela, thespinis mou. Camila le dio la mano a Lauren y se acercó a ella. Lauren empezó a sentir un cosquilleo en el vientre al sentirle a su lado. Estaba a punto de preguntarle cuándo salían de viaje, pero no pudo decirle nada porque empezó a sentir cómo los dedos de Camila le desabotonaban la camisa. Lauren se sintió extraña al vestirse: antes de salir de luna de miel, Camila le había comprado todo un vestuario. Durante las tres semanas que llevaban de luna de miel apenas había estrenado ninguno de los vestidos, de hecho, durante esas tres semanas, apenas había llevado nada puesto. Y pensando en eso, sonrió.

Estaban en una antigua villa de La Toscana rodeada de olivos. Era un lugar como fuera del tiempo y, en todos los sentidos, un escondite donde el resto del mundo parecía tan lejano como las estrellas. Desde su llegada, Lauren se había acostumbrado a la felicidad. Según pasaban los días, arrastrándose con lentitud, Camila y Lauren se habían convertido por fin en una pareja. Ahora se daba cuenta de lo mucho que había echado de menos la amistad y el afecto mientras estaban enfrentados. Aunque tenían personalidades muy diferentes, sus opiniones eran muy parecidas en muchas cosas. Sin embargo, de cuando en cuando, le gustaba contradecirle sólo por el placer de discutir con él. La pasión era un extra muy estimulante para su relación con Camila. Ahora se sentía tan cercana a Camila, que parecía como su sombra.

Todos los días, por la mañana, se levantaba con la sensación de haber descubierto algo nuevo. La luz del alba se filtraba por las persianas proyectando alargadas flechas de sombra sobre el torso bronceado de Camila y, entonces, él se desperezaba como un tigre indolente. Mirándola con ojos soñolientos, Camila le regalaba su sonrisa más sincera antes de tomarla entre sus brazos para hacerle de nuevo el amor. Hacía tan sólo unas semanas, a Lauren le había dado miedo confiar en él. Sin embargo, desde entonces había llegado a la conclusión de que su matrimonio tenía un gran futuro. Aunque pasaban casi todo el tiempo juntos, la pasión seguía en pie.

Cuando salían a cenar por los pueblos pintorescos de la zona, Camila la agarraba de la mano para caminar juntos por las calles empedradas. Esa cercanía y esa ternura física significaban mucho para ella. Muchos días, Camila tenía que excusarse durante un par de horas por asuntos de negocios. Lauren solía entonces salir a dar un paseo sola, leer un libro o ir a darse un baño y a Camila le parecía asombrosa la capacidad que su esposa tenía para entretenerse ella sola.

Dinastía (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora