eighteen • Robin Le Normand

Capítulo 23.

2024.

Munich Football Arena, Alemania.

Martes, 9 de julio.

Lidia camina con el chandal de su selección por el pasillo de los vestuarios, tiene que llegar al de su equipo para preparar las camillas.

Escucha unas risas que proceden desde la otra parte del largo corredor y apura el paso, no quiere ver a nadie en ese momento.

— ¿Lidia? — Aprieta los labios al escuchar su nombre desde el otro extremo del pasillo. — ¡Lidia! — La forma en la que sube la voz la hace parar, inspira profundamente y se gira con una sonrisa amplia.

— Hola. — Observa a Nico y Lamine ir hacia ella. — ¿Qué tal, chicos? — Pregunta con una sonrisa.

— Bien, mejor que tú, no podría ponerme ese chandal ni de coña. — Indica el futbolista catalán.

— ¿Cómo estás? — Cuestiona el vasco sonriente. — Nos hemos enterado de lo de Ferran, después de tanto tiempo ha tenido que ser complicado.

— Sí, la verdad es que sí. Pero mejor, poco a poco.

Después de cuatro años sólo le habían hecho falta 6 días para irse con otro. Intenta alejar ese pensamiento de su cabeza mientras escucha lo que los chicos le quieren contar.

— Lid... — Los tres giran la cabeza hacia el fondo del pasillo de nuevo, Ferran se acerca a ella con media sonrisa. — Qué guapa estás. — La chica ni se molesta en corregirle el apodo, porque ya da igual.

— Gracias... — Susurra la rubia algo incómoda por la situación. — Tengo que... — La mirada de la chica se pierde en el fondo del pasillo, desde dónde Robin los mira con media sonrisa. — Tengo que irme a trabajar, mucha suerte. — Le da un apretón en el hombro y se gira para irse, no espera que el delantero valenciano la agarre.

Cuando se gira, observa detrás cómo el defensa aprieta la mandíbula. Lidia sonríe calmada intentando que ese sentimiento llegue al chico alto que está en la otra punta del pasillo.

— Dime, ¿todo bien? — La voz tranquila de la chica resuena en el pasillo.

— Yo... Te echo de menos, Lid.

— No la llames así. — La rubia aprieta los puños a sus lados cuando escucha al futbolista. — Te espera Giuseppe, Lils. — La nombrada asiente con media sonrisa, agradeciendo a Kylian su presencia en el pasillo de forma silenciosa.

— Suerte, chicos. — Lidia da por finalizada la conversación con eso.

Los dos integrantes del equipo francés se alejan murmullando varias cosas entre ellos. El delantero parisino pasa la mano por los hombros de la chica y besa su cabeza con confianza.

— Parece que lo vas a matar. — Murmulla Remiro al lado del defensa, el galo rueda los ojos moviéndose hacia el vestuario. — ¿Estáis...?

— Sí. — Comenta el chico en un susurro. — Pero, de antes de ayer. — El portero del equipo vasco frunce el ceño.

— ¿Y qué has hecho desde que lo dejaron? — Pregunta mientras escuchan por detrás hablar a los tres futbolistas.

— ¿Intentarlo? No sabes lo cabezona que es. — Robin sonríe apretando los labios. — Pero bueno, merece la pena.

— Se va, ¿no? — El galo se encoge de hombros, la noche que compartieron juntos no hablaron, y el día siguiente, cada vez que el chico intentaba tocar el tema, ella lo rehuyó.