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＊┈┈┈┈＊┈┈┈┈＊┈┈┈┈ El tercer día de descanso amaneció con un cielo despejado y un sol brillante que bañaba Madrid de calidez. Sae se despertó disfrutando de la sensación de no tener prisa por levantarse. A su lado, (N) aún dormía, su rostro relajado y sereno. Sae la observó por un momento, agradecido por el amor que compartían.
Después de un rato, (N) se despertó y le sonrió.
—Buenos días —dijo, estirándose y acomodándose más cerca de él.
—Buenos días —respondió Sae, dándole un beso en la frente—. ¿Qué te parece si hoy salimos a hacer algunas compras y pasamos el día en la ciudad?
—Me parece perfecto. Hace tiempo que no paseamos por la ciudad sin prisas —respondió (N), emocionada por la idea.
Se levantaron y se prepararon con calma, disfrutando de la rutina matutina sin el estrés habitual. (N) eligió un vestido ligero y cómodo, mientras Sae se puso unos jeans y una camiseta casual. Después de un desayuno ligero, salieron de casa, listos para disfrutar del día.
Madrid estaba viva con la actividad diaria, pero para Sae y (N), el bullicio de la ciudad era un recordatorio de la energía vibrante que amaban. Caminaron de la mano por las calles empedradas, deteniéndose en pequeñas tiendas y mercados locales. (N) se emocionaba al encontrar artículos únicos y curiosidades, mientras Sae la seguía, disfrutando de su entusiasmo.
En una tienda de antigüedades, (N) encontró una hermosa caja de música. La levantó y la hizo sonar, dejando que la melodía llenara el aire.
—Es preciosa —dijo (N), mirándolo con una sonrisa—. Me recuerda a las cajas de música que tenía de niña.
—Entonces deberías llevarla —respondió Sae, observando el brillo en sus ojos—. Un recuerdo de este día.
Siguieron paseando, explorando librerías, boutiques de ropa y tiendas de artesanía. En una librería, Sae encontró un libro que había estado buscando. (N) lo animó a comprarlo, recordándole que debía darse pequeños gustos también.
—A veces olvido lo divertido que puede ser simplemente pasear —dijo Sae mientras salían de la librería.
—Es fácil olvidarlo cuando estamos atrapados en la rutina.—respondió (N), apretando suavemente su mano.
A la hora del almuerzo, se detuvieron en un café al aire libre. Eligieron una mesa con vista a la plaza, donde podían observar a la gente pasar y disfrutar del ambiente. Compartieron una variedad de comidas deliciosas.
—Esto es justo lo que necesitábamos —dijo Sae, levantando su copa.
—Salud por más días como este —respondió (N), chocando su copa con la de él.
Después de comer, continuaron su paseo, entrando en un parque cercano. Encontraron un lugar tranquilo junto a un estanque y se sentaron en un banco, disfrutando del canto de los pájaros y la brisa suave. (N) se recostó en el hombro de Sae, y él la rodeó con un brazo, sintiéndose en paz.
—Me encanta este parque—dijo (N).
—Perfecto para descansar—respondió Sae.
Pasaron la tarde caminando por el parque, deteniéndose para observar a los patos en el estanque y admirar las flores en los jardines. Cuando el sol comenzó a ponerse, decidieron regresar a casa, llevando consigo sus compras y los recuerdos de un día perfecto.
De vuelta en el apartamento, desempacaron sus compras y se acomodaron en el sofá. (N) colocó la caja de música en una estantería y la hizo sonar de nuevo, llenando el espacio con su melodía encantadora.
—Gracias por este día, Sae. Me divertí mucho —dijo (N), acurrucándose a su lado.
—Yo también. Me hizo recordar lo afortunado que soy de tenerte a mi lado —respondió Sae, besándola en la mejilla.
Mientras la noche caía, se quedaron en el sofá, hablando sobre sus planes para el resto de la semana.
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Discúlpeme,pero salí de viaje y no tenía internet.
