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-Tengo la pistola, la radio, la mochila...- Daba vueltas de un lado hacia otro por el salón mientras hacia memoria de las cosas que debía llevarme.

-¿No se te olvida nada ma'?- Yun estaba tomando café y apoyado sobre el sillón observándome.

-¡La cámara!- Recordé en ese instante y la metí dentro de la mochila que llevaría.

-Y un beso lubia, ven aquí anda- Tiró de mi brazo cuando solté las cosas y me atrajo hacia él para posar sus labios sobre los míos y sus manos sobre mis caderas.

-Tengo- que- avisar- a mi- hermano- Hablé entrecortada debido a los pequeños picos que me daba mientras me miraba con una sonrisa burlona.

-Tlanquilizate vale, lo vas hacel genial- Hice un pequeño puchero al escucharlo.

-¿Cómo estás tan seguro?- Me volvió a sonreír pero esta vez más dulce.

-Polque ninguno de lo' dos está segulo pelo no quielo que te ponga' nelviosa- Esta vez susurraba debido a la cercanía de nuestros rostros, le sonreí viendo una cara de dormido debido a lo pronto que era y apoyé mis manos sobre sus hombros para impulsarme y besarle.

-Ele' la puta ama en esto, no fallalá- Me atrajo hacia su pecho en un abrazo que se me hizo reconfortante al inspirar su olor masculino tan familiar.

-¿Te he dicho lo mucho que te quiero Yun?- Alcé la cabeza apoyando mi barbilla en su pecho para mirarlo.

-No lo suficiente- Dejó un beso sobre mi frente cuando escuchamos un ruido e instantáneamente ambos giramos la cabeza.

-Bueno par de tortolitos, nos vamos o qué- Mi hermano apareció con el pasamontañas en la mano.

-Enga, todo el mundo al coche- Yun despeinó mi pelo cuando me separé de él y dejó la taza en la encimera de la cocina para después ponerse una camiseta y aproximarse a la puerta para abrirla.

-¿Sabes que no tiene' que hacel esto si no quiele verdad?- Yun me agarró de la muñeca antes de que saliera detrás de mi hermano.

-Lo sé, pero también sé que Conway nos quiere a Gustabo y a mí, y no pienso poneros en peligro por nuestra culpa- Me solté de su agarre para apoyar mi cabeza en su pecho y oler su perfume, quién si sabe si quizá sería la ultima vez que lo haría.

-Ten cuidado polfavol- Me susurró sobre mi cabeza al rodearme con sus brazos, segundos después me separé de él sabiendo que mi hermano aún esperaba fuera.



-Quiero a los dos hermanos informándome de todo lo que suceda, no dudéis en llamar en caso de peligro y mucha suerte- Suspiré al escuchar las palabras de nuestro jefe y miré hacia el nombrado junto a mí con un asentimiento de cabeza.

-Recibido, os mantendremos al tanto- Gustabo le contestó antes de adentrarnos en aquel descampado, lo primero que vislumbre fue un coche que al instante reconocí, era con el que se desplazaba Conway por la ciudad, no mucho después apareció el dueño de dicho vehículo, portaba ropa negra al igual que nosotros y con la diferencia de que él no iba encapuchado a diferencia de nosotros.

-Por fin os dignáis nenazas, voy a ser rápido, quitaros esa mierda que lleváis y hablemos- Fruncí el ceño ante su despreocupación y me aferré un tanto a mi hermano por inercia, este me volvió a dar una mirada significativa y se quitó el pasamontañas indicándome que imitara su gesto, obedecí guardando la prenda en el bolsillo trasero del pantalón.

-Ve al grano Conway, ¿seguro que has venido solo?- Gustabo fue el primero en hablar, nos encontrábamos a una distancia prudente de nuestro enemigo y aún así se notaba demasiada tensión.

-Un trato es un trato, ahora, ¿puedo decir lo mismo de vosotros?- Ambos levantamos las manos en respuesta para que comprobara que no portábamos ningún arma.

