Capítulo 17.

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2024.

Lunes, 1 de julio.

Düsseldorf Arena, Alemania.

¡Allez le bleus, allez! — Lidia corea la canción en el autobús, el delantero la mueve por los hombros. — Comment il s'appelle? Kanté! N'golo, N'golo Kanté!

El nombrado se levanta en su asiento y mueve la mano recibiendo vítores. Kylian rodea los hombros de la rubia, la cuál sonríe cómoda recogida entre los brazos del chico.

— ¡Vamos a ganar! — Los chicos gritan en respuesta a lo que afirma su entrenador. — ¡Allez le bleus!

— ¡Allez!

El autobús se para, y el equipo técnico es el primero en bajar del autobús. Lidia busca con la mirada una mirada conocida, su cuerpo se tensa al ver los ojos castaños que reconoce.

Se disculpa con el equipo y se aleja con una sonrisa cómoda hacia el chico, ignorando completamente el malestar de su estómago.

— Li, ¿qué ha pasado? — La rubia sonríe, agradece demasiado que haya ido solo, o al menos lo esté en ese momento.

— Ferran... esto no va a ningún lado. — Indica Lidia llenándose de valor. — Y no es que no te quiera, porque en cuatro años, evidentemente, pues... — El gesto del chico es serio, tan serio que Lidia se percata de que nunca lo había visto así. — Creo que nos estamos haciendo más mal que bien, Ferran, y...

— ¿Y dejarme en medio de la convocatoria es tu mejor opción? No te hacía tan egoísta, Lidia. — La chica nota un peso en el estómago. — Podías haber esperado, total... Para lo que nos estamos viendo.

— No es... — Lidia frunce el ceño y se cruza de brazos. — ¿Pero tú te estás escuchando? ¿Desde hace cuánto esto no es lo mismo, Ferran? Porque no es algo de la eurocopa ni...

— ¿Con quién de todos estos te has liado, Lidia? Tan cercana a Kylian y seguro que... — La mano de la chica es más rápida que su boca, y su reacción es demasiado seca.

Abofetea sin pensar la cara de su novio, el cual se lleva una mano al sitio con sorpresa. A Lidia le quema la mano de la rabia, y el cuerpo. La chica se acerca seria a él, no le gusta la violencia, pero era su última opción.

— Escúchame bien, Ferran, porque esto no es un juego de a ver quién tiene la culpa. — Señala amenazante. — Que tú te acostaras con Sira Martinez mientras estábamos en el parón que tú mismo dijiste que debíamos tener, no implica que yo vaya a hacer lo mismo. Y no creas que no he tenido oportunidades.

Odia ser tan seca, y tan directa, y sobretodo odia ser consciente del daño que hace hablando. Ferran aprieta los labios y asiente.

— Me estas diciendo que he venido hasta aquí, porque pensaba que te había pasado algo, ¿y todo era para dejarme?

— No te he obligado a venir, ¡quería hablar ayer contigo! Pero tú, como siempre, priorizas lo que te da la gana, Ferran. Que lo entiendo, no te preocupes, entiendo que no estuviéramos los dos igual de implicados en la relación.

— Lid, pero...

— ¿Qué no entiendes de que no quiero que me llames así, Ferran? Me tienes cansada, siento que te hayas hecho este viaje que has hecho porque te ha dado la gana, ¿contento? — La rubia suspira y pasa una mano por su pelo. — Me voy a ir, juegan mis chicos. Que te vaya bien, Ferran, te lo digo honestamente.

Lidia echa a andar hacia el estadio, sola, con un peso menos sobre los hombros. Sabe que el chico no va a ir detrás de ella, porque nunca lo ha hecho.

Una vez cruza las puertas del estadio, su fachada se derrumba, está sola. Se desliza por una de las paredes de ese pasillo hasta quedar sentada en el suelo, entierra su cabeza entre las piernas en un intento de calmar la ansiedad que siente.

eighteen • Robin Le NormandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora