𝗠𝗔𝗗𝗥𝗜𝗗 𝗡𝗜𝗚𝗛𝗧𝗦-𝙎𝘼𝙀 𝙄𝙏𝙊𝙎𝙃𝙄

𝗠𝗮𝗱𝗿𝗶𝗱 𝗡𝗶𝗴𝗵𝘁𝘀ㅤㅤㅤㅤ𝐺𝐸𝑁𝐼𝑈𝑆

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En la tranquila mañana de verano en Madrid, Sae se levantó temprano, como de costumbre. Era un hombre de hábitos estrictos y una rutina inquebrantable. La luz del amanecer se filtraba por las ventanas de su casa, iluminando su rostro serio y sus ojos que siempre parecían estar calculando el próximo movimiento. Desde joven, Sae había sido considerado un genio del fútbol, un talento natural que destacaba en cada campo que pisaba. Pero hoy, sus pensamientos no estaban en el fútbol, sino en su esposa, (N).

Sae bajó silenciosamente las escaleras, cuidando de no hacer ruido para no despertar a (N). La amaba profundamente, aunque rara vez lo demostraba con palabras. Su amor se veía en los pequeños gestos, en la manera en que la miraba, en cómo siempre se aseguraba de que ella estuviera cómoda y feliz.

(N) finalmente se despertó y bajó a la cocina. Sae ya estaba allí, preparando el desayuno. Le sonrió suavemente, un gesto que sólo ella solía ver.

—Buenos días —dijo, su voz tan firme como siempre.

—Buenos días, Sae —respondió (N) con una sonrisa cálida—. Te ves muy concentrado esta mañana—

—Siempre lo estoy —replicó él, sin perder su tono serio—. Pero tú eres la única que logra distraerme—

(N) se rió suavemente. Sabía que detrás de esa fachada fría y estoica, Sae tenía un corazón lleno de amor por ella.

—¿Qué planes tienes para hoy? —preguntó, mientras se sentaba a la mesa.

—Tengo entrenamiento —dijo Sae, colocando un plato frente a ella—. Pero antes de irme, quería pasar un tiempo contigo—

(N) se sorprendió. Sae rara vez mencionaba sus sentimientos tan abiertamente.

—Eso suena maravilloso —respondió, tomando su mano—. Me alegra que te tomes el tiempo para mí—

Sae la miró, sus ojos azules fijos en los de ella.

—Eres la única persona que merece mi tiempo y mi atención —dijo, su voz llena de una sinceridad que rara vez mostraba—. Solo un genio como yo podría apreciar completamente lo maravillosa que eres—

(N) sonrió, sus mejillas sonrojándose ligeramente.

—Eres increíble, Sae—

Él se inclinó y le dio un beso en la frente.

—Y tú eres mi mayor logro —murmuró—. Nunca lo olvides—

A lo largo del día, (N) no pudo dejar de pensar en las palabras de Sae. Sabía que él la amaba, pero escuchar sus sentimientos tan claramente expresados le llenaba el corazón de alegría. Sae, por su parte, se sentía más ligero, como si expresar su amor le hubiera quitado un peso de encima.

Esa noche, mientras se preparaban para dormir, Sae la abrazó con más fuerza de lo habitual.

—Te amo, (N) —susurró—. Siempre lo haré. Solo un genio como yo es capaz de amarte como te mereces—

(N) sonrió, sintiéndose completamente segura en sus brazos.

—Y yo te amo a ti, Sae. Más de lo que las palabras pueden expresar—

En la oscuridad de su habitación, Sae y (N) se quedaron en silencio, disfrutando de la compañía mutua. A veces, las palabras no eran necesarias. El amor entre ellos era evidente en cada mirada, en cada gesto. Y mientras el mundo exterior seguía viéndolo como un genio frío y reservado, (N) sabía la verdad: Sae tenía un corazón lleno de amor, y ese amor era solo para ella.

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