𝗠𝗮𝗱𝗿𝗶𝗱 𝗡𝗶𝗴𝗵𝘁𝘀ㅤㅤㅤㅤ𝐷𝑈𝐴𝐿𝐼𝐷𝐴𝐷

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Sae siempre había sido un enigma para todos los que lo rodeaban. En el campo de fútbol, vestía la camiseta del Royal Madrid con un orgullo que pocos podían igualar. Su presencia en el equipo no solo era un testimonio de su habilidad, sino también de su carácter. Frío, reservado y, a menudo, seco y tajante, Sae no se molestaba en suavizar sus palabras ni en ocultar su desdén por aquellos que consideraba inferiores.

Los entrenamientos eran un campo de batalla. Sae no toleraba errores y no dudaba en gritar a sus compañeros cuando no estaban a la altura. "¿Es que no puedes hacer nada bien?" solía espetarles, sus palabras tan afiladas como cuchillas. Para los jóvenes aspirantes, sus críticas eran duras lecciones; para los veteranos, un recordatorio constante de su propia mortalidad deportiva. A pesar de todo, nadie podía negar su talento ni su compromiso con el equipo.

Sin embargo, había un rincón del mundo de Sae donde la oscuridad de su carácter no podía penetrar. Ese rincón era su relación con (N). (N) era todo lo contrario a Sae: amable, divertida y llena de una calidez que podía derretir hasta el más duro de los corazones. Cuando estaba con ella, Sae se transformaba. La dureza de sus facciones se suavizaba, y sus ojos, normalmente fríos como el hielo, adquirían un brillo inusual.

El día en cuestión no era cualquier día; era su aniversario de cuatro años. Sae había estado esperando esta fecha con una mezcla de ansiedad y emoción. Cuatro años desde que (N) había entrado en su vida y la había cambiado para siempre. Había planeado una sorpresa para ella, una que esperaba que mostrara cuánto significaba para él.

Después de un entrenamiento particularmente intenso, Sae se dirigió al pequeño café donde solía reunirse con (N). Al entrar, la vio sentada en una esquina, con una sonrisa que iluminaba la habitación. Se acercó a ella, y por un momento, todas las preocupaciones y tensiones del día desaparecieron.

—Hola, Sae —dijo (N), su voz melodiosa y acogedora.

—Hola, (N) —respondió él, y cualquiera que lo hubiera escuchado habría notado la diferencia en su tono. Con ella, Sae era diferente. No había rastros de la frialdad y la severidad que mostraba en el campo. Con (N), era simplemente Sae.

Pasaron la tarde hablando y riendo, y Sae se encontró revelando partes de sí mismo que nunca había compartido con nadie más. Habló de sus miedos, de sus sueños y de las presiones que sentía. (N) escuchaba con atención, ofreciendo palabras de aliento y consuelo.

—Hoy es un día especial —dijo Sae finalmente, sacando una pequeña caja de su bolsillo. (N) lo miró con curiosidad y sorpresa. Abrió la caja para revelar un delicado collar de plata con un colgante en forma de estrella.

—Sae, es precioso —dijo (N), conmovida.

—Para la estrella de mi vida —respondió Sae, sus palabras llenas de una sinceridad que raramente mostraba.

(N) se inclinó y lo besó suavemente en los labios. La conexión entre ellos era palpable, un vínculo que había crecido y se había fortalecido a lo largo de los años. Cuando llegó el momento de despedirse, Sae la miró a los ojos y, con una seriedad inusual, dijo:

—(N), nunca quiero decirte adiós. Preferiría morir antes que tener que despedirme de ti.

(N) sonrió, pero también vio la intensidad de sus palabras. Sabía que, para Sae, ella era un faro en medio de la tormenta. Se inclinó y lo besó de nuevo, con una ternura que solo ella podía ofrecer.

—Nunca tendrás que decir adiós, Sae. Siempre estaré aquí para ti.

En ese momento, Sae sintió una paz que rara vez experimentaba. Sabía que, sin importar lo que ocurriera en el campo de fútbol o en la vida, siempre tendría a (N). Y eso, más que cualquier victoria o título, era lo que realmente importaba.

La noche continuó con una cena en un restaurante que ambos amaban, lleno de recuerdos y risas compartidas. Sae, el hombre que en el campo era visto como una figura impenetrable y severa, aquí era simplemente un hombre enamorado, dispuesto a todo por la mujer que le había mostrado que había más en la vida que el fútbol y la competencia.

Al final de la cena, Sae la llevó a un parque cercano, donde habían tenido su primera cita. Bajo un cielo estrellado, se sentaron en un banco y contemplaron la vista.

—Recuerdo la primera vez que vinimos aquí —dijo (N), recostando su cabeza en el hombro de Sae—. Nunca pensé que llegaríamos tan lejos.

—Y yo nunca pensé que alguien como tú pudiera amar a alguien como yo —respondió Sae, besando suavemente su cabello.

(N) lo miró, sus ojos brillando con amor y ternura.

—Te amo, Sae. Siempre lo he hecho y siempre lo haré.

Sae sintió un nudo en la garganta, un sentimiento que no podía describir. Nunca había sido bueno expresando sus emociones, pero con (N), las palabras parecían fluir naturalmente.

—(N), eres lo mejor que me ha pasado. Sin ti, no soy nada. Preferiría morir antes que tener que despedirme de ti.

(N) sonrió, y una lágrima de felicidad rodó por su mejilla.

—Nunca tendrás que decir adiós, Sae. Siempre estaré aquí, en tu corazón, en tu vida. Juntos, siempre.

Se besaron bajo las estrellas, sellando su amor con una promesa silenciosa de eternidad. Sae sabía que, con (N) a su lado, podía enfrentar cualquier cosa. Y en ese momento, comprendió que el verdadero éxito no se medía en goles o trofeos, sino en el amor que compartía con la mujer que había cambiado su vida para siempre.
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SAE ME HACE TENER MUCHA INSPIRACIÓN AUXILIO HAHA

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SAE ME HACE TENER MUCHA INSPIRACIÓN AUXILIO HAHA.

Por cierto vvs si alguien sabe de dónde saque el apellido del capítulo anterior,le dedicó un one shot 💗

𝗠𝗔𝗗𝗥𝗜𝗗 𝗡𝗜𝗚𝗛𝗧𝗦-𝙎𝘼𝙀 𝙄𝙏𝙊𝙎𝙃𝙄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora