Capítulo quatro

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Aventuras en Punta Cana

17/10/24

Me desperté temprano esa mañana, con el cielo despejado y un aire de anticipación que me llenaba de emoción. Revisé que todo estuviera en orden, tomé una ducha rápida y me vestí con ropa cómoda para el vuelo. Mi hermano, siempre puntual, ya estaba listo cuando bajé con mis maletas.

—¿Estás lista, hermanita? —me dijo con una sonrisa.

—¡Más que lista! —respondí, emocionada.

Habíamos quedado con el equipo para ir a desayunar en la casa de Santiago Arias. Cuando llegamos, saludé a todos. Al ver a Richard, nos dimos un pico en la mejilla y él me tomó de la cintura en un abrazo. Todos nos estaban viendo y comenzaron a hacer bulla.

—¡Miren a este par de enamorados! —gritó Lucho Díaz.

Richard me sonrió y dijo:

—Hola, princesa. Buenos días- dijo dándome un pico en la frente.

—Buenos días, bebé. ¿Listo para el viaje? —respondí con una sonrisa.

—Siempre, si es contigo —dijo con un guiño.

Después de desayunar, nos fuimos directo al aeropuerto. Hicimos el check-in y subimos al avión. Me tocó sentarme junto a Richard. El vuelo fue tranquilo y lleno de risas. Hablamos de todo y nada, disfrutando de la compañía. Durante el vuelo, Richard me contó sobre sus planes futuros en el fútbol y sus sueños de jugar en las ligas europeas. Yo le compartí mis experiencias en el modelaje y cómo había sido trabajar en las pasarelas más importantes del mundo.

Al llegar a Punta Cana, el calor tropical nos recibió con los brazos abiertos. Nos trasladamos al hotel, un lugar de ensueño con vista al mar. Al llegar a la recepción, me di cuenta de que, por arte y magia —o quizás por obra de mi hermano—, me tocó compartir habitación con Richard.

Entramos a la habitación y lo primero que vi fue la vista.

—¡Esto es increíble! —dije, maravillada.

—Sí, lo es —respondió Richard—. ¿Te parece si nos damos un chapuzón en la piscina?

—Sí, obvio. Dame unos minuticos, me pongo el bikini y vamos.

Me cambié rápidamente y salimos. Le pedí a Richard que me tomara unas fotos, las cuales publiqué en Instagram. Nos dirigimos a la piscina, donde el resto del equipo ya estaba disfrutando del agua.

—¡Ahí vienen los tortolitos! —gritó Daniel Mojica, causando risas entre todos.

—Déjalos tranquilos —dijo James, siempre protector.

Pasamos toda la tarde en la piscina, jugando y relajándonos. Richard y yo compartimos miradas y sonrisas cómplices, a las cuales estoy segura de que los paparazzis no desaprovecharon para tomar una foto. Después de un rato, él me invitó a caminar por la playa.

—Vamos a alejarnos un poco de todos —dijo, agarrándome de la mano.

Caminamos por la orilla, disfrutando de la brisa marina y el sonido de las olas. Hablamos de nuestras vidas, sueños y aspiraciones. La conexión entre nosotros se hacía más fuerte con cada palabra.

—Sarah, vea niña linda, estos días con usted han sido increíbles, me encanta como eres, me tienen enamorado esos ojos —dijo, deteniéndose y mirándome a los ojos—. Siento que hay algo especial entre nosotros.

—Yo también lo siento, Richard —respondí, sintiendo mi corazón acelerarse.

Nos quedamos en silencio, disfrutando del momento. De repente, nos encontramos rodeados de un grupo de turistas que nos pidieron tomarnos una foto. Richard, siempre amable, accedió y después seguimos nuestro camino.

De regreso al hotel, decidimos darnos una ducha rápida y cambiarnos para la cena. Bajamos al restaurante donde todos estaban de buen humor, celebrando el comienzo de nuestras vacaciones. Richard y yo nos sentamos juntos, como siempre, y compartimos risas y anécdotas.

—¿Te gusta el lugar? —me preguntó en un momento, acercándose un poco más.

—Sí, es hermoso. Me encanta la playa, el agua salada, el paisaje... y estar contigo es lo mejor —respondí, sonriendo.

Después de la cena, algunos decidieron ir a una fiesta en la playa. Richard y yo optamos por quedarnos en el hotel, disfrutando de una conversación tranquila en la terraza.

—Bella, quiero que este viaje sea inolvidable para ti —dijo, mirándome fijamente—. Quiero que cada momento que pasemos juntos sea especial.

—Ya lo es, bebé —respondí, tocando suavemente su mano.

Nos quedamos en silencio, disfrutando de la vista nocturna del mar. En ese momento, supe que este viaje sería un nuevo comienzo para nosotros, una oportunidad para explorar lo que sentíamos y construir algo verdadero.

La noche avanzaba y la luna brillaba sobre el mar, creando una atmósfera mágica. Richard me miró fijamente a los ojos, acercándose lentamente, estábamos cara a cara, Sentí su aliento en mi piel y, de repente, me robó un beso. Fue un beso suave, pero lleno de pasión. Me tomó por sorpresa, pero respondí con la misma intensidad.—Tengo un nuevo vicio, esos labios carnosos —dijo Richard, con una sonrisa traviesa.—Jaja eres un grosero, pero muero por más besos así —respondí, sonrojada.

Seguimos caminando por la playa, tomados de la mano, hablando y riendo, de vez en cuando me daba picos. Cada momento juntos se sentía perfecto, como si estuviéramos destinados a estar juntos. Sabía que este viaje sería el inicio de algo hermoso, algo que valdría la pena explorar y vivir intensamente.De regreso a la habitación, Richard y yo estábamos agotados pero felices.

Mientras nos preparábamos para dormir, la atmósfera se llenó de una dulce tensión.—Ha sido un día increíble —dijo Richard, mirándome con una sonrisa.—Sí, realmente lo ha sido —respondí, yendo al baño para ponerme una pijama, pero me di cuenta de que estaban en la maleta de mi hermano, salí y le dije a Richard el cual me dió una camiseta de el y me puse un biker corto, sentándome en la cama y quitándo mis accesorios.—¿Te importa si duermo en boxer? —preguntó, tomando asiento a mi lado.—Claro que no me importa —respondí, sintiendo una mezcla de nervios y emoción.Nos recostamos en la cama, mirando el techo y hablando de nuestras experiencias del día. Sentí la cercanía de Richard y cómo su mano buscaba la mía. Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la compañía mutua.—Sarah, quiero que sepas que estos días contigo han sido los mejores de mi vida —dijo Richard, girándose para mirarme.—Para mí también han sido maravillosos, Richard —respondí, acercándome más a él.

Sin pensarlo dos veces, Richard se inclinó y me dio otro beso, esta vez más profundo y lleno de promesas. Sentí su mano acariciando mi rostro y correspondí con la misma pasión. El beso se prolongó, creando una conexión aún más intensa entre nosotros.Nos separamos lentamente, ambos respirando con dificultad.—Eres increíble, Sarah —susurró Richard, acariciando mi cabello.—Tú también lo eres, Richard —respondí, sintiendo una calidez que me envolvía por completo.

Nos quedamos abrazados, hablando en susurros y riendo hasta que el cansancio finalmente nos venció. Sabía que este viaje no solo sería inolvidable, sino que marcaría el comienzo de una nueva etapa en nuestras vidas. Una etapa llena de amor, risas y momentos mágicos que compartiríamos juntos.

Richard Rios - Um amor secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora