Confissões à meia-noite
23/10/23
Eran alrededor de las tres de la mañana cuando me desperté con la necesidad de ir al baño. Caminé medio dormida por la habitación hasta que escuché unos golpes suaves en la puerta principal. La curiosidad me ganó y, sin pensar mucho, abrí la puerta. Ahí estaba Richard, con los ojos rojos y el olor a guaro en su aliento.
-Sarah, mamacita bella, preciosa, mi reina, tenemos que hablar,- dijo con la voz algo pastosa.
Para no armar un zafarrancho a esas horas de la madrugada, lo dejé entrar a la habitación. Me senté en la cama y él se sentó a mi lado, visiblemente nervioso.
-¿Qué tienes por decir, Richard?- pregunté, tratando de mantener la calma.
-Mamacita linda,- comenzó, -en el poco tiempo que hemos estado juntos, me he dado cuenta de que me encantas. Me fascina cómo te expresas y tu cuerpo de diosa me vuelve loco. Valeria... Valeria es solo una amiga, una parcera con la que jamás tendría algo porque quiero estar contigo. Estos días que has estado distante me han matado por dentro. Ver cómo hablas con otros manes y no conmigo me mata. Solo quiero que lo de nosotros no termine, quiero hacerte sentir bien y mostrarte que no soy lo que piensas."
Miré sus ojos, buscando alguna señal de mentira, pero solo encontré sinceridad. Antes de que pudiera responder, Richard me tomó la cara y me besó tiernamente. El beso rápidamente subió de intensidad y yo lo seguí, dejándome llevar por el momento. Nos separamos por la falta de aire, nuestras frentes aún tocándose.
-Perdóname,- susurró.
Lo miré y le dije, -Te perdonaría mil veces.-
Nos volvimos a besar, perdiéndonos en el momento. Después de un rato de besos apasionados, Richard se cambió y se acostó a mi lado. Yo le di la espalda, fingiendo que estaba prestando atención a mi celular. Pero no pasó mucho tiempo antes de que sintiera sus brazos rodeándome y sus suaves caricias en la cintura. Su mano subía y bajaba, mientras besaba mi cuello, haciéndome estremecer.
Me volteó para quedar cara a cara, nuestras respiraciones chocando. Puse mis manos en su cabello, acariciándolo lentamente. Él agarró mi cintura, acercándome más a él, y bajó su mano a mis nalgas, acariciándolas lentamente mientras me besaba con intensidad.
Richard comenzó a deslizar sus labios por mi cuello, bajando lentamente hasta mi clavícula dejando chupones. Sus manos recorrían mi espalda, dibujando caminos invisibles con sus caricias. Sentía el calor de su cuerpo, cada vez más cerca del mío. Mis manos exploraban su pecho, sintiendo los latidos acelerados de su corazón.
-Te deseo, Sara,- murmuró, mientras sus labios seguían su viaje por mi piel.
Yo respondí con un suspiro, dejándome llevar por el momento. Richard me tomó de la cintura y me guió hacia el centro de la cama, haciendo que me suba encima de él. Nos acomodamos entre las sábanas, perdiéndonos en un mar de caricias y besos. Cada movimiento, cada susurro, nos acercaba más, creando un lazo inquebrantable entre nosotros, así mismo este no desaprovechaba, iba bajando los tirantes de la blusa de mi pijama, metía sus manos dentro de el short de la pijama masajeaba mis nalgas y jugaba con mis tangas.
La luz de la luna se filtraba por la ventana, iluminando nuestros cuerpos entrelazados. El tiempo parecía detenerse mientras nos perdíamos en la intensidad de nuestras emociones. Las sábanas se enredaban alrededor de nosotros, atrapando el calor de nuestros cuerpos y la pasión de nuestros besos.
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24/10/23
Amanecía cuando finalmente nos quedamos en silencio, agotados pero felices. Richard me abrazó, acurrucándome contra su pecho. Sentí la seguridad de sus músculos brazos y el ritmo constante de su respiración, arrullándome hacia un sueño profundo y reparador.
-Mi diosa,- susurró una vez más, antes de que ambos nos quedáramos dormidos, entrelazados y felices de haber compartido una noche tan especial.
El amanecer rompió suavemente a través de las cortinas, iluminando la habitación con un resplandor dorado. Sentí a Richard moverse ligeramente, sus caricias todavía presentes en mi piel. Me giré para mirarlo, encontrando sus ojos llenos de ternura y una sonrisa adormilada en su rostro.
-Buenos días, mi amor,- dijo, su voz aún ronca por el sueño.
-Buenos días bebé,- respondí, acurrucándome más cerca de él. -¿Cómo te sientes?-
-Feliz, respondió sin dudarlo. -Feliz de amanecer contigo.
Nos quedamos en silencio por un momento, simplemente disfrutando de la compañía del otro. Richard comenzó a jugar con un mechón de mi cabello, enredándolo suavemente entre sus dedos.
-¿Sabes?- dijo finalmente, rompiendo el silencio. -Nunca pensé que me sentiría así por alguien. Tú me haces querer ser mejor, Sarah.-
-Y tú me haces sentir segura, amor mio,- respondí, tocando su rostro con la punta de mis dedos. -Gracias por ser sincero anoche.-
-Lo tenía que hacer,- dijo, su voz llena de determinación. -No podía seguir viéndote alejarte de mí. Ahora ya la tengo cerca mío, y siendo mi mujer-.
Reí ante su comentario, sintiendo una calidez en mi pecho que nunca antes había experimentado. -Y empezó marcando territorio- dije señalando mi cuello."
-Usted no sé queda atrás, mire-. Me señalaba su espalda.
Nos quedamos un rato más acostados, hasta que decidimos pararnos pero sentía dolor en las piernas, a lo cual Richard se ríe.
-No me da gracia- dije mirándolo mal en broma.
-No me mire mal que me dan ganas de volver a ponerla gritar mi nombre, así como anoche- dijo con una sonrisa pícara.
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Richard Rios - Um amor secreto
RomanceEn la historia, Richard Ríos, un talentoso futbolista que entra en la Selección Colombia, desarrolla una estrecha amistad con James Rodríguez, una estrella del equipo. Durante una cena del equipo, James presenta a Richard a su encantadora hermana, S...