Capítulo 1.

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2014.

Saint Denise International School.

— Vamos. — Lidia ríe dejándose llevar por su mejor amigo, corren por los pasillos vestidos de forma perfecta para ir al local que tienen más cerca del internado. — Juls y Eloise ya están allí, no entiendo cómo lo hacen.

— Porque Juls y Eloise no esperan por mi, Théo.

— Es que si no espero por ti, Lidia, no sales. — Contesta el chico con una molestia fingida, ella ríe en bajito siguiéndole la corriente. — Sólo estudias, chica, así es imposible.

— Si no estudio, no voy a hacer nada de lo que quiero, chico. — Théo ríe negando, cruzan una de las puertas que ya están acostumbrados a pasar.

Corren por el bosque que hay al lado de esa zona hasta llegar a las rejas del internado, una vez llegan allí pasan por un hueco que ya saben que está siempre abierto. Cuando salen del perímetro de la escuela ya caminan con más calma.

Todas y cada una de las veces que se escapaban de pequeños era para ir por los jardines y conocer los suficientes sitios en los cuales no llegan las cámaras. Cuando descubrieron ese hueco, pasaron varias veces por él, a esperas de que un día apareciese arreglado, pero eso es algo que no llegó a suceder nunca.

— ¡Por fin! — Julia se acerca a Théo y le rodea el cuello, el chico deja descansar sus manos sobre la cintura baja de la pelinegra y entierra su nariz en su cuello.

— ¿Tomas algo? — Lidia asiente a lo dicho por su amiga, ignorando a sus dos amigos que se mantienen pegados.

Eloise y Lidia se escabullen entre la gente que hay en el pub, más estudiantes del Saint Denise que se han escapado esa noche de viernes cómo ellas. Lidia saluda a algunos chicos del equipo de fútbol mientras pasa de largo.

— Leduc no te ha quitado el ojo de encima. — La rubia se gira hacia los mellizos, vuelve a mirar a su amiga encogiéndose de hombros.

— ¿Paul o Adrien?

— Paul, siempre.

Y a la rubia siempre le genera la misma indiferencia, no le importa lo mucho que la miren los chicos de su internado, porque nunca va a caer hacia donde ellos quieren.

Piden dos cócteles con tequila blanco y se mantienen pegadas a la barra, esperando a que se las sirvan.

— ¿Tienes pensado hacer algo este verano? — Eloise niega. — Yo creo que voy a pasar una semana con la familia de Théo, su madre nos dijo que querían ir a Le Conquet. — La pelirroja asiente mirándola fijamente.

— ¿Luego vuelves a España? — Lidia asiente. — Yo creo que vamos a ir a Bruselas este año.

— Mola, a mi me gustó mucho cuando fuimos. — Añade la española estirando el brazo hacia la copia que dejan en la barra. — Merci.

— ¿Ese es Robin? — Eloise habla con un tono de fascinación. — Oh, sí, claro que ese es Robin. — Lidia agarra también la copa de su amiga mientras se gira.

Los ojos de la rubia van directamente hacia la puerta, el lugar que Eloise observa con tanto interés. Una vez encuentra el cuerpo de Robin, lo entiende. Está mucho más alto que la última vez que lo vio, y, aunque no quiera admitirlo, se nota el trabajo físico de estar en un equipo profesional.

— Oh, viene hacia aquí. — Eloise se gira para colocarse el pelo, Lidia ríe estirándole la copa.

Eloise siempre ha estado interesada en Robin, y él siempre la ha visto cómo una amiga de Théo, así se lo ha dejado saber varias veces. Lidia, al contrario, nunca ha mencionado a nadie el cosquilleo incómodo que se le presenta en el estómago cuando Robin le sonríe, o la pica en alguna discusión tonta.

eighteen • Robin Le NormandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora