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El estadio Santiago Bernabéu vibraba con la energía de miles de aficionados del Real Madrid. Entre ellos, una joven destacaba por su entusiasmo y pasión por el equipo. (N), una ferviente fanática del Real Madrid, asistía a cada partido, siempre en la misma sección, vestida con la camiseta blanca del club. Sus ojos brillaban cada vez que el equipo saltaba al campo, pero había un jugador en particular que capturaba toda su atención: Sae.
Sae, conocido por su frialdad y seriedad, era un genio en el fútbol. Su talento era indiscutible y su presencia en el campo era imponente. Sin embargo, detrás de su fachada estoica, había algo más. Desde hace tiempo, había notado a (N) entre la multitud. Su pasión y devoción por el equipo no habían pasado desapercibidas para él. Desde su posición en el campo, podía verla animar con fervor, y esa energía le había tocado de una manera que no podía explicar.
Después de cada partido, mientras los jugadores saludaban a los aficionados, Sae siempre buscaba con la mirada a (N). Sus ojos se encontraban brevemente, y aunque no se conocían, había una conexión silenciosa entre ellos. Sin embargo, Sae nunca había tenido el valor de acercarse a ella... hasta hoy.
El partido contra el Barcelona había sido intenso, pero el Real Madrid salió victorioso con un gol decisivo de Sae. Los aficionados estallaron en júbilo, y (N) estaba entre ellos, celebrando con todo su corazón. Mientras los jugadores se retiraban al vestuario, Sae tomó una decisión. Respiró hondo y, rompiendo con su costumbre, se dirigió hacia la sección donde siempre veía a (N)
Los guardias de seguridad lo miraron con sorpresa, pero lo dejaron pasar sin problemas. (N), que aún estaba sumida en la emoción del partido, apenas notó la conmoción hasta que lo vio acercarse. Sus ojos se abrieron como platos, y su corazón comenzó a latir con fuerza. ¿Era posible que el mismísimo Sae estuviera caminando hacia ella?
—Hola —dijo Sae con su voz baja y controlada, aunque en su interior estaba nervioso—. He notado que vienes a todos los partidos. Quería agradecerte por tu apoyo—
(N) apenas podía creer lo que estaba escuchando. El jugador que tanto admiraba estaba ahí, hablándole directamente. Su mente se llenó de mil pensamientos, pero solo pudo articular una respuesta sencilla.
—Yo... yo soy una gran fan del equipo, y especialmente de ti. Eres increíble en el campo —dijo, tratando de mantener la compostura.
Sae, impasible, asintió levemente.
—Gracias. Eso significa mucho para mí. —Hizo una pausa, como si estuviera buscando las palabras adecuadas—. Me preguntaba si te gustaría tomar un café algún día. Me encantaría conocerte mejor—
El corazón de (N) casi se detuvo. No podía creer lo que estaba sucediendo. Con una sonrisa radiante, asintió.
—¡Sí, me encantaría!—
Sae asintió, satisfecho con su respuesta.
—Entonces, nos vemos después del próximo partido. Te buscaré aquí—
Con una última mirada, Sae se despidió y regresó al vestuarios. (N) se quedó en su lugar, sintiéndose como en un sueño. Había conocido a su ídolo, y él había mostrado interés en conocerla. La emoción y la felicidad la invadieron, y no podía esperar a que llegara el próximo partido.
(...)
Después del siguiente partido, Sae caminó hacia la sección donde siempre veía a (N). La joven estaba allí, esperando con una mezcla de emoción y nerviosismo. Habían acordado reunirse después del partido para tomar un café, y aunque la idea de pasar tiempo con Sae la llenaba de alegría, también le provocaba una ligera ansiedad.
Se encontraron fuera del estadio, lejos del bullicio de los aficionados. Sae, con su expresión estoica, la guió hacia una pequeña cafetería cercana. Se sentaron en una mesa apartada, y tras pedir sus bebidas, Sae se inclinó ligeramente hacia adelante, mirándola a los ojos.
—(N), hay algo que necesitas saber sobre mí antes de que esto avance más —comenzó, su voz firme y controlada—. Soy un hombre frío y reservado. Mi vida gira en torno al fútbol, y no tengo mucho tiempo para nada más. Mis entrenamientos y partidos consumen la mayor parte de mi tiempo—
(N) asintió lentamente, escuchando atentamente.
—Lo más importante para mí en este momento es ganar la Champions League. Es mi objetivo principal, y todo lo demás pasa a segundo plano. Además, mi relación con mi hermano es complicada. Nos llevamos mal, y eso me afecta más de lo que quisiera admitir.
Tomó un sorbo de su café, buscando las palabras adecuadas para continuar.
—No soy bueno expresando mis emociones, y no soy el tipo de persona que demuestra cariño fácilmente. Quiero ser honesto contigo desde el principio. Salir conmigo no será fácil—
(N) lo miró con una mezcla de comprensión y determinación en sus ojos. Tomó un respiro profundo y, sin dudarlo, respondió:
—Quiero ser tuya—
Sae se quedó en silencio, sorprendido por su respuesta directa y sincera. Había esperado dudas, quizás incluso rechazo, pero en cambio, encontró una determinación que igualaba la suya propia. Sintió un leve sonrojo calentándole las mejillas y, para ocultarlo, se escondió un poco detrás de su taza de café.
—Muy bien —dijo finalmente, asintiendo lentamente mientras bajaba la taza—. Si estás dispuesta a aceptar eso, entonces vamos a intentarlo. Podemos tener más citas para conocernos mejor.
(N) asintió, sonriendo con confianza.
—Eso me parece perfecto—
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Sea sinceros, ustedes creen que en mi realidad deseada Rin salga del partido,se me acerque y me diga
"¡ Ay Barbarita!, ¿porque eres tan coqueta mi amor?"
