Capítulo oito

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Obstáculos sem importância

22/10/24
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Amaneció un nuevo día en Punta Cana, y Sarah se sentía decidida a dejar atrás el drama. Se levantó temprano, se vistió con un conjunto ligero y salió del hotel con un nuevo plan en mente: aprovechar al máximo cada momento de estas vacaciones. Decidió que hoy exploraría la ciudad con algunos de sus compañeros de equipo.

En el desayuno, se encontró con Juanfer, Lucho Díaz y James, quienes estaban de buen humor y listos para la aventura.

—¿Y tú, Sarah? —preguntó Lucho—. ¿Nos acompañas hoy a explorar el centro?

—¡Claro! Necesito un cambio de aires —respondió ella con una sonrisa.

Se subieron a una camioneta que los llevó hasta el corazón de Punta Cana. Mientras paseaban por las calles llenas de vida, colores y música, Sarah sintió una ola de energía positiva. Se detuvieron en una plaza llena de vendedores ambulantes, donde compraron frutas frescas y artesanías locales.

—Miren esto —dijo James, señalando a un grupo de músicos que tocaban bachata en una esquina—. ¡Vamos a bailar!

Sara no pudo evitar reírse de la espontaneidad de James y se unió a él en la pista improvisada. Pronto, todo el grupo estaba bailando y riendo, atrayendo la atención de los lugareños que aplaudían y se unían a la diversión.

Después de un rato, decidieron seguir explorando y llegaron a una tienda de souvenirs. Sarah se separó del grupo por unos minutos, disfrutando de la tranquilidad de mirar los artículos coloridos. De repente, escuchó una voz familiar.

—¡Sarah! —Era Richard, que había llegado con Santiago Arias—. ¿Podemos hablar un momento?

Ella sintió un nudo en el estómago, pero asintió y lo siguió a un rincón más tranquilo de la tienda.

—Sarah, sé que estás molesta y tienes todo el derecho. Quiero que sepas que lo que pasó con Valeria fue un error, y no quiero que eso arruine lo que tenemos —dijo Richard con sinceridad en los ojos.

—Richard, necesito tiempo para procesar todo esto. No puedo simplemente olvidarlo —respondió Sarah, tratando de mantener la calma.

—Lo entiendo, y te daré el tiempo que necesites. Solo quiero que sepas que lo siento y que estoy dispuesto a hacer lo que sea para arreglar las cosas —dijo Richard.

—Gracias por decirlo —dijo Sarah, sintiendo una pequeña chispa de esperanza pero sin querer apresurarse—. Hablaremos más tarde.

Richard asintió y se alejó, dejándola sola con sus pensamientos. Sarah regresó con el grupo, y aunque su mente estaba ocupada, decidió seguir disfrutando del día.

Más tarde, volvieron al hotel y se prepararon para una excursión en catamarán al atardecer. El barco los llevó a través de aguas cristalinas, y todos disfrutaron de la vista espectacular del sol descendiendo sobre el horizonte.

—Esto es lo que necesitaba —dijo Sarah a Juanfer mientras se apoyaban en la barandilla del catamarán—. Un poco de paz y belleza para despejar la mente.

—Siempre es bueno recordar que hay cosas hermosas esperando por nosotros, incluso en los momentos difíciles —respondió Juanfer, sonriendo—. No dejes que nada ni nadie te quite esa alegría, Sara.

De vuelta en el hotel, después de la cena, Sarah se dirigió a la playa para dar un último paseo antes de dormir. Las olas suaves y el cielo estrellado le ofrecieron un momento de reflexión y paz.

—Mañana es un nuevo día —se dijo a sí misma—. Y estoy lista para enfrentarlo con la cabeza en alto.

Con una sonrisa en los labios, regresó a su habitación, sintiéndose más fuerte y decidida a seguir adelante, sin importar los obstáculos que se presentaran.

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@sarahrodriguez

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@sarahrodriguez: Paz y belleza. 💙

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