-Muy bien, ahora podemos hablar- Se acercó a nosotros lentamente y se colocó a mi derecha, mi hermano agarró mi muñeca para tranquilizarme y que no me moviera.

-Leah, Leah, Leah... Tantos años buscándote y sin saber nada de ti para que de repente aparezcas y con un odio insignificativo hacia mí- Chasqueó su lengua fingiendo decepción y la confusión se apoderó de mí.

-¿Insignificante? No me hagas reír viejo, toda la ciudad sabe lo que has hecho- Usé su mismo tono sin a penas girar la cabeza hacía él, acto que dejaba notar mi nerviosismo.

-Toda la ciudad lo sabe, ¿O es lo que tu pequeña mafia te ha hecho creer?- Apreté los labios en una linea fina sin dejarme caer por sus palabras. —Es una pena que me odies, haríamos un gran equipo juntos sabes, tus años en Alemania serían muy útiles en mi malla-

-Prefiero ahogarme antes que trabajar contigo Conway- Escupí aquellas palabras con rabia y noté como comenzaba a cabrearse.

-Es una pena, pero no voy a ser yo el que salga de aquí decepcionado- Me giré completamente hacia él para hacerle cara y exigirle una respuesta. —¿No lo sabes Leah? Tu querido hermanito estuvo trabajando para mí mientras estaba de sapo en la mafia- Una sonrisa apareció en su cara, contuve la respiración unos segundos antes de hablar, pensaba que podría provocarme, que equivocado estás Jack, a este juego sabemos jugar más de uno.

-¿Qué? Gustabo eso es cierto?- Ahora me giré hacia mi hermano y antes de que pudiera contestar le lancé una mirada significativa, sabía lo que tenía que hacer.

-Leah te juro que no es como piensas, necesitaba trabajo y- Fue cortado por el hombre que se encontraba a mis espaldas. —Y bla bla bla, excusas, tu hermano tenía todo el dinero, solo quería altos cargos para hacerse respetar- Di dos pasos hacia atrás para formar una especie de triangulo y poder mirar a ambos sujetos.

-¿Sí? Y entonces como es que no están registrados sus delitos en la PDA?- Esta vez fue mi turno de sonreírle y pude ver su cambio de actitud intranquila.

-Claro que lo están, ¿con qué crees que lo estuve amenazando?- Levanté una ceja en su dirección y parece ser que su rostro cambió.

-¿Cuándo?-

-Un mago no revela sus trucos- Le guiñé un ojo en señal de burla y fue la gota que colmó el vaso, vi como se acercaba amenazadoramente hacia mí y no quise dar ni un solo paso hacia atrás, me mantuve con la espalda recta y la mirada alta.

-Así que queréis jugar con sorpresas tan pronto, está bien, por qué no miráis esto- Sacó unos papeles de su chaqueta que al separarse nos tendió con impaciencia.

-¿Qué es?- Dirigí mi mirada a aquellos documentos junto a mi hermano, comencé a leer hasta que mi respiración se pausó por unos segundos, al cabo de un momento pude notar la tensión de mi hermano también.

CONCLUSIÓN
La probabilidad de paternidad coincide en un 99,9899% con los sistemas genéticos de los hijos cuyos sexos y edades difieren.

Ambos nos miramos con la palabra en la boca, aún no era capaz de asimilarlo, pero tampoco tuve tiempo en cuanto escuché un disparo y me agaché junto a Gustabo en el suelo, traté de encontrar a Conway y vi su figura montándose en el coche con toda la tranquilidad del mundo, antes de poder reaccionar, noté un pinchazo en el cuello y lo ultimo que ví fue a mi hermano tratando de tranquilizarme.

𝕊𝕆𝕃𝕆 𝕋𝕌́  ✔︎𝚈𝚞𝚗 𝙺𝚊𝚕𝚊𝚑𝚊𝚛𝚒✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora