Capítulo 20.

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2024.

Bad Lippspringe, Alemania.

Jueves, 4 de julio.

La rubia recoge su larga melena frente al espejo del baño en silencio, uno sepulcral para el sitio en el que se encuentra. Por la hora que es, está segura de que los chicos estarán jugando a la play.

El teléfono vibra encima del lavabo, Lidia muerde su el interior de su mejilla tirando de la coleta hacia atrás.

De nuevo en su habitación, se pone sobre el top una de las sudaderas de la selección y ata los cordones de las zapatillas de deporte, se mira en el espejo y sonríe.

No recuerda cuándo fue la última vez que quería verse tan guapa.

Mete en su bolso algo de comer que compró el día anterior en un momento que fue con Giuseppe al centro del pueblo para buscar productos para los chicos.

Cierra con cuidado la puerta de la habitación, y sonríe satisfecha cuando esta no hace ningún ruido. Al girarse para marchar, se encuentra con tres grandes figuras que la miran con media sonrisa.

— Los quinientos euros, venga. — Kylian abre las palmas de las manos hacia los otros dos chicos, que resoplan dejando los billetes sobre la mano del delantero. — Que forma más fácil de ganar una apuesta, Lili, eres la mejor.

— ¿Qué hacéis aquí? ¿No deberíais estar durmiendo? — La chica se cruza de brazos, la bolsa de tela choca contra su cadera y las bolsas plásticas resuenan entre si.

— ¿A dónde vas?

— ¿Para qué preguntas?

— Además cómo si no supiéramos la respuesta.

— Chicos, tenéis que dejar de hacer esto. — Los corta Lidia abriéndose de brazos. — Iros a jugar a la play, o a dormir, lo que queráis, pero dejarme.

— ¡Lili saluda al traidor de mi parte! — La chica rueda los ojos al escuchar a Théo Hernández desde detrás de un sillón.

— No os soporto.

— ¿Pero vas con él?

— ¿Qué os importa?

— Eres nuestra chiquilla, no podemos dejarte ir con cualquiera.

— Soy más mayor que varios de vosotros y, ni aun así, dejáis de dar por culo. — Les guiña un ojo con una sonrisa y los rodea. — Nos vemos mañana.

— ¡Pásatelo bien!

La chica cruza la puerta tras saludar al portero, que le sonríe ampliamente. Camina por el pequeño campo que la separa del coche negro que vislumbra gracias a las farolas que hay en el terreno.

Se gira momentáneamente para ver hacia atrás, y descubre a sus tres amigos asomados por la puerta del resort mirándola a lo lejos.

— Hola. — Lidia da un respingo en el sitio al escuchar la voz del defensa, que ha aparecido detrás de ella sin darse prácticamente cuenta.

Las manos del chico la sostienen de las caderas, la rubia vuelve a sentirse de nuevo en el instituto y su respiración irregular no es más que prueba de ello.

— Un día de estos me da un infarto.

— No seas exagerada. — Acaricia con sus pulgares el tramo de piel desnuda que deja a la vista el top que lleva puesto por debajo de la sudadera.

— No hagas eso. — Robin sonríe escuchando su tono de voz y suspira, dando un paso hacia atrás. — Les estás dando el espectáculo que quieren, Rob.

eighteen • Robin Le NormandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora